un año de arduos trabajos, B ennett puso a punto un sistema form ado por dos ordenadores separados por una distancia de 32 centím etros, uno de lo...
un año de arduos trabajos, B ennett puso a punto un sistema form ado por dos ordenadores separados por una distancia de 32 centím etros, uno de los cuales iba a hacer las veces de em isor y, el otro, de receptor. Tras varias horas de pruebas y ajustes, el experim ento se v io coronado por el éxito: em isor y receptor com pletaron todas las fases del proceso e incluso fueron capaces de verificar sus claves respectivas. La criptografía cuántica era posible. El histórico experim ento de Bennett tenía el obvio inconveniente de la distancia. Sin embargo, en años sucesivos, otros equipos de investigación fueron ampliado el alcance de la transmisión: en 1995, investigadores de la Universidad de Ginebra llegaron a 23 km por m edio de un cable de fibra óptica; en 2006, un equipo de Laboratorio N acional de Los Alamos, de Estados U nidos, a 107 km por el m ism o procedim iento. A unque no son todavía distancias suficientes com o para que sean útiles en el ámbito de la com unicación convencional, sí pueden serlo para el caso de áreas de com unicación restringida, com o edificios gubernamentales, sedes de empresa o similares. Dejando al margen consideraciones relativas a la seguridad física de la transmisión -e s decir, a la posibilidad de que la transmisión se vea im pedida por medidas de sabotaje que tam bién p ueden ser de naturaleza cu án tica-, el criptosistem a cuántico aquí esbozado representa el triunfo final del secreto sobre la indiscreción, de la criptografía sobre el criptoanálisis. Ahora sólo queda preocuparse —y no es un tem a m enor, si se ha de hacer caso a las reflexiones de Zim m erm ann— de cóm o se aplica esta herramienta, y a quién beneficia.
Compartir