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Si te tiras un pedo en el espacio, ¿creas una mini nebulosa?

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Aprendiendo a Aprender

Anteriormente en nuestras aventuras en el espacio... [1]

Usted se encontraba flotando tranquilamente a través del vacío cósmico, luego de que el disparo de una bala le impulsase hacia atrás.

Gif de un astronauta flotando en el espacio.

Su nivel de oxígeno estaba por agotarse, pero, como usted sabe que agitarse hace más bien que mal, ha decido aceptar su imperioso destino, comportándose dignamente ante su pronta muerte.

Por fortuna, usted vivirá para contarle sus andanzas a la humanidad, pues la nave de la cual decidió escapar para realizar su pequeña “proeza” ha llegado a rescatarle.

Es entonces que la capitana desciende en el espacio hasta dar con usted, efectuando una muy limpia “pesca”. Ambos son elevados a la nave e ingresados dentro de la seguridad de su encapsulado navío.

Representación gráfica del cohete BFR de SpaceX.

Lo primero que usted hace al abordar es respirar una bocanada de aire en medio del bullicio de sus compañeros. De momento, de sus bocas solamente se aprecian regaños, así que lo mejor será ignorarles.

Y es entre tanta alharaca que usted se dispone a buscar que comer. Después de todo, su estómago se encuentra gruñendo, en protesta por la carencia alimenticia que se presenta. Siendo ésta el producto de su rigurosa travesía pasada.

Decide, por tanto, que ha de consumir algo que sea gustoso al paladar al igual que ampliamente calórico. Y buscando entre los anaqueles (de su compartimento para dispensar comida) encuentra justo lo que estaba deseando:

¡Un suculento burrito mexicano!

Fotografía del astronauta Chris Hadfield luego de preparar el primer burrito espacial.

Mas este no es el típico y aburrido burrito terrícola.

¡No!

Se trata, más bien, de un mega burrito espacial de doble queso, frijoles y guacamole, el cual podría hacerle agua la boca a cualquier extraterrestre.

Es así como engulle tan menudo manjar al cabo de su preparación.

Fotografía del astronauta Chris Hadfield degustando su burrito.

¡Ahora si cuenta con la energía necesaria para enfrentar esas duras reprimendas por parte del resto de su equipo!

Pero… oh, oh…

Parece ser que una nueva necesidad se presenta ante usted. O, mejor dicho, se “hace” sentir, pues el deseo de tirarse un gas es cada vez más evidente.

Fotografía de un bebé, con cara de desear expulsar una flatulencia.

En consecuencia, usted ha de tomar una importante decisión, cuya base se encuentra en la siguiente pregunta:

¿A dónde he de liberar mi flatulencia?

Cuestionamiento al cual le corresponden dos posibilidades:

  1. hacerlo abordo de la nave o
  2. expelerle en el espacio.

Y siendo usted un astronauta sensato, se dispone a evaluar cada situación, con el fin de efectuar una elección correcta.

Impresión artística de un astronauta pensando en el espacio.


De seleccionar la primera, usted sabe que ello causaría el malestar de sus ya disgustados colegas, porque su implicación es tener un gas maloliente rondando por doquier.

Obviamente es consciente de lo fétidos que son sus ventosos y que ha de tener un ventilador a la mano. Pues, de no ventilar el área, usted y sus camaradas se ahogarían debido a los letales gases de hidrógeno (H2) y metano (CH4) acumulados o, bien, ocasionar algún incidente “inflamable”.

¿Quién lo diría que un pedo fuese tan peligroso?

Representación gráfica del peligro de la expulsión de gases tóxicos por el trasero.

Aunque, pese a refrescar la zona, ello no removerá la incomodidad momentánea que pasará en conjunto con el resto de la tripulación.

Quizás sea mejor la segunda opción, entonces.

Lo único que necesita es colocarse su traje de nuevo y lanzarse al vacío del cosmos, para luego liberar sus gases y dar lugar a una mini nebulosa de hidrógeno y metano.

¡Todo un plan perfecto!

Salvo por un “minúsculo” detallito.

Fotografía de una mano, en señal de una pequeña cantidad.

De abrir usted su traje en el espacio, permitirá que el oxígeno escape y básicamente terminará por ahogarse. Mientras que, de no abrirle, usted permitirá que los gases tóxicos se propaguen en su aire, causando su asfixia.

Ademas, las nebulosas se forman debido al conjunto de múltiples partículas de polvo, hidrógeno, helio y otros gases ionizados. Por lo cual su pequeña expulsión de H2 y CH4 no sería la suficiente para generar ese tipo de fenómeno interestelar.

Fotografía de un astronauta sofocándose durante una prueba.


Por tal razón, su mejor alternativa será provocar la irritación de sus compañeros una vez más. Imaginándome yo que ellos se preguntan: ¿por qué diablos le hemos traído?

Mas prontamente será su “hora de redención”. Pero me temo que esa historia será relatada en otro tiempo. Sin embargo, para concluir, he de dejar la moraleja de este cuento:

No se eche un pedo en un traje espacial.


[1] Esta respuesta es parte de una serie sucesiva de historias cortas de un astronauta ficticio. Mi anterior respuesta a es el cuento anterior a este. Haga click en el hipertexto si desea seguir el hilo de continuidad.

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