No da lugar a la intencionalidad o al propósito. No puede explicar la realización creadora, por ejemplo en el arte, la música, la literatura, la ci...
No da lugar a la intencionalidad o al propósito. No puede explicar la realización creadora, por ejemplo en el arte, la música, la literatura, la ciencia o las matemáticas. No se le asigna un papel al yo o al sentido de sí mismo. Es necesariamente superficial y no puede manejar las profundidades de la mente o la personalidad. Se limita a la predicción y al control del comportamiento y no investiga la naturaleza esencial del ser humano. Trabaja con animales, particularmente con ratas blancas, pero no con personas y, por lo tanto, su descripción del comportamiento humano se reduce a los rasgos que el hombre comparte con los animales. Sus resultados bajo control de laboratorio no se pueden duplicar en la vida diaria y, consecuentemente, lo que tiene que decir acerca del comportamiento humano en el mundo es metaciencia sin respaldo. Es extremadamente simple e ingenua y sus hechos son triviales o ya conocidos. Es más cientificista más que científico. Emula a las ciencias. Sus realizaciones tecnológicas pueden haber surgido a través del sentido común. Si sus argumentos son válidos deben aplicarse al mismo científico de la conducta y entonces lo que dice es sólo lo que se le ha condicionado para decir. Deshumaniza al hombre, es reduccionista y destruye al hombre por hombre. Sólo se interesa por principios generales y por lo tanto niega la unicidad del individuo. Es necesariamente anti-democrático porque la relación entre el experimentador y el sujeto es manipulativa y sus resultados pueden por lo tanto ser usados por dictadores pero no por hombres de buena voluntad. Ve las ideas abstractas tales como la moralidad o la justicia como ficciones. Es indiferente al calor y la riqueza de la vida humana y es incompatible con la creación y deleite del arte, música y literatura y con el amor por nuestros semejantes.
Compartir