¿Por qué la iglesia católica te impone reglas nuevas que ni siquiera aparecen en la Biblia?

Desde su propio punto de vista, la Iglesia Católica (así como las Iglesias Ortodoxas y las Iglesias Orientales) no deriva de la Biblia. En efecto, los apóstoles de Jesucristo fundaron comunidades, o sea iglesias, en las principales ciudades del Imperio Romano y dejaron a cargo de dichas iglesias a sus propios discípulos, con el encargo de supervisar al fe y las costumbres; en griego epíscopo, en español obispo, quiere decir supervisor. Estos obispos a su muerte fueron sucedidos por otros y así hasta la actualidad. Las ciudades que no tenían iglesias las recibieron siempre de un misionero proveniente de otra que sí la tenía y sus obispos fuern consagrados por otros obispos. A este principio se le llama Sucesión Apostólica y es reivindicado por los católicos, los anglicanos, los ortodoxos y los orientales. Los obispos son los que pueden autorizar una nueva regla o norma, los que regulan el culto y mantienen la pureza de la fe, pero también la interpretan. Todas las iglesias mencionadas están de acuerdo en ésto, el conflicto surge cuando hay que resolver una disputa de fe o de costumbres; los católicos creen que la autoridad suprema en estos casos es el obispo de Roma en cuanto sucesor de Pedro, colocado por Jesucristo a la cabeza de la Iglesia Universal, las demás iglesias sostienen que la autoridad suprema debe recaer en un concilio de obispos de todo el mundo habitado (ecuménico).

La Biblia es vista, en esta tradición, como un libro escrito en parte por la comunidad creyente judía; el Antiguo Testamento, y en parte por la misma Iglesia en sus primeros años; el Nuevo testamento. Una vez separada la Iglesia del judaismo, toda la Biblia le pertenece y a ella, en su totalidad, le corresponde interpretarla.

De manera que en el momento de dar respuesta a nuevas preguntas sobre la fe o sobre las costumbres la Iglesia debe buscar las respuestas en: 1) la Biblia, interpretada por ella misma 2) lo que dijeron los primeros eruditos de la iglesia, llamados Santos Padres y 3) la tradición de la Iglesia, o sea lo que siempre y en todos lados ha sido aceptado.

Por último, las Iglesias cristianas en general, tienen como principio que ninguna regla está por encima de la única regla del cristianismo: Ama a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a tí mismo… en palabras de San Agustín: “Ama y haz lo que quieras…” Matizan esta llamada al antinomialismo con la frase: “Sólo en la Iglesia hay salvación”.

Hasta aquí la versión eclesiástica del asunto. Lo que sigue es, brevemente, mi opinión:

Todas las religiones que tienen como base un libro sagrado, lo entiendan como lo entiendan, se encuentran ante el hecho de que la vida cotidiana, el devenir histórico y la comprensión del mundo varían. El libro, por su parte, permanece idéntico a sí mismo y anclado en la época/cultura que le dio origen. Necesita, pues, ser interpretado para los nuevos tiempos, comentado, aclarado y, a veces, traducido. En el judaísmo la Tanaj, que es lo que los cristianos llaman Antiguo Testamento y sobre todo la Torah, que es conocida como la Ley o los Cinco Libros de Moisés (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio), fue puesta por escrito hacia el siglo III a. C. Ya en el siglo I de nuestra era se hizo necesario interpretarla y actualizarla, de hecho de las diferencias de interpretación surgieron el judaísmo y el cristianismo. En el siglo III empezó a escribirse el comentario o Mishná y dos siglos después, el Talmud, que comenta el comentario. En el Islam, la escritura sagrada es El Corán, que no puede ser traducido (aclaro, para el culto o la meditación, sí para divulgarlo) y que es complementado por los comentarios, o hadices, del Profeta, la Paz sea con él.

En el hinduísmo, el budismo, el confucianismo y el taoísmo, las escrituras sagradas también son complementados por los textos de los sabios de cada una de esas religiones y, en el caso del budismo, por lo establecido en los primeros concilios.

Más allá de lo religioso, las constituciones escritas, como la de los EE UU, también son comentadas y adaptadas al devenir histórico a partir de reglas que, en parte, derivan de las usadas por la Iglesia.