¿Existen casos de especies invasoras controladas por depredadores autóctonos?

He aquí algunos ejemplos:

Como sabemos, Australia está plagada hoy en día de numerosos animales (conejos, ratas, zorros, perros y gatos asilvestrados, etc.) que han sido introducidos, voluntaria o accidentalmente, por el hombre; de hecho, dado que estas criaturas no son nativas del país, esto las convierte en especies invasoras (más bien foráneas) que causan estragos y grandes daños a los ecosistemas locales y a sus habitantes (de hecho, los conservacionistas creen que las especies invasoras son la razón número uno del declive de muchos animales nativos australianos)Invasive species are Australia's number-one extinction threat .

Afortunadamente, muchos de los depredadores autóctonos resultan útiles para controlar eficazmente a los animales invasores gracias a sus habilidades de caza, sus armas mortíferas y sus hábitos alimentarios oportunistas. Por ejemplo: las águilas de cola de cuña[1] -las aves de presa más grandes y poderosas de Australia- suelen cazar gatos, conejos y zorros (ver arriba), hasta el punto de comérselos en mayor volumen, ya que una pareja de águilas puede traer hasta 200 conejos como alimento para sus polluelos[2]; de ese modo, estas rapaces desempeñan un papel ecológico fundamental como controles de plagas de la naturaleza, pues ayudan a mantener controlada la población de especies invasoras.

Las serpientes australianas, como esta parda oriental[3], asumen el mismo papel, sobre todo cuando se trata de alimentarse de ratas, ratones y otros roedores portadores de enfermedades y, por extensión, de frenar su número; al hacerlo, mantienen un equilibrio muy delicado en el ecosistema. Pero esto tiene un precio muy alto: como los ratones y las ratas viven sobre todo cerca de las viviendas humanas, la búsqueda de presas pone a menudo a los reptiles sin patas en un peligroso contacto con las personas, y a la luz del veneno tóxico de muchas especies y su actitud a menudo agresiva, esto puede suponer un desastre aún peor que tener un problema de roedores...

Los jabalíes y los cerdos salvajes son otros dos ejemplos de especies invasoras, que muchos califican como las más destructivas del planeta[4], no solo en Australia, sino también en muchas otras partes del mundo (por ejemplo, en América, donde en 2013 había 6 millones de ejemplares en Estados Unidos). Y es que también causan estragos en los ecosistemas locales al aniquilar toda la vegetación que encuentran a su paso (incluidas las plántulas) con sus voraces hábitos alimenticios, superando a los animales autóctonos en la búsqueda de alimento, destruyendo los humedales y los nidos de los animales que anidan en el suelo, y matando sin piedad a especies autóctonas como serpientes, pájaros, insectos y otras, muchas de las cuales son vitales y están en grave peligro de extinción.

Para evitar que los cerdos sigan causando daños ecológicos, no sólo los cazadores humanos controlan su número mediante prácticas de sacrificio, sino que los depredadores locales también intervienen. Por ejemplo, se ha documentado que los cocodrilos y los caimanes cazan cerdos y jabalíes, independientemente del tamaño de su presa (ver arriba); también se sabe que los leones de montaña (también conocidos como pumas) y los osos (de tipo negro y pardo) -cuya área de distribución se solapa con la de los cerdos y jabalíes en varios estados del oeste de EE.UU. y en Florida[5]- atacan a cualquier cerdo que se interponga en su camino (ver más abajo).

Por último, pero no por ello menos importante, se ha establecido que los gatos monteses pueden contribuir a frenar la progresiva dominación de las pitones birmanas invasoras en Florida, lo que hacen devorando los huevos de las pitones[6]o incluso atacando a las propias constrictoras (ver más abajo). Esto demuestra cómo la Naturaleza puede desarrollar tantas formas de resolver problemas tan graves como los que plantean las especies invasoras, y finalmente curarse a sí misma.

Notas al pie