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La observación del patrimonio y los procesos de patrimonialización nos muestra que estos mantienen una relación estrecha y ambivalente con la merca...

La observación del patrimonio y los procesos de patrimonialización nos muestra que estos mantienen una relación estrecha y ambivalente con la mercancía y los procesos de acumulación. Así, en algunos casos las demandas de patrimonialización entienden que la protección del «objeto patrimonial» equivale fundamentalmente a su defensa respecto del mercado, considerando a este como una amenaza para aquellos valores históricos, culturales o identitarios que supuestamente constituyen la cualidad patrimonial del objeto y justifican su demanda de conservación. En otros casos, en cambio, las demandas de patrimonialización se orientan precisamente a permitir la explotación económica de aquellos objetos valiosos, a menudo considerando que tal explotación, además de conllevar eventuales provechos económicos, supone la mejor garantía para su conservación. Esta diversidad tipológica, sin embargo, no es más que el aspecto más superficial de la ambivalencia que caracteriza la relación entre patrimonio y mercado. Así, debemos observar, por un lado, que tal ambivalencia no solamente caracteriza la relación entre procesos de patrimonialización diversos, sino que es interna a cada uno de ellos, lo cual se muestra por ejemplo en el hecho que el aprovechamiento mercantil del patrimonio se predica necesariamente sobre la afirmación del carácter extra económico del valor de tal objeto. A pesar de lo dicho más arriba y de la creciente atención que en los últimos decenios el patrimonio ha suscitado entre los antropólogos, estos han tendido a tratar el patrimonio como un objeto de orden fundamentalmente cultural, político o identitario, desplazando a los márgenes del análisis su «aspecto económico» y negligiendo así su papel en los procesos de acumulación de capital. El objetivo de este artículo es mirar de resolver esta laguna, proponiendo algunas herramientas teóricas que ayuden a pensar la compleja relación entre mercado y patrimonio.1 Para ello voy a apoyarme en la tradición de la antropología económica, y muy especialmente en la categoría de guardar propuesta por Annette Weiner (1992) y Maurice Godelier (1998), que nos llevará a analizar en paralelo la extensión del campo patrimonial y la expansión de los procesos de mercantilización a las que hemos asistido en los últimos decenios. Conviene destacar que la búsqueda de este marco analítico arranca de mi progresiva insatisfacción con el uso de la noción de patrimonio como categoría analítica. Así, pues, nuestro recorrido deberá partir de un análisis crítico de esta categoría que, poniendo en evidencia sus limitaciones, nos muestre que la incapacidad para pensar teóricamente la relación entre patrimonio y mercancía debe ser comprendida como la manifestación probablemente más profunda de la ambivalencia que caracteriza tal relación. El patrimonio como categoría analítica El discurso patrimonial construye su propio objeto (el patrimonio) pero lo hace ocultando su propia acción de producción, y por lo tanto nos dificulta su análisis. El carácter tautológico con que se reviste la patrimonialización se pone en evidencia en expresiones en voga como «activación patrimonial» o «puesta en valor» que supone que el patrimonio ya se encuentra allí en estado latente, que hay una esencia que de algún modo precede a su patrimonialización, como si esta se limitara a «hacer emerger» un valor sui generis que ya estaba allí. El principal problema del uso de la noción de patrimonio, pues, es que sanciona tal discurso patrimonial, ya que el patrimonio como categoría analítica reifica su propio objeto y en consecuencia se alza como un escollo para su análisis. Para ser efectivo, el discurso patrimonial no solo debe ocultar su carácter productivo sino que además debe suponer que el patrimonio es un objeto distinto, definido por un valor patrimonial sui generis vinculado al arte, la historia o la identidad, y a su vez absolutamente ajeno a otras consideraciones de valor. El uso de la noción de patrimonio como categoría analítica implica pues considerar «lo económico» como extrínseco a la naturaleza patrimonial, a aquello que de patrimonial tiene el patrimonio, lo cual nos conduce al segundo aspecto de nuestra crítica. La categoría patrimonial afirma la existencia de una «esfera patrimonial» exenta, autónoma respecto de la «esfera económica», de tal modo que la propia categoría oculta, de un lado, su propia intervención en la producción de esta esfera (como si designase algo que ya está allí) y, del otro lado o por ende, obstaculiza el análisis de la relación entre estas dos esferas. Lo que nos interesa es ver la porosidad y ambigüedad entre estas dos categorías, y en este sentido de poco nos sirve una categoría analítica como la de patrimonio que supone una alteridad absoluta entre ellas.2 Esta separación entre lo económico y lo patrimonial no es pues otra cosa que efecto de la relación ambivalente que rige entre ellos, es decir, una expresión fetichizada del hecho que la existencia del patrimonio tiene como condición de posibilidad la ocultación de su relación con el mercado, una relación que es ambivalente puesto que se predica sobre la fetichización del patrimonio y por lo tanto sobre la ocultación y negación de tal relación. Mi argumento, pues, es que la categoría de patrimonio no sirve para el análisis de los procesos de patrimonialización puesto que es parte de la ideología del patrimonio por la que se ocultan el carácter productivo y la relación con el mercado de tales procesos. En este sentido quiero subrayar que mi argumento no debe ser comprendido como una negación de la existencia del patrimonio, es decir, de objetos patrimonializados, sino como la afirmación que este, en tanto que categoría, no es adecuado para el análisis de tales objetos. A pesar de presentarse como un lenguaje analítico, pues, el discurso patrimonial es una narrativa mixtificadora que forma parte del aparato a través del cual se produce el patrimonio, y como ya se ha dicho este aparato requiere para ser eficaz su propia ocultación y, por tanto, la ocultación del carácter procesual del patrimonio, la dimensión productiva de los procesos de patrimonialización y su relación con el mercado y las contradicciones del capital. Guardar Pasaremos ahora a presentar la noción de guardar, la categoría que propongo para analizar los procesos de patrimonialización superando las trampas que nos plantea la noción de patrimonio pero, a la vez, incorporando tales trampas como parte de aquello que debe ser comprendido. Para ello nos dirigiremos, primeramente, a la presentación de la noción tal y como ha sido planteada por Weiner y Godelier, para pasar posteriormente a discutir las ventajas analíticas que nos proporciona. El objeto guardado En sus investigaciones etnográficas, centradas predominantemente en sociedades melanesias, Weiner y Godelier han observado que los objetos pueden encontrarse en dos esferas: la de aquellos objetos que circulan, es decir, que se dan o intercambian, y la de aquellos objetos3 que no circulan, que no se dan ni se intercambian, sino que se guardan. La categoría de guardar, pues, se refiere a la acción de mantener los objetos en esta segunda esfera, la de los objetos que no circulan. La acción de guardar, sin embargo, no es simplemente una acción de conservación, sino que implica una serie de relaciones sociales y económicas que determinan el estatus de los objetos guardados y su relación con aquellos que circulan. En este sentido, la noción de guardar nos permite analizar la relación entre los objetos guardados y aquellos que circulan, así como las implicaciones económicas y sociales de esta relación. La categoría de guardar, por lo tanto, nos permite superar las limitaciones de la noción de patrimonio, ya que no presupone una separación tajante entre lo económico y lo patrimonial, sino que nos permite analizar la relación entre ambos ámbitos. Además, al centrarse en la acción de guardar, esta categoría nos permite comprender la dimensión productiva de los procesos de patrimonialización, así como su relación con la acumulación de capital. En resumen, la noción de guardar nos proporciona una herramienta teórica más adecuada para analizar los procesos de patrimonialización y su relación con la mercancía y los procesos de acumulación.

Esta pregunta también está en el material:

2010-Patrimonializacioncomoguardar-Icaria39-57
19 pag.

Antropologia Econômica Fundacion Escuela Tecnologica De Neiva - Jesus Oviedo Perez -FetFundacion Escuela Tecnologica De Neiva - Jesus Oviedo Perez -Fet

💡 1 Respuesta

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El texto que proporcionaste es extenso y parece ser un fragmento de un artículo académico que aborda la relación entre el patrimonio y el mercado. Si tienes alguna pregunta específica sobre este tema, estaré encantado de ayudarte.

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