a, entre los siglos XI y XIV, una conversión esencial. Antes se contentaba con subsistir, con sobrevivir, porque creía que el fin de los...
a, entre los siglos XI y XIV, una conversión esencial. Antes se contentaba con subsistir, con sobrevivir, porque creía que el fin de los tiempos estaba próximo. El mundo envejecía y el miedo del Anticristo se contrarrestaba con el deseo del Milenio, del reino de los santos sobre la tierra o, de una forma más conforme con la ortodoxia de la Iglesia, la espera del Juicio final alentaba por igual la esperanza del Paraíso y el temor del Infierno. Ahora se instala sobre la tierra por un tiempo siempre limitado pero más largo y piensa, más que en la vuelta a la pureza original del Paraíso o de la Iglesia primitiva, o en el vaivén al final de los tiempos, en lo que le separa aún de la eternidad. Lo provisional va a durar aún. Cada vez piensa más en arreglar su morada terrestre y en procurarse, en el más allá, un territorio, un reino de espera y de esperanza entre la muerte individual y la resurrección final, el Purgatorio.
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