El estudio consistió en una encuesta a una muestra de 710 hogares del Gran Santiago, consultando sobre 36 variables socioeconómicas. A partir de la...
El estudio consistió en una encuesta a una muestra de 710 hogares del Gran Santiago, consultando sobre 36 variables socioeconómicas. A partir de la información recopilada se construyó un indicador. Para ello se asignó un puntaje de 1 a 7 puntos a todas las variables y mediante procedimientos estadísticos se calculó la capacidad discriminante de cada una de ellas. Eso permitió establecer pesos diferenciados para las variables, de manera que el puntaje total de un hogar en el índice era el resultado de la sumatoria de los puntajes que obtenía en cada variable, ponderados por su peso respectivo. De esta forma se obtenía un índice cuyo puntaje mínimo era 100 puntos y el máximo 700. Considerando la distribución de puntajes entre los hogares se establecieron puntos de corte, a manera de generar cinco estratos basados en la denominación surgida en los trabajos de ESOMAR: ABC1, C2, C3, D y E. El porcentaje de población que debe pertenecer a cada estrato fue definido arbitrariamente, aunque teniendo en consideración lo que se observaba en la realidad social del país y las proporciones que habían sido definidas en otros países. Así, se determina que el estrato ABC1 (correspondiente a clase media alta y elite) tiene a un 10 % de la población, el grupo C2 (clase media-media) un 20 %, el C3 (clase media baja) un 25 %, el D (pobreza) un 35 % y el E (extrema pobreza) un 10 % (Rasse, Salcedo & Pardo, 2009; AIM). Esta misma distribución de la población en cada estrato se mantiene en las clasificaciones que se utilizan actualmente, pese a las transformaciones sociales y económicas que ha experimentado el país.
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