Por Bélgica.
Cuando terminaron las guerras napoleónicas, algo había que hacer con los antiguos países bajos austriacos, incluyendo Luxemburgo: los prusianos los querían, a lo que se oponían los franceses; los franceses los querían, a lo que se oponían prusianos y británicos, y el Reino Unido quería repartírselos con los otros dos, cosa que estos últimos no quisieron.
Al final, decidieron dárselos a Holanda, para formar el Reino Unido de los Países Bajos:
Los territorios belgas se convirtieron en un virreinato holandés, mientras que Luxemburgo se volvió Gran Ducado, con el rey de Holanda con el título correspondiente.
Cuando en 1830 los belgas se alzaron en rebelión, los luxemburgueses los apoyaron. Los belgas pretendieron anexionárselo, pero Francia y Prusia se opusieron, (el territorio era ambicionado por ambas potencias) así que Luxemburgo quedó como un mini estado tapón (junto con la recién independizada Bélgica) entre Francia y Prusia, situación que se formalizó en el Tratado de Londres de 1867.
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