¿Es débil el ejército ruso?

Más de medio billón de dólares destinados a la tan cacareada modernización del ejército, los generales rusos robaron y gastaron en mansiones y vehículos de lujo.

Los generales se autoconvencieron: si Putin roba, ¿por qué nosotros no podemos hacerlo? Este lema es la base misma del sistema de corrupción total de Putin.

El tío de mi amigo, que trabaja en el Ministerio de Defensa en Moscú, dijo que un año había literalmente viejos Volgas soviéticos y coches coreanos baratos de segunda mano aparcados junto al imponente edificio a orillas del río Moscova, y al siguiente flamantes G-wagons, Porsches y Mercedes Benz.

Los generales no podían dejar de robar, y engañaron a Putin diciendo que estaban construyendo armas modernas (mientras trabajaban en proyectos refritos de la década de 1970) y él les creyó.

Los contratistas robaron a los funcionarios y a los generales. Los subcontratistas robaron a los contratistas. Todo el mundo estaba ahí robando, robando, robando. La oportunidad de hacer una matanza superaba el riesgo de ser atrapado por todos los que robaban, tal era el sistema que Putin había construido.

Los generales no querían la guerra con Ucrania, y se suponía que era una operación especial para todo su plan se basó en el pánico de la población, lo mismo que ocurrió en Maidan cuando el presidente títere ruso huyó. No tuvieron en cuenta las habilidades autoorganizadas de los ucranianos, el heroísmo y el presidente Zelensky que no huyó. La resistencia unida del pueblo resultó ser la fuerza más poderosa a la que se enfrentó de repente el ejército ruso.

Los seis días siguientes dejaron al descubierto el viejo hardware de la guerra de Chechenia, la falta de planificación táctica y estratégica, y la falta de soldados profesionales que lucharan por la patria en Ucrania.

Putin se licenció en Derecho, pero no trabajó en los tribunales.

Terminó la escuela del KGB, pero no llegó a ser espía y trabajó como jefe del Club de Oficiales en Dresde.

Se dedicó a la política, pero le dieron un trabajo para llevar una maleta al alcalde de San Petersburgo, que moriría en circunstancias misteriosas.

Y de repente, de la nada, se convirtió en el presidente de Rusia.

Putin no era un abogado, ni un agente secreto, ni un político. Era un ladrón.

Como ladrón, Putin:

• Robó a los rusos billones de dólares
• Les dio ese dinero a sus amigos y oligarcas, pero luego también les robó a ellos debido a las sanciones.
• Robó la democracia y las elecciones a los rusos.
• Robó Osetia del Sur y Abjasia a Georgia.
• Robó Crimea a Ucrania. El Donbas semi-independiente. Y ahora destruye para robar todo el país.
• Robó las aspiraciones democráticas del pueblo en Bielorrusia.
• Robó la economía rusa.
• Aisló completamente a Rusia de Occidente robando el futuro de los rusos.

Y amenaza con robar el mundo a la humanidad con ataques nucleares.

Este hombre sólo sabe tomar de otros y no dar nada a cambio. Eso es lo que hacen los ladrones.

Si Rusia fuera una democracia, estaría fuera en 2008. Pero en un país autoritario cambió las leyes y se quedó para gobernar indefinidamente.

Muchos se preguntan por qué los oligarcas eligieron a Putin entre todas las personas.

La respuesta es sencilla: era un compañero de fatigas. Sólo que de menores proporciones, pero él los superaría a todos. Eligieron a uno de los suyos. Un ladrón.

El robo se ha vuelto tan común que no robar se convirtió en un problema, en un delito. Y por eso Rusia tiene un ejército patético: ¡todo ha sido robado! Y por qué los soldados están hambrientos, sin piedad, con el viejo equipo militar sacado por las nuevas armas occidentales.

Los generales tenían que enviar a las batallas a reclutas de dieciocho años con cero o mínimo entrenamiento. Eran la presa fácil para los ucranianos, ya que no querían luchar en primer lugar.

Los soldados ucranianos hicieron fotos y vídeos y todo el mundo se enteró de quiénes luchaban en el ejército ruso, e incluso les hicieron llamar a sus madres para que vinieran a recogerlos.

El Ministerio de Defensa se negó a llevarlos a casa. Así es como el Estado se preocupa de sus ciudadanos y de la demografía.

Fue la misma historia en las dos guerras de Chechenia, cuando los soldados profesionales sacrificaron sus vidas para cuidar a los jóvenes reclutas, inexpertos y petrificados, incapaces de enfrentarse al enemigo.

Y no creo que haya sido diferente en la historia de Moscovia.

Mi abuelo fue reclutado a los diecinueve años y enviado a luchar en la Guerra de Invierno a Finlandia. En aquella época también había propaganda soviética. Tuvo una enfermedad renal crónica y nunca habló de esa guerra, prefiriendo hablar de la Segunda Guerra Mundial (con moderación).

No recibió ninguna medalla por la guerra de Finlandia, pero sí muchas por la Gran Guerra Patria.

Un chico reclutado para luchar contra los neonazis y Banderas.

El mismo chico que unos meses antes se encontraba en la red social VK.

Sólo un niño y el hijo de alguien. En el ejército de Putin. Ya he dicho bastante.