Descubrí que tenía un pequeño bulto detrás de mi oreja derecha. No me preocupé por ello, pero era consciente de su presencia. En ese momento no tenía dolor ni molestia. A principios de enero de 2000 noté que mi amígdala derecha había empezado a hincharse. Después de unas semanas se volvió dolorosa y sensible. También me dolía el oído. Como me dolía al comer o beber, decidí visitar al médico.
Mi médico de cabecera local pensó que era una condición conocida como absceso periamigdalino. Me recetó antibióticos y paracetamol. Desafortunadamente esto no iba a desaparecer. El médico se preocupó lo suficiente como para recomendar que me hicieran una biopsia. Así que lo hice. Nunca olvidaré el día en que recibí mi diagnóstico. Mi cirujano de oncología es una persona maravillosa. Entré en su oficina y me dijo que tenía una amígdala cancerosa y como era demasiado grande para considerar un tratamiento no quirúrgico, no tuve elección. La cirugía fue reservada y tuve que acudir a la misma a los 7 días.
En resumen, el cáncer es doloroso y el tratamiento es aún peor. La cirugía, la radioterapia y luego los cambios en la vida. Podría seguir, es algo difícil de superar, pero la gente lo hace.
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Anatomia e Fisiologia do Corpo Humano, Simiologia Médica, Farmacologia, Fisiopatologia das Doenças
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