El trabajo infantil tiene impactos significativos en el crecimiento y desarrollo integral de la niñez y adolescencia. En el desarrollo cognitivo intelectual, el trabajo infantil limita el tiempo y la energía necesarios para las actividades escolares y el juego, fortalece el pensamiento concreto en lugar de estimular el abstracto, y genera presión y exigencias laborales que impiden el desarrollo lúdico. En el desarrollo del lenguaje, el trabajo infantil limita el estímulo de la expresión oral y escrita, así como la posibilidad de ejercitar los usos del lenguaje. En el desarrollo emocional y social, el trabajo infantil limita la construcción de la autoestima, la interacción con el medio y la expresión espontánea de sentimientos. Además, tiene impactos en la identidad y relaciones sociales, generando conflictos de identidad, retraimiento, pérdida del disfrute del juego y adquisición de conductas de riesgo. Para abordar el trabajo infantil, es necesario desarrollar un trabajo conjunto y articulado en cada provincia, así como profundizar la prevención en zonas de producción agropecuaria y con población vulnerable económicamente y socialmente. La consulta por controles de salud constituye un momento apropiado para la prevención y detección temprana del trabajo infantil. El equipo de salud tiene un importante rol simbólico para las familias, ya que su palabra y acción pueden ser valiosas para reflexionar sobre las creencias y hábitos relacionados con el trabajo infantil.
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