¿Por qué los rusos no se avergüenzan de Stalin, de la misma manera que los alemanes sí que se avergüenza de Hitler?

Por la sencilla razón de que Stalin, en medio de un contexto social y político muy conflictivo, y con todos los defectos que se le quieran agregar, reconstruyó el país, acabó con siglos de hambrunas (sí, HAMBRUNAS, en plural), creó más de 150 universidades y la URSS pasó del siglo XIV al siglo XX en las décadas posteriores. Todo lo que es la Rusia actual sería imposible sin Stalin. Y las nuevas generaciones lo saben porque sus abuelos se lo han contado.

No hay un "culto" especial hacia el personaje, habida cuenta de que ese progreso tuvo un precio muy doloroso, pero tampoco hay un rechazo social generalizado.

Stalin tiene luces y sombras, mientras que Hitler sólo tiene la más tenebrosa oscuridad.

Pese a su crueldad, Stalin era un líder pragmático, trabajador, capaz, astuto y muy competente. Hitler en cambio era un lunático alucinado, un vago, un bon vivant, un desgraciado iluminado por ideas mesiánicas, un mero encantador de serpientes. La suerte le sonrió al principio, pero la suerte no dura eternamente.

Stalin hablaba en voz baja y reposada. Hitler ladraba como un perro.

Hitler condujo a Alemania a una espiral de locura y consiguió que el país se convirtiera en un montón de escombros. Experimentos clínicos con prisioneros, embarazadas y niños gemelos, pantallas de lámparas fabricadas con piel humana, deficientes mentales enviados a la cámara de gas, burdeles ideados para crear engendros de raza aria, fabricación de una maquinaria industrial para exterminar en masa y un sinfín más de atrocidades, son suficientes para sentir vergüenza.

Tras la guerra, Alemania tuvo que vivir de las limosnas americanas, mientras que la URSS se reconstruyó por si sola en tiempo record.

Estas son las diferencias para los que "celebran" el Día Internacional de las Víctimas del Fascismo y el Comunismo y se han creído el cuento de que ambas cosas fueron lo mismo.