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¿Cómo fue la vida de los alemanes étnicos expulsados ​​después de la Segunda Guerra Mundial?

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Aprendizaje Práctico

[ADVERTENCIA DEL TRADUCTOR: IMÁGENES SENSIBLES A CONTINUACIÓN]

LA VENGANZA POLACA

No tiene sentido negar la bestialidad y la crueldad de los polacos. No puedo decir que con la "liberación" por parte del Ejército Rojo, el tiempo de los campos macabros en Polonia llegara a su fin. Esta historia no debería haber ocurrido. No es fácil de leer y no es nada divertida.

Sin Muestras de Piedad.

Las autoridades comunistas sabían que los polacos no pensaban en la piedad. Los alemanes tenían que prepararse para lo peor. Y en muchos casos eso es exactamente lo que les pasó.

El odio hacia los alemanes era libre, también había necesidad de la venganza. La expresión más espectacular de esto, fue la ejecución pública en Pohulanka. Allí, el 4 de julio de 1946, once personas del personal del campo de concentración de Stutthof, fueron ahorcadas.

Cinco mujeres y seis hombres, algunos de ellos de origen polaco, prisioneros, los llamados kapos. Parecía una gran fiesta de celebración organizada por las autoridades.

Los espectadores fueron transportados de forma organizada por camiones y autobuses. Podrían ser unas 150.000 personas las que lo vieron todo en directo, un público realmente enorme. Hubo niños allí. Se suponía que era el equivalente al juicio de los nazis y, de hecho, los periódicos ponían "nuestro Nuremberg polaco".

Hoy las fotografías están disponibles en Internet, y no es difícil ver lo horrible que fue al verlas. Estas jóvenes veinteañeras colgadas frente a la multitud, debieron causar un fuerte impacto en el público reunido.

Pero entonces, en 1946, se veía de otra manera. La gente estaba desgarrada por los recuerdos frescos de los tiempos de la ocupación. Al fin y al cabo, sabemos que prácticamente no había ninguna familia en Polonia que no hubiera sufrido las atrocidades de los alemanes. Una vez terminada la ejecución, la multitud se abalanzaba sobre los ahorcados, las cuerdas se cortaban en trozos y quien podía, cogía un trozo, porque había una vieja superstición de que un trozo de cuerda de un ahorcado, trae buena suerte.

Sin Muestras de respeto.

Al leer los documentos oficiales en los archivos de la segunda mitad de los años 40, es fácilmente perceptible que la palabra alemán se escribía habitualmente con minúscula. Otras nacionalidades se registraban con mayúsculas [en algunos idiomas los topónimos se escriben con mayúsculas, al igual que el nombre de los países, no siendo el caso del español].

Esta forma de escribir "alemán" duró bastante tiempo, hasta que terminó la época estalinista. Los alemanes eran un trauma polaco, los polacos no querían que fueran sus vecinos y en poco tiempo se inició la campaña de verificación de la nacionalidad, y los alemanes fueron transportados al oeste.

Hay que decir que miles de alemanes étnicos querían quedarse en Polonia. Por supuesto, sólo los que superaron positivamente la verificación de la nacionalidad, tuvieron esa opción. Sin embargo, estas personas fueron tratadas por los polacos con desconfianza y como ciudadanos de segunda clase. Sufrían humillaciones diariamente.

Para Señalarlos

Este tipo de brazaletes con la letra N (Niemcy-Alemán) lo llevaban a menudo los alemanes que se quedaron en Polonia, tras el final de la guerra. Los brazaletes debían destacarlos entre la multitud y, al mismo tiempo, estigmatizarlos, haciendo referencia a los brazaletes que llevaban los judíos, los prisioneros de los campos de concentración y los trabajadores forzados. La obligación de llevar esos brazaletes, fue una de las muchas restricciones impuestas por las autoridades polacas a la población alemana después de la guerra.

Encerrarlos en los Campos

Según el artículo 13 de la Conferencia de Potsdam, tres millones y medio de alemanes de la frontera de preguerra, debían ser reubicados en las nuevas fronteras de su país. El documento ordenaba a los polacos la creación de campos temporales, provistos de alimentos, agua y suministros médicos.

Sin embargo, las autoridades comunistas polacas, tenían sus propios planes para los civiles alemanes. En 1945, los comunistas polacos se hicieron cargo de cientos de campos, intactos por la agitación de la guerra, abandonados por el pánico del ejército nazi en retirada. La decisión de no convertirlos en lugares de martirio, sino de seguir utilizándolos, ya se había tomado antes. Se llevó a cabo casi inmediatamente después de la publicación de un manifiesto del Comité Polaco de Liberación Nacional, el 22 de julio de 1944.

Una serie de edificios nazis que se extendían a lo largo de la antigua frontera, fueron adaptados a las necesidades del nuevo gobierno. De este modo, se creó toda una cadena de campos de concentración, que iba desde el norte hasta la Alta Silesia. A estos lugares de aislamiento fueron trasladados en 1945 y 1946, más de cien mil alemanes.

Los campos estaban supervisados por los estalinistas, sin embargo, no se parecían en nada a los campos de reasentamiento, en los que no debían pasar más tiempo del necesario antes del transporte a la nueva patria.

Los civiles alemanes eran recogidos directamente de las calles o de los hogares y, sin ningún juicio, se les metía en esos campos. Los comandantes Salomon Morel, Eryk Karaś, Czesław Gęborski y muchos otros, no tuvieron piedad. Este último admitió abiertamente que estaba a cargo de... un campo de concentración.

Llévenlos a las Minas.

El acoso a los civiles alemanes, se llevó a cabo con el conocimiento y el consentimiento de las autoridades del Ministerio de Seguridad Pública. Los principales artífices del sistema de campos en Polonia, fueron el ministro de Seguridad Pública Stanisław Radkiewicz y el jefe del Departamento de Prisiones y Campos, Teodor Duda.

En algunos lugares, se trataba a los prisioneros civilizadamente y de forma humana. Por ejemplo, en el Campo Central de Trabajo de Varsovia. Los prisioneros de guerra de la Wehrmacht estaban bien alimentados, no eran golpeados e incluso se les permitía crear un sustituto de la administración independiente. Allí se formó un gobierno local, el llamado "Antifa", dirigido por Heinz Grischke.

Las autoridades polacas también querían utilizar a los "prisioneros" para sacar al país de la ruina. Se les ocurrió la idea de las minas de Silesia.

Como los soviéticos deportaron a Siberia a casi doscientos mil habitantes de la Alta Silesia y de Kashubia, el Gobierno Provisional, para reanudar la explotación minera, decidió deportar a civiles alemanes a las minas de Silesia.

Los cazaban en los rincones más remotos de las "tierras recuperadas". Funcionarios, carpinteros, albañiles, periodistas, profesores, fueron enviados a los pozos directamente desde la rampa del ferrocarril.

Para muchos, la reconversión forzada a la minería resultó mortal. Decenas de miles de personas murieron a causa de muchos accidentes durante la extracción, o (más a menudo) por el hambre y las enfermedades. Era en realidad un trabajo de esclavos.

Lleva en la mano el cartel: "Fui el ejecutor de polacos en 1939"

Atormentarlos en la Naturaleza.

Además de la venganza institucionalizada, en los campos también hubo represalias espontáneas de los polacos de a pie. Los historiadores saben de los llamados campos al aire libre, pastos rodeados de alambre de espino, donde los "culpables" de la guerra eran arreados y asesinados por los campesinos polacos. Hubo más de mil lugares de este tipo. Por lo general, sólo funcionaban durante unos días...

Vendiéndolos con Beneficios.

El enorme número de civiles alemanes atrapados en la Polonia comunista, también se convirtió en una oportunidad para que los estalinistas ... hicieran un buen negocio. Ganaron dinero "dejando salir a los alemanes" de un país que estaba completamente cerrado al exterior, después de la guerra. Cada relajación repentina de la política de pasaportes, solía ser el resultado de acuerdos polaco-alemanes o de un juego en la relación Varsovia-Bonn.

Los alemanes fueron "vendidos" de esta forma durante muchos años, a partir de 1947. A los que decidieron quedarse en Polonia, se les quitaron los subsidios y beneficios del gobierno de Alemania Occidental.

Para Convertirlos en Espías.

El servicio de inteligencia polaco, formado después de la guerra, tenía sus propios planes para los "alemanes polacos". A los oficiales polacos que reconstruyeron la famosa "2" (Segunda División del Estado Mayor del Ejército Polaco) se les ordenó reclutar entre los alemanes que quedaban en Polonia, cuyas familias completas estaban al otro lado del Telón de Acero.

El objetivo de la agencia era colocar el mayor número posible de "desplazados" de Polonia, en la administración de nivel inferior en Alemania. Los niños ya crecidos, antes considerados como desaparecidos, que volvían con sus familias tras años de vagabundeo durante la guerra, podían evitar las sospechas de la contrainteligencia occidental.

El plan de conseguir, gracias a los "alemanes polacos", nuevos agentes de inteligencia, que los comunistas polacos habían inventado en 1947, no tuvo mucho éxito. No sabemos el número exacto de espías que fueron trasladados a Alemania Occidental en la posguerra.

Sólo llegaron dos. Uno de ellos, Heinz Arnold, consiguió incluso convencer a alguna madre alemana, que aún buscaba a su hijo, de que él era el hijo desaparecido... Si no fuera por la actuación de los agentes alemanes y la ayuda de la CIA, tal vez se lo hubiera creído el resto de su vida.

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