¿Te gusta más hablar con personas de tu mismo sexo o del otro sexo?

Voy a ser más que franca y sé que me voy a liar como las persianas: me gusta hablar con personas que no me hacen sentirme “mujer”, entendiendo como “mujer” ese rol horrible que te convierte en carnaza para “hombres” y en rival para otras mujeres.

Nací mujer y pienso como persona y aunque esto parezca una obviedad, parece que no lo es en una sociedad que tiende a clasificar en sistemas binarios y acomodar su catálogo de actuaciones y discursos según lo que su interlocutor tiene entre las piernas. Así, que alguien (mediante palabras, acciones o gestos) me suma (porque es eso, sumirme) en un rol social de género me provoca, y siento la expresión, prurito anal. No hay manera más rápida de provocarme tedio y desinterés. Hombres que me tratan con esa detestable dulzura y condescendencia, que hacen que mi más que diminuto pecho cobre una relevancia absurda por el mero hecho de tenerlo, mujeres que entran en un bucle manido de conversaciones prototípicamente femeninas o que buscan en todo momento, sin quererlo, la comparación odiosa. De esas personas escapo.

Hubo una etapa de mi vida, sobre todo cuando superé la infame etapa de la adolescencia (era rellenita y un poco callo malayo (a mi cara le faltaba acomodarse; era, como decirlo, un cuadro cubista), en la que llegué a tener cierto conflicto personal y es que cuando hablaba, no sé por qué, me visualizaba a mí misma como a un hombre. No me sentía hombre, cuidado, sino que desde fuera me veía masculina. Tiempo después entendí que esto era así porque mis propios colegas me decían que no era femenina y parecía por veces un chico. Llegaron a decirme que tenía que aprender a ser “femenina” porque, claro, era resultona y hablar como lo hacía era raro: no sabía coquetear (sigo sin saber qué es eso), hablaba alto, expresaba firmemente mis opiniones y soltaba muchos tacos (como ahora en según qué registros, pero adoro la expresividad de un “me cago en Dios” bien soltado). Yo me veía hombre porque no encajaba en el absurdo rol social australopithecus “mujer” de esos neandertales. Huyo, por completo, de verdad, de gente así. Y hay mucha (o yo soy muy sensible y observadora, que también puede ser).

En definitiva, me gusta hablar con quien no se impone a sí mismo roles de género y con quien no me los impone a mí. Así es que adoro a los tíos que no castran su lado “femenino” (?) y a las mujeres con… ¿un lado masculino poderoso? #personasYingYangS'ilVousPlaît