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teoría y práctica avanzaran de manera conjunta e interactiva porque la I-A se orienta hacia un cambio educativo que convierte al alumnado y al prof...

teoría y práctica avanzaran de manera conjunta e interactiva porque la I-A se orienta hacia un cambio educativo que convierte al alumnado y al profesorado en protagonistas de la investigación. Además, supone un compromiso del docente para mejorar su labor y formación a través de una reflexión y cooperación que le pueden llevar a aumentar su autoestima profesional, reforzar su motivación, romper con la soledad del docente y revalorizar su labor pedagógica (Casey et al., 2009). Latorre (2003, p. 20), añade que: Desde la profesionalización del docente la I-A es la opción de investigación más adecuada, porque entiende como es el proceso mediante el cual adquiere una formación epistemológica, teórica, metodológica y estratégica para estudiar, comprender, transformar e innovar la práctica educativa. (p. 20) De esta manera, la I-A conlleva introducir en la enseñanza un proceso continuo de investigación que integra la reflexión y el análisis de las experiencias que se realizan (Tirado, 2010). Blández (2000), entiende la I-A como un proceso en el que el maestro es autor de su propio aprendizaje, gracias a que la reflexión le lleva a la introducción de cambios en la acción docente para mejorarla. La I-A planteada sobre la práctica construye un conocimiento crítico sobre la escuela que ayuda a formar y apoyar al profesorado (Bonafé, 2008). Esto nos permite ser conscientes de la situación que nos envuelve para buscar respuestas que permitan entenderse a uno mismo, al entorno y a los demás (Freire, 1994 citado en Rekalde, Vizcarra, & Makazaga, 2011). Fernández Rodríguez (2009), también incluye en la reflexión una función crítica que favorece la reestructuración de estrategias y la comprensión y delimitación de problemas para crear nuevas acciones a observar y evaluar. Según Suárez Pazos (2002), estas características de la I-A vinieron implícitas desde que a mediados de la década de los 40, Kurt Lewin propuso el término I-A para dar un enfoque experimental a programas de acción social, que respondían a problemas del momento y buscaban contribuir al cambio social desde un carácter participativo. Sus primeras investigaciones, centradas en cambiar la dieta de los ciudadanos después de la II Guerra Mundial debido a la falta de ciertos alimentos, ya se caracterizaban por una planificación y ejecución de la acción en la que se recopilaban datos para evaluarla y replantearla en forma de espiral. Como podemos entrever, desde los inicios de la I-A, ya se planteaban objetivos dirigidos a resolver problemas prácticos y urgentes a través del conocimiento, la intervención, la mejora, la colaboración y la introducción del investigador como un importante agente de cambio que colabora directamente con los destinatarios de las propuestas de intervención (Lewin, 1946 citado en Suárez Pazos, 2002). Décadas más tarde Elliot (1993), uno de los percusores de la I-A en los años 70, consideró que este método se centra en el descubrimiento y resolución de los problemas a los que se enfrenta el profesorado en su práctica diaria. Asimismo, entiende la I-A como un espacio donde el profesor es teórico y práctico al mismo tiempo, por lo que la intención de generar conocimiento va ligada y supeditada al deseo de mejorar la práctica (Elliot, 2007). Por lo tanto, la práctica educativa es un proceso de acción y reflexión cooperativa, de indagación y experimentación que permite al docente desarrollar su comprensión y así aprender a enseñar (Elliot, 1994). n las que se llevan a cabo estas prácticas. Fomenta la capacidad de acción en mayor medida cuando es abordada colaborativamente por los profesionales, y algunas veces en colaboración con agentes externos. En educación, la I-A se ha utilizado en el desarrollo del currículum escolar, programas de mejoras escolares, el tratamiento de la marginación, el abordaje de medidas políticas, el desarrollo profesional, la planificación de sistemas… (p. 352) Latorre (2003), uno de los referentes de esta metodología en nuestro país, considera que las metas de la I-A son: - Mejorar y/o transformar la práctica social y/o educativa, a la vez que procurar una mejor comprensión de dicha práctica. - Articular de manera permanente la investigación, la acción y la formación. - Acercarse a la realidad vinculando tanto el cambio como el conocimiento. - Hacer protagonistas de la investigación al conjunto del profesorado. (p. 27) Grenwood (2000) ve la I-A como una “investigación social esarrolla a entre un investigador y los dueños del problema, en una organización local, comunidad o un grupo crea o para un propósito espec fico” (p. 32). También añade que el proceso incluye un conjunto de prácticas multidisciplinares guiadas por compromisos intelectuales y éticos, que llevan a la consecución de las metas del proyecto de I-A (Greenwood, 2000). os conocimientos y cambios sociales uniendo teoría y práctica (Rekalde et al., 2011). Para Tesouro, Ribot, Labian, Guillament y Aguilera (2007), los principales objetivos de la I-A educativa hoy en día son: el desarrollo curricular, el autodesarrollo profesional, la mejora de los programas educativos, los sistemas de planificación y la política de desarrollo. McNiff y Whitehead (2006) consideran que la I-A permite mejorar el aprendizaje y las prácticas educativas y posibilita el avance del conocimiento y la teoría porque ayuda a entender y justificar las actuaciones. En consecuencia, el conocimiento que se adquiera a través de la I-A permitirá ampliar los conceptos, ideas, explicaciones e interpretaciones de la realidad “to see the world in a different way and therefore approach situaciones in a new, hopefully, better way”52 (Stringer, 2008, p. 3). Esta I-A sigue la línea de los objetivos de este tipo de estudios, ya que en primer lugar quiere lograr progresos en la CSC del alumnado para reducir los conflictos negativos e innovar desde la conexión entre la EF y la tutoría, para mejorar la tarea docente. En un segundo término, también busca establecer reflexiones colectivas entre docentes para generar un conocimiento y una teoría que pueda beneficiar a otros profesionales. Así pues, una vez entendidos los fines de la investigación vamos a enmarcarla en un modelo concreto de I-A. 5.5. Modalidad de la investigación: la investigación-acción participativa y práctica Existen diferentes clasificaciones de los tipos o modalidades de I-A. Elliot (1993) clasifica los tipos de I-A según el grado de participación de los agentes implicados. Para este autor, existen tres tipos (Elliot, 1993, 1994): - La I-A del profesor, que busca comprender un problema e interpretar las repercusiones de una acción desde el punto de vista de los implicados. - La I-A participativa, que define un conjunto de principios, normas y procedimientos metodológicos para obtener conocimientos colectivos sobre una determinada realidad social uniendo teoría y la práctica; y potenciando el carácter educativo de la investigación desde una perspectiva comunitaria - La I-A cooperativa, en que colaboran personas de diversas organizaciones para resolver un problema de un centro educativo vinculando investigación, innovación y desarrollo y formación profesional. Según esta clasificación, la modalidad participativa fue el modelo que mejor se ajustó a nuestras necesidades, ya que se implicó a otros educadores en la implementación del plan de acción y en el análisis del grado de consecución de los propósitos establecidos (Pedraza, 2011). Durante toda la investigación el grupo de trabajo de la I-A estuvo informado de la planificación, implementación y análisis (Bausela, 2003) de las estrategias para la mejora de la CSC del alumnado. Asimismo, el colectivo también se implicó en una reflexión constante sobre la práctica y en la toma de decisiones. Esta participación permitió la comprensión de los procesos e impulsó la acción hacia el cambio como objetivo común (Diego-Rasilla, 2007; Habermas, 1994; Latorre, 2004; Rekalde et al., 2011). Siguiendo una línea similar, Latorre (2003) crea tres modalidades centrándose en los principales objetivos del proyecto de I-A. La primera es la I-A técnica, que con la participación de maestros busca mejorar programas diseñados por expertos, relacionados con la mejora profesional y las prácticas sociales. La segunda es la I-A crítica-emancipadora, que a través de la profundización del profesorado busca una manera de actuar para transformar la sociedad a través de la práctica educativa. Esta modalidad “se esfuerza en cambiar las formas de actuar y se concibe como una herramienta de formación para la información, y para la transformación de la organización y del sistema educativo” (Teosuro, De Ribot, Labian, Guillament, & Aguilera

Esta pregunta también está en el material:

Educação Física e Competência Social
613 pag.

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