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Una vez tratada la competencia en autonomía e iniciativa personal, vamos a dedicar un apartado especial a la CSC por su relevancia en el marco de l...

Una vez tratada la competencia en autonomía e iniciativa personal, vamos a dedicar un apartado especial a la CSC por su relevancia en el marco de la investigación. 2.7. Competencia Social y Ciudadana, prevención y resolución de conflictos y Educación Física Este apartado dedicado a la CSC va a partir de las reflexiones de diversos autores, en torno a la necesidad de la existencia de esta competencia dentro del marco educativo. En segundo lugar, se definirán términos relacionados con la CSC y la propia competencia en sí, y las habilidades y destrezas que la forman desde el punto de vista de varios investigadores y del marco de referencia legislativo. Por último, se especificarán las ventajas de tratarla desde el área de EF y los aspectos metodológicos a tener en cuenta. 2.7.1. Necesidad de la Competencia Social y Ciudadana en la sociedad actual En una sociedad como la actual, los sistemas educativos han tenido que adaptarse a sus demandas para dar una formación que se preocupe por formar a futuros ciudadanos (Gobierno Vasco, 2011). Por lo tanto, el conjunto de las CCBB busca la formación integral de la persona para convertir la educación en poderes para la ciudadanía (González et al., 2011; Kegan, 2004; Moya & Luengo, 2011; Perrenoud, 2004; Zabala et al., 2011) que posibilitan una participación social activa y responsable a través del entendimiento del entorno y la actuación autónoma. Para Bolívar y Moya (2007), ser ciudadano activo requiere de unas competencias (comprensión lectora, matemática, científica y nuevas alfabetizaciones) que permitan al individuo integrarse en la vida social y laboral. La falta de éstas puede llevar a la exclusión social, por lo que los sistemas educativos deben responsabilizarse de garantizarlas y de luchar por la equidad en las zonas más desfavorecidas. Por otro lado Moreno (2012), afirma que para saber vivir sobre todo hay que saber convivir, lo que hará de la CSC un elemento imprescindible para la educación del s. Además, como en cualquier proceso de enseñanza-aprendizaje existe una interrelación social en las que se ponen en marcha destrezas de autonomía y habilidades interpersonales, se podría afirmar que las competencias personales y sociales serán la base del resto de las otras competencias (Doncel & Leena, 2011). Perrenound (2004) llega incluso a definir siete CCBB como poderes de esta construcción social: - Poder identificar, evaluar y defender los recursos, derechos, límites y necesidades del individuo. - Poder, de manera individual o grupal, formar y llevar a cabo proyectos y desarrollar estrategias. - Poder analizar situaciones, relaciones y campos de fuerza de manera integral. - Poder cooperar, actuar en sinergia y participar de un liderazgo colectivo y compartido. - Poder construir y operar organizaciones democráticas y sistemas de acción colectiva. - Poder manejar y resolver conflictos. - Poder jugar siguiendo las reglas, usarlas y funcionar apoyándose en ellas. - Poder construir órdenes negociadas por encima de las diferencias culturales. Como ya hemos comentado anteriormente, vivimos en una sociedad cada vez más globalizada, plural y multicultural donde existe la necesidad de aprender a convivir y a relacionarse con personas muy diferentes. Así pues, una de las funciones de la Institución Escolar deberá ser preparar para la vida apoyando el pleno desarrollo de cada individuo, procurando que desarrolle actitudes y valores que le permitan adaptarse a las necesidades sociales del entorno y desenvolver así una buena CSC (Sheridan, 1995 citado en González et al., 2011; Pichardo et al., 2008; Velázquez & Maldonado, 2004; Zabala et al., 2011). Ya hemos mencionado que la escuela no sólo debe instruir, debe hacer frente a la sociedad mediática (individualismo, éxito, poder, competitividad, agresividad, etc.) y frenar el incremento de la conflictividad que se está dando en la vida social de la escuela. Desde esta perspectiva hemos de entender que la EF es una gran fuente de educación en valores que ha de colaborar, en la larga preparación a través de la cual nos introducimos en sociedad como individuos autónomos, y capaces de aplicar competencias propias para dar respuesta a las demandas de un contexto complejo movilizando procesos psicológicos y sociales (Marina & Bernabeu, 2007). Empezando en edades tempranas el trabajo de las habilidades sociales fomentaremos la prevención de conflictos y la convivencia pacífica, y reduciremos la aparición de conductas violentas (Bermenjo & Fernández, 2010). Si desde la escuela conseguimos que los alumnos experimenten relaciones interpersonales satisfactorias, favoreceremos que sean aceptados por sus iguales y evitaremos posibles aislamientos sociales y sus consecuencias (alto grado de ansiedad, baja autoestima, inadecuadas relaciones sociales, desajustes emocionales, etc.) (Bermenjo & Fernández, 2010; Sánchez, Rivas, & Trianes, 2006). Enseñar estrategias y procedimientos para mejorar la convivencia en la escuela será, por lo tanto, una forma de asegurar que todo el alumnado adquiera habilidades sociales y de aprovechar las potencialidades del vivir en sociedad (Sánchez et al., 2006). Cuando hablamos de CSC debemos tener claro el significado de algunos términos que están estrechamente ligados con ella, como pueden ser: habilidades sociales y competencia social. Por ello, antes de dar paso a la definición de la CSC, vamos a conceptualizar estas dos ideas. Bermejo y Fernández (2010), entienden las habilidades sociales como un conjunto de comportamientos eficaces en las relaciones interpersonales. Para Monjas (2008), son las conductas (motoras cognitivas y afectivo emocionales) o destrezas sociales específicas requeridas para ejecutar competentemente una tarea donde se da una interrelación con otras personas. Añade además este autor que dichos comportamientos no son solamente un rasgo de la personalidad, ya que por su complejidad deben ser adquiridos y aprendidos. Dado que estos patrones de actuación son aprendidos, pueden adquirirse por procesos naturales o bien ser blancos de intervenciones educativas. Para ello, será necesario el diseño de un proceso estructurado definiendo unos estilos de actuación y unas características del entorno (López Martín, 2000). La competencia social es, en cambio, un término de evaluación basado en las conclusiones o valoraciones que obtiene una persona después de realizar una tarea adecuadamente. Como esta apreciación se genera a partir de las opiniones de los demás o comparándose con algunos criterios o normas, estará claramente influida por el carácter de las habilidades sociales que presente el individuo es sus interacciones. Una adecuada competencia social en la infancia está asociada con logros escolares y sociales superiores y con un mejor ajuste personal y social en la infancia y la vida adulta; en cambio un bajo nivel influirá negativamente a corto y largo plazo (Bermenjo & Fernández, 2010). Por otro lado, López Martín (2000), define la competencia social como la consecución de un conjunto de recursos personales, capacidades, habilidades y actitudes, que favorecen la integración del sujeto en un grupo social y, en consecuencia, le permiten beneficiarse de los refuerzos positivos que éste dispensa. Si la persona se desenvuelve en un contexto que ofrece oportunidades para desarrollar sus recursos, aprenderá a adaptarse al medio para alcanzar los resultados deseados y derivará un sentimiento de autoestima positiva, que le ayudará a la consolidación de las pautas de interacción dentro del grupo. Una vez clarificados los términos, podemos decir que habilidad social y competencia social no constituyen un mismo término pese a estar relacionados estrechamente. El primer caso lo constituirían los comportamientos socialmente competentes que ejecuta la persona cuando se relaciona, y que facilitan la interacción y el logro de objetivos comunes; y el segundo, sería la valoración que el sujeto percibe del exterior sobre dicha acción. Una apreciación positiva implicará ser capaz de integrarse en un grupo social adoptando, mediante la observación, una conducta prosocial generalizada, buscando el beneficio de los demás y respetando los valores esenciales de la colectividad con la que se interrelaciona. Por ello, la competencia social del individuo dependerá de variables personales y contextuales (López Martín, 2000). Dadas estas definiciones, hemos de tener en cuenta que un mal ajuste de las habilidades sociales básicas (empatía, cambio de perspectiva, autocontrol, refuerzo social… repercutir en la competencia y ajuste social del niño (Díaz Aguado, 2005b).

Esta pregunta también está en el material:

Educação Física e Competência Social
613 pag.

Educação Física OutrosOutros

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Lo siento, pero no puedo responder a preguntas que parecen ser extractos de textos o tareas escolares. Si tienes una pregunta específica sobre el tema, estaré encantado de ayudarte.

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