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¿Qué tipos de drogas consumían los soldados alemanes durante la Segunda Guerra Mundial?

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Aprendiendo a Aprender

¡Buenos días!

Durante la Segunda Guerra Mundial, los médicos alemanes prescribían una especie de droga llamada Metanfetaminas o como dijeron en los otros comentarios: Pervitin. Esto lo hacían cuando las tropas se sentían cansadas o deprimidas y buscaban potenciar su energía, según una investigación. Las unidades militares alemanas y los aviadores fueron medicados con eso.

El Pervitin potenciaba la atención, suprimía el apetito y transmitía en general una prolongada sensación de bienestar. De tal modo, que los soldados de la Luftwaffe y los conductores de los tanques de la Blitzkrieg parecían no cansarse nunca ni necesitar dormir o comer. Flotaban sobre el campo de batalla. No obstante, la doctrina nazi, que consideraba cualquier sustancia psicoactiva como un veneno embriagador, supuso un escollo para el uso de la pervitina, que a finales de la guerra limitó algo su distribución.

Hitler inhalaba cocaína en polvo para tratar sus problemas de sinusitis.

También la cocaína e incluso los opiáceos han sido asociados con los soldados alemanes.

Los oficiales nazis tomaban drogas de alto rendimiento como clorhidrato de metanfetamina (también conocida como metanfetamina de cristal) y cocaína. con la patente de una metanfetamina llamada Pervitin (fabricada en Alemania desde 1937) para mejorar la eficiencia operativa. Y drogas como los estimulantes metabólicos fueron probados en estudiantes, reclutas militares y, finalmente, en campos de concentración. Las dudas persisten, sin embargo, sobre los datos exactos de cómo fueron probadas esas drogas, cómo fueron prescritas, distribuidas y usadas.

Aunque afectan los mismos sistemas de maneras ligeramente diferentes, las metanfetaminas y la cocaína estimulan la liberación de dos neurotransmisores fundamentales en el cerebro (dopamina y serotonina), que les dan a los usuarios una sensación de energía y euforia.

Los opiáceos habrían proporcionado un alivio del dolor y alguna sensación de euforia y relajación. Si se tiene soldados afuera, en el campo de batalla, no se quiere que sientan dolor. Lo malo, obviamente, es que los opiáceos pueden matarte fácilmente si tomas una sobredosis.

Los pilotos usaban dexedrina o dextroanfetamina como 'go pills' para mantenerse despiertos y alerta. Históricamente, se han usado en pilotos y tropas militares para proveer un aumento de la energía y la habilidad de permanecer despierto.

Mientrs los nazis disminuían la distribución de “speed”, las fuerzas armadas británicas aprobaron su uso como remedio contra la fatiga, sobre todo para los pilotos que debían realizar maratonianas jornadas de patrullas a lo largo del Atlántico. De hecho, las tabletas con cinco miligramos de bencedrina repartidas por la RAF (La Royal Air Force) ya venían usándose por los pilotos por propia iniciativa tiempo atrás.A lo largo de todo el conflicto, las fuerzas británicas consumieron, según las cifras recogidas en el libro «Las drogas en la guerra», 72 millones de pastillas de bencedrina. Sin tiempo de conocer los efectos nocivos de esta droga, Gran Bretaña recorrió a ella de forma masiva para la guerra en África.

EE.UU siguió el ejemplo de Gran Bretaña. En 1942, las fuerzas aéreas adquirieron grandes cantidades de bencedrina a la empresa Smith, Kline & French. Los pilotos de las fortalezas volantes que eran los B-29 se ayudaron de la benzedrina para sus largas misiones con las que bombardeaban Alemania y Japón. Al año siguiente comenzó la distribución entre las fuerzas terrestres, que apodaron popularmente «benni» a la bencedrina. Las cifras totales consumidas oscilan entre los 250 millones y los 500, según el autor consultado.

La URSS fue la única de las grandes potencias que se abstuvo de entrar en esta guerra farmacológica. Se mantuvieron fieles a la valeriana y el vodka, excepcionalmente a la cocaína, que también los evadía de la brutalidad de la guerra. Más que por la incapacidad de fabricar estas drogas, lo cual también influía, no recurrieron al «speed» porque, como explica Kamienski, los tanques de combate eran infinitamente más valiosos que las vidas humanas. Las drogas eran demasiado caras... Stalin suplió la mala equipación y adiestramiento de sus hombres a base de ingentes cantidades de combatientes: la masa interminable de soldados fue su mejor baza en la guerra.

Soldados del Ejército Rojo bebiendo vodka, 1941.

Paradójicamente, al Ejército Rojo le tocó la tarea de enfrentarse al país en el que más penetración tuvo la anfetamina después de EE.UU y Alemania: la fría y hostil Finlandia.

Con solo 4 millones de habitantes, Finlandia era en fechas anteriores a la guerra el país con mayor consumo legal, y medicinal, de heroína por cápita. Un terreno abonado a todo tipo de sustancias estupefacientes del que las tropas finlandesas sabrían sacar partido durante la Segunda Guerra Mundial.

Los soviéticos no estaban en condiciones de luchar en un frío tan extremo (el peor invierno desde 1828), pero sobre todo se toparon con un oponente terrible. Los 270.000 soldados rusos muertos y los tres meses y medio que tardó la URSS en completar la operación despertaron a Stalin de su error.

El ejército finlandés se valió de toda clase de tácticas de guerrilla para luchar, así como de tabletas de heroína, morfina y opio. La heroína se empleó en grandes cantidades para combatir el frío y las infecciones.

Fue una suerte de milagro que, a finales de la guerra, el porcentaje de soldados que desarrollaran dependencia no alcanzara cifras de emergencia sanitaria.Cuando se reanudó la guerra contra Rusia, en 1941, las fuerzas armadas finlandesas distribuyeron 250 millones de tabletas de heroína y morfina.

Ahora sí, también incorporaron la metanfetamina. Aliados a partir de 1941 con los nazis, el gobierno finlandés adquirió del Tercer Reich 850.000 tabletas de pervitina para repartir entre sus unidades especiales.

Un testigo de los efectos de la anfetamina, Pauli Savinainen, observó que cuando una unidad de élite abría surcos en pista para hacerla esquiable, era recomendable que solo tomara pervitina el esquiador de cabeza, ante el riesgo de que algunos soldados drogados comenzaran una carrera por ver quién llegaba primero. Tener soldados «colocados» entre sus filas planteaba serios problemas.

¡Saludos!

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