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que le permitiera argumentar que la conciencia, lo único de lo que tenemos idea directa e inmediata, constituye la verdadera y única realidad, no s...

que le permitiera argumentar que la conciencia, lo único de lo que tenemos idea directa e inmediata, constituye la verdadera y única realidad, no siendo el resto de los objetos y procesos físicos otra cosa que ficciones. Toda la fuerza del argumento dependía de la posibilidad de demostrar científicamente aquella identidad, y para ello buscó una solución por vía experimental (Marshall, 1990; Woodword, 1972). Los filósofos y psicólogos anteriores lo estudiaron e intentaron resolverlo suponiendo que no se podían fijar las relaciones mutuas sin saber antes qué era el cuerpo y qué era el alma. Guiado por su formación experimental Fechner modificó el planteamiento del problema. Para poder encontrar una solución había que limitarse a establecer las relaciones funcionales entre los fenómenos físicos y los psíquicos. Para ese objetivo se sirvió de los hallazgos y método de Weber. La idea de que una serie aritmética de intensidades mentales podría corresponderse con una serie de incrementos de energías físicas le resultó muy atractiva. El punto de partida de Fechner se halla en los trabajos de Weber sobre las sensaciones del peso. Halló que la discriminación de un cambio en el peso no está relacionada sólo con el aumento del peso. El organismo no responde a magnitudes absolutas sino relativas. Esto quiere decir que la capacidad para discriminar pequeñas diferencias en un estímulo no depende solamente de la intensidad del estímulo sino también de una cierta relación de los estímulos-prueba y el estándar utilizado en el experimento. El incremento del estímulo para que sea perceptible ha de ser proporcional al estímulo que se añade. Esto lo formuló Weber en la siguiente ley: la más pequeña diferencia perceptible entre dos excitaciones de la misma naturaleza se debe siempre a una diferencia real, que crece proporcionalmente con las mismas excitaciones. En 1860, publicaba sus Elementos de Psicofísica. Los resultados ofrecidos se apoyaban en montañas de cifras obtenidas con métodos ingeniosos y escrupulosos. Fechner era consciente de que la sensación no podía medirse directamente en sí misma, ya que no disponía de ninguna unidad de medida de los estados mentales, sino sólo a través de los estímulos que provocaban aquellos. Supuso que un aumento relativo de energía nerviosa (mejor, de los estímulos físicos) se vería correspondido por un aumento de la actividad psíquica sensorial, constituyendo aquélla un índice fiable de ésta. Su originalidad consistió en haber encontrado la fórmula matemática precisa para expresarlo, y en utilizar métodos experimentales. La Psicofísica es “(...) una teoría exacta de las relaciones entre el alma y el cuerpo, y, de manera general, entre el mundo físico y el mundo psíquico”; tan exacta como la física. No es, pues, un estudio del alma, ni del cuerpo, sino de las “relaciones funcionales y de dependencia recíprocas” entre ambos. Es “Ciencia”, no metafísica: “todas las discusiones e investigaciones de la psicofísica se refieren especialmente al aspecto fenoménico del mundo corpóreo y espiritual (...) Trata de lo físico en el sentido en que lo hacen la física y química, y de lo psíquico en el sentido de la teoría de la experiencia anímica, sin aludir a la esencia del cuerpo o del alma, que trasciende a lo fenoménico, tal como lo hace la metafísica” (Fechner, 1860). Para él, existen dos tipos de Psicofísica: “psicofísica externa” (relaciones mensurables entre sensación y estimulación) y “psicofísica interna” (relaciones directas entre sensibilidad y sistema nervioso). La segunda, fundamento de la primera, se correspondía con lo que comenzaba a configurarse como una Psicología fisiológica. Fechner supuso que: (1) cada incremento en la sensación, al ser mínimo y equivalente al umbral diferencial tiene valor de unidad y constituye “una diferencia justamente perceptible”, (2) cualquier sensación será así la suma de un cierto número de “diferencias justamente perceptibles”, (3) los estímulos han de ir incrementándose en aumentos proporcionales. La ley de Fechner dice que “la sensación es igual al logaritmo del estímulo” (S = k × log I) significa que los estímulos crecen en progresión geométrica o multiplicativamente, mientras que las sensaciones lo hacen aritmética o aditivamente (Delboeuf, 1877; Stevens, 1961; Brocek y Gundlach, 1988). Dada la naturaleza de los datos, Fechner rechazó los valores extremos, y persiguió leyes de promedios. La Psicofísica, pues, usó procedimientos estadísticos. Propuso tres métodos psicofísicos de medida de la sensibilidad diferencial: 1. Método de las mínimas diferencias perceptibles (luego llamado método de los límites, o del cambio mínimo). 2. Método de los casos acertados y fallados (llamado luego método constante, o método de los estímulos constantes). 3. Método del error medio (denominado luego método de ajuste, y método de la reproducción): “(...) considerando como peso patrón al peso de uno de los platillos de la balanza, es posible igualar el otro peso, el peso deficiente, con el peso patrón gracias al mero juicio de los sentidos. En general, el sujeto cometerá un determinado error, una equivocación que podrá comprobarse mediante el oportuno pesaje del platillo que el sujeto había considerado como idéntico al peso patrón. Si este experimento se repite muchas veces, los errores cometidos serán numerosos, y entonces se podrá calcular el promedio de los mismos (...) Dado que los errores positivos y negativos dependen en idéntica medida de la ausencia de una percepción concreta, ambos son igualmente útiles para la medida (...) Hay que sumarlos”. Los tres métodos tienen un objetivo único a través de tres formas complementarias. En el primero el umbral que separa las diferencias perceptibles de las imperceptibles se contempla como una diferencia mínima perceptible. En el segundo se cuantifican las diferencias perceptibles, y en el tercero se miden las diferencias imperceptibles. Fechner estima, sin embargo, que el método de las diferencias mínimas perceptibles es el más simple y directo. Con el enunciado de su ecuación, y el desarrollo de los métodos, Fechner tenía en sus manos lo que tanto había buscado, una relación matemática exacta sobre las relaciones entre lo mental y lo físico, por lo que sus razonamientos filosóficos antimaterialistas podían seguir adelante. Dejando a un lado estas implicaciones filosóficas, históricamente la recepción y la crítica de la ley psicofísica resultaron desiguales. Pero, por encima de las críticas que la obra psicofísica de Fechner originó, su aportación a la Psicología fue decisiva. Sus investigaciones desencadenaron de forma inmediata otras muchas (p.e., Helmholtz, Mach, Wundt, Wolkmann, Delboeuf, Vierordt, Berstein), pero sobre todo, y por encima de la validez de la ley para medir la sensibilidad, resultó de una trascendencia enorme la incorporación de técnicas experimentales y estadísticas rigurosas para el estudio de los fenómenos psíquicos. 5.5. El planteamiento del problema psicológico hacia 1870 Cuando hacia mediados del siglo XIX los ideales de la reforma naturalista de la Ciencia contaban ya con extraordinarios resultados en diversas disciplinas, del idealismo trascendental apenas si quedaba rastro alguno. La idea de una Psicología entendida al modo de la ciencia natural comenzaba a ser implementada en textos escritos con la pretensión de definir aquella. Así van apareciendo libros como la Psicología médica o Fisiología del alma de Lozte, los Principios de Psicología de Spencer, Los Sentidos y el Entendimiento o Las Emociones y la Voluntad de Bain, Los Elementos de Psicofísica de Fechner… “(…) cuando el dominio de una Ciencia ha sido activamente explotado; cuando no hay en ella un rincón que no haya sido removido o explorado; cuando conoce sus fines y sus medios, no depende ya más que de sí misma: ha conquistado por el éxito el derecho de ser independiente (…). Esta sería la ocasión para señalar iguales tendencias en la Psicología, haciendo ver cómo sus más recientes transformaciones la han liberado del yugo de la metafísica, induciéndola a reclamar también su autonomía.” (Ribot, 1877, 10-12). Aunque en ellos se había superado, en muchos aspectos, la Psicología idealista y asociacionista, ni Bain, ni Spencer fueron experimentalistas; Lotze (e inmediatamente después Fechner), como numerosos filósofos y científicos que trabajaban en problemas psicológicos, pensaba todavía bajo una cierta influencia de la idealista filosofía de la naturaleza. No había sido objetivo de los evolucionistas el hacer una Psicología, como tampoco el interés de aquellos primeros fisiopsicólogos, fieles a la máxima de Müller nemo psychologus nisi physiologus, se había dirigido hacia la fundación de un

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Historia de la psicologìa
538 pag.

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