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én (Kasas, 1979: 3-17; Blázquez, 1991: 19-27). En el yacimiento arqueológico de Torreparedones, entre los términos de Baena y Castro del Río, se ha...

én (Kasas, 1979: 3-17; Blázquez, 1991: 19-27). En el yacimiento arqueológico de Torreparedones, entre los términos de Baena y Castro del Río, se ha excavado hace pocos años un templo dedicado a la diosa Celeste –protectora de los caminantes-, y encontrado 200 piezas ibéricas de piedra caliza, la mayoría estatuillas femeninas, o solo piernas, toscas y esquemáticas. En cuanto a su interpretación cabe la exvotista –ofrenda hecha a la vuelta de un viaje sin contratiempos o por una pierna curada-, pero también, la propiciatoria –ofrenda hecha antes de emprender el camino- o por una dolencia corporal. La cercanía de una fuente con propiedades curativas en artritis, reuma y gota, justificarían la actitud religiosa en la antigüedad (Morena, 2007). La sociedad cristiana continuará esta práctica en tiempos medievales, pero será a partir del siglo XVI cuando se desarrolle. Cuentan los cronistas de la ciudad de Andújar y la Virgen de la Cabeza, Terrones Robres y Salcedo Olid, refiriéndose al santuario a la que era una de las devociones más extendidas por toda Castilla en el Antiguo Régimen: “…están llenas las paredes de la iglesia con muchos lienzos de pinturas donde están sus milagros, con los nombres de las personas con quién los ha obrado, y de donde son vecinos y naturales” (Terrones, 1657:181); “Los lienzos de las paredes de el Templo están llenos de pinturas antiguas y modernas de prodigiosos milagros, obrados en personas moribundas, heridas penetrantes, trabucos y arcabuces reventados en aquellos montes, precipicios de ventanas y de cabalgaduras por los derrumbes de el camino, casa hundidas sin daño del aposento donde estaba la Imagen, ni lesión de sus habitadores, muletas, mortajas y navíos que ha librado de borrascas y tempestades y sus devotos han puesto por trofeo de sus buenos sucesos” (Salcedo Olid, 1677:239). Los exvotos más antiguos, pintados al fresco, en el siglo XVI no se han conservado; de los siglos XVII y XVIII se localizan algunos lienzos y tablas votivas, que se generalizaron en el XIX y XX las cuales se conservan en ermitas e iglesias y en algunos museos antropológicos. En las últimas décadas la práctica de ofrecer exvotos esta en decadencia (Lentini, 1993: 76-77). En la actualidad solo constatamos la vigencia de la costumbre de ofrecer exvotos en determinados santuarios y ermitas. Están cambiando las formas materiales, y no tanto el significado social y religioso de los mismos, aunque de ser de uso general en todas las clases y estamentos, incluidos los clérigos hasta el siglo XIX, ha pasado a ser de uso exclusivo de las clases populares. Lo que hasta principios de siglo XX fueron pinturas votivas, se han convertido paulatinamente en dibujos, colecciones de textos y de fotografías, aunque en algunos santuarios todavía reciben objetos personales, aparatos ortopédicos y otros muchos objetos (Rodríguez Becerra, 1999). 2. El exvoto un modelo de relación con lo sobrenatural La comunicación directa de los seres humanos con los seres divinos se produce mediante presencias de éstos últimos que los videntes creen ver u oír y con los que incluso establecen diálogos. Estas situaciones se consideran excepcionales y las restricciones para su reconocimiento son muchas por parte de la Institución eclesiástica, aunque gran parte de la sociedad sigue pensando que ello es posible, en razón del poder ilimitado de estos seres: es por ello que periódicamente se conocen verdaderas oleadas de apariciones de imágenes de la Virgen entre creyentes. Pero el medio más frecuente de comunicación entre hombres y seres sobrenaturales es indirecta y tiene lugar mediante la oración, el sacrificio o penitencia, petición de perdón, ofrendas, rogativas, actos propiciatorios, desagravios, acción de gracias, así como con la promesa y el exvoto, formas de la relación de los hombres con los seres sobrenaturales que expresan actitudes no coincidentes que van desde las actitudes mágicas a las religiosas, pasando por una amplia gama de matices que implican una concepción determinada de lo religioso y lo sobrenatural: seres sagrados, su jerarquía, especialidades y capacidades, así como, la oportunidad e idoneidad del momento y los seres implicados (Christian, 1978 y Valadés, 1966). En todos los casos, implica una relación desigual por cuanto es el hombre el que acude buscando ayuda y auxilio pero éste sabe que de alguna manera puede influir y que los seres sagrados también necesitan de los humanos y, en último término, es consciente que nada se da de forma gratuita. La comunicación con lo sagrado alcanza su cenit con ocasión del milagro, que no es sino una intervención directa de un ser sagrado a favor de uno de sus devotos. El milagro no repugna a la mente humana aunque vaya en contra de la razón, como no repugna al contraventor de la ley la vista gorda del policía o el favor del juez. El individuo y las colectividades están necesitados de algo tan importante como son la salud o la vida y por otra parte los seres sobrenaturales por su propia naturaleza están dotados de poder como para torcer el curso normal de los acontecimientos. Los milagros son hechos sensibles y perceptibles producidos por una intervención sobrenatural que trasciende el orden normal de las cosas: “Dios hace milagros en virtud de su autoridad; los ángeles por la superioridad que tienen sobre las cosas materiales; los demonios ejecutan efectos sorprendentes mediante hábil manejo de determinadas propiedades naturales que forman parte del ser de los elementos; los magos hacen algo parecido a lo que hacen los diablos, merced a la ayuda que reciben de estos, porque tienen hechos pactos de colaboración con ellos; los buenos cristianos realizan obras milagrosas porque su santidad es verdadera; y, finalmente, los malos cristianos aparentan que los hacen escudándose en una santidad fingida” (Vorágine: 1989, I: 311). Los milagros, la capacidad de obrar por encima de las limitaciones humanas, aparecen en el nivel emic de los cronistas y narradores que cantan las excelencias de una imagen. Sólo las imágenes y los santuarios que superaron el nivel local han atraído el interés de aquéllos. Sin milagros no hay posibilidad de crear devoción; éstos son la expresión del poder de la imagen y a ella acuden todos los necesitados en busca de soluciones, lo que sin duda redunda en curaciones, limosnas, mayor difusión de los favores celestiales, mejores edificios y así sucesivamente. De esta forma las paredes se llenan de “muletas de cojos, mortajas de niños, cadenas de cautivos, hierros y cuerpos de cera, que el pueblo cristiano ofrece a esta Santísima Imagen [Virgen de Gracia de Carmona], en satisfacción y gracias de las maravillas y milagros que a montones por sus devotos cada día hacen” (Baptista Arellano, 1628: 285) Puede ocurrir, sin embargo, que este ascenso se trunque y empiece un declinar, circunscribiéndose paulatinamente a los límites locales, como ha ocurrido en numerosas ocasiones que testimonian las imágenes arrinconadas y llenas de polvo, por la competencia de otras imágenes milagrosas a las que no fueron ajenas las órdenes religiosas. Y es que el poder curativo de las imágenes de Cristo, la Virgen y los santos aunque ha sufrido vaivenes, en el sentido de pasar de unas advocaciones a otras y de unos santos a otros, ha permanecido a través de los siglos. Las reliquias de los apóstoles y los mártires, los santos cuya fama recorría Europa, la Virgen a través de sus innumerables advocaciones y Cristo han curado. También han curado las aguas de numerosas fuentes y pozos próximos a ermitas y santuarios donde según la creencia se apareció la Virgen. Los numerosos lugares que la toponimia recoge como aguasanta y fuensanta, que corresponden generalmente a otras tantas ermitas y advocaciones de la Virgen atestiguan estos poderes curativos. La jerarquía eclesiástica ha mantenido una actitud ambivalente, unas veces ha aceptado estas curaciones "milagrosas" y otras las ha negado, pero en general ha mantenido una postura de aceptación sin una implicación directa. Por otra parte la presencia de clérigos no ha sido indispensable, por cuanto la relación se establecía entre el creyente y el ser sobrenatural sin necesidad de intermediarios, pues aunque en ocasiones aparecen como administradores y conservadores de estas tradiciones, otras muchas son organizaciones de seglares, especialmente hermandades y co

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ExvotosdeAndaluca Zamora
19 pag.

Relações Humanas Universidad Antonio NariñoUniversidad Antonio Nariño

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