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¿Qué opinión había de la homosexualidad en las civilizaciones antiguas?

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Depende la civilización antigua en cuestión.

En la antigua Grecia ni siquiera tenían una palabra para “homosexual” - para ellos era “obvio” que todo hombre iba a sentir deseo sexual por casi todo lo que se le pusiera enfrente, hombre, mujer o niño. Técnicamente tabú, pero también muchos practicaban el bestialismo. Lo humillante en esta cultura era ser un homosexual pasivo en la adultez - eso era lo “apropiado” solo para los adolescentes, que se esperaba adoptaran ese rol cuando eran emparejados con un varón que les doblaba (o casi) la edad, generalmente amigo del padre: la pederastia era una institución socialmente aceptada y considerada parte normal de la vida.

Pero al llegar a la edad adulta se esperaba que adoptaran el rol activo. Si seguían en el rol pasivo eran pésimamente vistos por la sociedad. Por el contrario, un “proctópilos”, esto es, un “culi-peludo” era un auténtico macho que penetraba todo lo que se le ponía enfrente, con la espada o con el pene, sin ser penetrado jamás por nada. Recordemos el famoso dictum de Aristóteles: los hombres son para el placer y las mujeres para tener hijos (y él creía además que la mujer estaba entre las máquinas y los animales, aunque sus discípulos creían que más bien estaba entre los animales y los esclavos, en cuanto a inteligencia — una misoginia muy común en su lugar y época).

En general las mujeres tenían un estatus social muy bajo en la antigua Grecia. La homosexualidad femenina era ligeramente mal vista, pero “aceptable” en mujeres que aún no se habían casado, o cuando era practicada entre mujeres de la misma casa (la esposa con la cuñada o con la tía política, por ejemplo). Parte de lo escandaloso de Safo de Lesbos era que había criado a su hija sola (sin haberse casado jamás con el padre de esta) y que tenía a su alrededor su propia academia con discípulas-amantes, igual que los filósofos varones.

En Roma la situación para la mujer era un poco mejor socialmente, y esto se extendía también al sexo homosexual: no era raro que las matronas tuvieran sexo lésbico (a veces, en auténticas orgías masivas) en los baños públicos. A los varones no les importaba mientras no tocaran sexualmente a otro hombre que no fuera su esposo. Ahora bien, la opinión respecto a si los esclavos contaban como “otro hombre” variaba mucho, y de todas formas muchas mujeres, casadas o no, con permiso de su marido o no, sobornaban a los guardias del circo para que las dejaran pasar a tener sexo con los gladiadores, que eran considerados dechados de masculinidad.

La homosexualidad masculina, por su parte, era bien vista por los romanos: consideraban que un hombre que prefería a los jovencitos era “más espiritual”. Parte de las cosas que hacían del emperador Claudio ser tan mal visto era que era exclusivamente heterosexual (algo muy raro en su lugar y época) y que además todas sus esposas fueron mujeres con un apetito sexual desenfrenado (lo que reforzaba la imagen en sus contemporáneos de que Claudio era un adicto al sexo y se dejaba llevar siempre por sus “bajas pasiones”). Y qué decir de la abierta bisexualidad de Julio César (llamado en su tiempo “el marido de todas las mujeres y esposa de todos los hombres”, pues era un gran seductor), o el rol pasivo de César Augusto en sus relaciones homosexuales (inventó una crema depilatoria a base de miel, ceniza volcánica, cera de abeja y algunos otros ingredientes para depilarse por completo las piernas y el trasero, sus amantes lo preferían así)

En la antigua China también tenían una opinión que la homosexualidad masculina era “normal” o hasta “sana”, y por lo general se esperaba que un alto militar o burócrata de alto rango tuviera, además de su esposa y/o concubinas, jovencitos o eunucos dispuestos también a darle placer. Un general de la dinastía Ming causó polémica porque vivía con un jovencito (14 o 16 años, no recuerdo bien) y con su esposa (veinteañera ella)… y les daba permiso de tener sexo entre ellos cuando él no estaba presente (que era muy seguido, pues por su rango debía viajar casi todo el año) en lugar de obligarlos a complacerlo sólo a él y nada más. Era escandaloso, pues nunca tuvo certeza sobre la paternidad de los hijos de su esposa, y no le importaba en lo absoluto. La homosexualidad femenina era vista con sospecha, sobre todo si las mujeres que la practicaban se negaban a casarse y tener hijos: en un episodio de cierta dinastía medieval (he olvidado cual) hubo una tasa de natalidad muy baja en cierta región del sur. El burócrata a cargo consideró que el problema es que había demasiadas mujeres viviendo emparejadas, así que las sometió a juicio colectivamente (por los delitos de “practicar el pulido de los espejos detrás del muro”, esto es, “tribadismo”, y “negarse a darle descendientes a sus antepasados” en desobediencia directa de la piedad filial) y fueron expulsadas en masa hacia Vietnam para que el “mal ejemplo” no cundiera.

De las civilizaciones americanas, sé que la nobleza maya compraba muchas veces un esclavo jovencito para que sus hijos jóvenes se desfogaran sexualmente en lo que se casaban pero sin correr el riesgo de dejar embarazada a su pareja (cosa que podría ocurrir si fuera una esclava). No sé cuál sería la opinión de la homosexualidad tras el matrimonio o entre mujeres.
También sé que en el imperio incaico la conducta homosexual de todo tipo era castigada penalmente. Me extraña porque con el control tan estricto que querían tener de la economía y de todo, pensaría que al revés, una homosexualidad forzosa para los súbditos (salvo por algunos meses del año) les permitiría controlar mejor el crecimiento poblacional.

Mucho más al norte, en las praderas de EEUU-Canadá las personas con tendencias homosexuales eran vistas como una especie de “encarnación equivocada” y se les permitía casarse con la persona del sexo que quisieran, y trabajaban después como chamanes pues se consideraba que por su “rareza” estaban más cerca del mundo de los dioses y los demonios y por tanto eran ideales para ejercer la magia (similar idea tenían los mayas respecto a las personas nacidas con algún defecto físico, razón por la que en las cortes había muchos jorobados, enanos, tuertos, etc. de nacimiento pues les creían más cerca de ese mundo divino)

Entre los esquimales, las mujeres que tenían actitudes hombrunas desde niñas podían ganarse el derecho a ser consideradas “hombres” en la adultez si demostraban su valía para la cacería, en cuyo caso se casaban con otras mujeres (tantas como pudieran mantener, igual que los varones) y adoptaban hijos (para bien o para mal, en un ambiente tan rudo no faltaban los huérfanos). No sé cuáles eran sus actitudes hacia la homosexualidad masculina, eso sí.

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