El tratado de Brest-Litovsk, impuesto por la Alemania monárquica, y el posterior y mucho más brutal e infame tratado de Versalles, impuesto por las...
El tratado de Brest-Litovsk, impuesto por la Alemania monárquica, y el posterior y mucho más brutal e infame tratado de Versalles, impuesto por las repúblicas “democráticas” de Estados Unidos y Francia, y también por la “libre” Gran Bretaña, han prestado un servicio muy útil a la humanidad, al desenmascarar al mismo tiempo a los plumíferos a sueldo del imperialismo y a los reaccionarios pequeñoburgueses, quienes, aunque se califican a sí mismos de pacifistas y socialistas, alababan el “wilsonismo” e insistían en que la paz y las reformas son posibles bajo el imperialismo. Las decenas de millones de muertos y mutilados que dejó la guerra —una guerra para decidir qué grupo de saqueadores financieros, si el británico o el alemán, se quedaba con la mayor parte del botín— y esos dos “tratados de paz” están abriendo los ojos, a una velocidad sin precedentes, a millones y decenas de millones de personas aterrorizadas, oprimidas y engañadas por la burguesía. De la ruina mundial causada por la guerra está surgiendo una crisis revolucionaria mundial que, por largas y duras que puedan ser sus fases, solamente puede conducir a la revolución proletaria y a su victoria.
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