Un ingeniero es teletransportado 2,000 años atrás a Roma. Con su conocimiento de la física moderna, ¿qué podría crear con la tecnología disponible?

No podría crear nada casi. A lo mejor podría crear algunos juguetes interesantes, pero no mucho más.

Hay tres grandes obstáculos para esas hipótesis de historia alternativa basadas en viajes en el tiempo: una golondrina sola no hace el verano.

Un ‘ingeniero’ es un profesional muy especializado que trabaja con una parte pequeña y no muy importante del proceso productivo. Los ingenieros de hoy dependen demasiado del trabajo de otras personas y no podrían hacer nada sin materiales específicos y ordenadores.

Supongamos que el ‘ingeniero’ es un ingeniero civil: él puede calcular cuanto de cemento, de arena, de agua y de barras de refuerzo se usa para producir hormigón armado y qué consistencia el hormigón tendrá para soportar un edificio de cuatro o cinco pisos. Pero ese cálculo depende de un cemento estándar, de un tipo peculiar de arena, de agua purificada y de barras de refuerzo producidas según un proceso característico de forja de acero. Si cambia la calidad del cemento, las propiedades del agua o de la arena o la resistencia del acero de las barras, su cálculo resulta inútil.

Entonces, el ingeniero tendría que aprender sobre la calidad de los materiales usados en Roma antes de poder calcular un edificio mejor que los romanos.

Además, pocos ingenieros dominan todo el proceso productivo. Una característica del capitalismo es la alienación del obrero: nadie sabe todo lo necesario para producir una mercancía (o un edificio). Cada producto que se vende ha pasado por las manos de varias docenas de profesionales distintos y cada una de esas etapas tiene un proceso suyo. El ingeniero civil trabaja con el planeamiento de la construcción, no sabe nada de la producción de acero, casi nada de la purificación del agua, poco sobre lo del cemento…

Y hablemos ahora de la lengua. ¿Cómo podría nuestro heroico ingeniero explicarles a los romanos como producir predios de treinta pisos? ¿Qué lengua hablaría con ellos?

Es decir: el ingeniero no tendría en Roma los insumos necesarios para convertir su conocimiento abstracto en productos tangibles que los Romanos reconocerían como resultantes de una cultura material superior. Además de eso, su blandura de carácter, las manos suaves, los dientes blanquillos, el cuerpo rechoncho y la lengua incomprensible le harían parecer ante los romanos como un bárbaro flojo.

La primera cosa que nuestro heroico ingeniero tendría que hacer sería aprender el latín. No es poca cosa. Luego de aprenderlo, tendría que encontrar a alguien que pudiera darle valor a sus conocimientos de ingeniería. Los romanos eran muy avanzados en ingeniería: algunos de sus hechos de arquitectura sólo fueron igualados casi 2,000 años después. Es decir que no darían mucho valor a cualquier cosa. Hormigón armado, por ejemplo: los romanos sabían hacerlo tan bien que todavía hoy los ingenieros imaginan cómo los romanos lo hacían.

No sé si nuestro heroico ingeniero sobrevive hasta aprender el latín, pero si sí sobrevive, entonces todo lo que podría hacer es enseñar una cosita u otra a un romano. A lo mejor algún ingeniero del siglo XXX ha ido a Roma y enseñado a un romano como producir hormigón armado…