¿Es correcto amamantar a un bebé en público?

A pesar de la excelente respuesta de Gustavo Li, diré : no sólo es correcto, es INDISPENSABLE.

En México teníamos la sana costumbre hace cincuenta años de no molestar a las madres lactando. Les daban privacidad. Era normal que una mujer, indígena o no, amamantara en público. E importante no molestar ni causar un disgusto a la madre, pues había la creencia de que “causaba gases y empacho al bebé “.

Las indígenas, antes que los doctores estadounidenses, ya sabían que no había mejor fórmula para el bebé que la leche materna. ¿Curioso, no? Las indígenas daban lo moderno, lo que ahora es lo recomendado, y las mujeres ricas, lo que ahora es rechazado. Pero el capitalismo no pudo tolerar que las madres amamantaran gratis. ¿Cómo se atreven?

Por lo que a las madres norteamericanas les vendieron con bastante éxito la idea de que amamantar es sucio. Más que sucio, inmoral. Y mientras les vendieron todo el set de fórmulas, mamilas, chupones, calentadores, termómetros, limpiadores, desinfectantes… desposeyendo a un acto natural y perfecto de su intimidad.

¿Qué cambió entonces? La moral, producto de nuestro agringamiento. De pronto se volvió inmoral amamantar. Ahora, a una la pueden echar de un restaurante por amamantar, lo cual es ilegal (el dueño del restaurante puede ser sancionado e incluso ir a prisión).

Que harías si te mandaban a tí a comer al baño?

Bueno. Hay imbéciles que comparan al acto de amamantar con el de cagar.

Es inconcebible cómo un acto natural, limpio, necesario y hermoso se volvió sucio, molesto, embarazoso e inmoral. Y parte del principio erróneo no sólo de que las glándulas mamarias son un órgano sexual, sino que son para disfrute masculino, y por tanto, de mal gusto sacarlas en público.

Pero antes de nuestro agringamiento era más bien cosa de todos los días y nadie se rasgaba las vestiduras por una mujer amamantando en público.

Por cierto amamanté a mi hija a voluntad de ella durante tres años, cuando lo requiriera y donde fuera y en el momento que lo requiriera, y no siempre estuve cubierta. Nunca me molestaron y menos me echaron ni me pidieron “cubrirme”.

Señores, si les parece obsceno ver un pecho que no es para disfrute masculino, pueden mirar para otro lado. Así como hacen con la pobreza, la injusticia o la violencia. Pero sin molestar ni a la madre ni al niñe ni pedirle “pudor”, más les valdría tirarse ustedes de un precipicio.