Resulta interesante indagar en las formas mediante las cuales se establece la articulación del neopacto colonial entre el capital inglés Dinámicas del Capitalismo en Chile 281 (principalmente, aunque en términos comerciales es importante la presencia del capital francés) y el patriciado criollo. En este sentido, la instalación del sector anglosajón en Valparaíso (principalmente en el ‘Cerro Alegre’) correspondía a la instalación de una colonia extranjera que vivía completamente aparte de los nativos: “Diferencias de cultura, lengua, religión, parecían ser razones suficientes para hacer difíciles los contactos entre uno y otro grupo” (Garreaud, 1984: 161). Sin embargo, el matrimonio constituyó la instancia principal, a nivel social, de articulación. Estas alianzas deben ser comprendidas como parte integral de la expansión del capitalismo comercial y financiero británico,87 y en este sentido, como parte integral de un proceso de dependencia que se comienza a rearticular desde Valparaíso (no sin grandes cuotas de inestabilidad, propias de su vinculación a los avatares de la demanda externa), comprendida en dos momentos: la demanda que representaba el comercio exterior al continente, como la demanda que representaba el comercio exterior al interior del continente. Y es que el núcleo comercial anidado en Valparaíso con comerciantes tanto nacionales como británicos se expandía más allá de las fronteras nacionales, adquiriendo el comercio el carácter de inter-regional, abarcando Perú, Bolivia y Ecuador. Desde el puerto de Valparaíso las casas de comisión permitían tener cierto grado de control sobre todo el circuito mercantil, en términos de la oferta y los precios de mercado (Cavieres, 1999). En efecto, en las primeras décadas del siglo XIX se aprecia un aumento considerable de exportaciones británicas, francesas y europeas en general, posicionando a Valparaíso como puerto estratégico del comercio ultramarino. Sin embargo, tal puerto adquiere un carácter de ‘entreport’, es decir, de ‘puerto de tránsito’, encontrándose allí su mayor importancia y rendimiento para el capital extranjero, dada su localización geográfica privilegiada: Como centro de intercambio, Valparaíso se vio tempranamente inundado por una amplia gama de artículos de variada procedencia y destinados a diversos mercados ulteriores. Recibía la producción tropical y subtropical de los suelos americanos para ser intercambiada por bienes manufacturados europeos (…) En la plaza todo lo necesario podía ser encontrado; el arroz y el azucar del Perú que acompañaron los envíos cálidos de Centroamérica: nácar, índigo, los bálsamos y las maderas de tinte; el café, el cacao, los algodones y los cueros, y también los lingotes de oro y plata. Del Ecuador venían los famosos sombreros de paja y tejidos. El notable abastecimiento era originario de los mercados americanos, de los cuales los más importantes en cuanto al comercio de tránsito figuraban sus vecinos inmediatos: Perú, Bolivia, Ecuador y las provincias argentinas transcordilleranas. En formas más inconstante, México y Guatemala (Garreaud, 1984: 170). Internamente, la importancia de Valparaíso superó los limites geográficos y comerciales, principalmente a partir de la vinculación con el sector minero del Norte Chico (tal vinculación se explica por el carácter de las exportaciones nacionales). En este caso, el sistema de habilitaciones constituyó en la práctica una importante forma de crédito, que bajo la forma de un contrato (que no constituía específicamente a una Compañía comercial o sociedad colectiva) actuó como uno de los principales medios de expansión y concentración de capitales. “Los hombres de negociosos o las casas comerciales proveían de anticipos monetarios a particulares o a otras sociedades para desarrollar una empresa determinada. En el caso de las exportaciones mineras, ellas fueron de principal importancia y la mayoría de los más importantes negocios dedicaron parte de sus inversiones a este tipo de especulación que les permitía obtener una doble utilidad: los beneficios correspondientes a los intereses de capital puesto en actividad y, al obtener el privilegio de las ventas del mineral extraído, las ganancias sobre los precios de venta de ellos” (Cavieres & Contreras, 2005: 191). Tal desdoblamiento de la elite mercantil avecindada en Valparaíso posibilitó no sólo su beneficio, sino que también catapultó su transformación posterior en un poderoso sector financiero (situación rastreable a partir de la formación y expansión de sociedades anónimas posterior a 1854). La articulación de la elite comercial del puerto con la elite inglesa tuvo otras consecuencias. Entre ellas, a nivel de la elite misma, el estudiado ‘anglosajonismo’ en las costumbres y hábitos de la elite criolla, el cual puede leerse como una estrategia de soporte social de la vinculación económica que venía a suplir los altos grados de clausura de la colonia británica.88 Por otra parte, se aprecia el sofocamiento del artesanado frente a la entrada masiva de producción europea. De esta manera, “la vida mercantil fue transformando el insignificante desembarcadero de fines de la Colonia en una ciudad improvisada por el comercio. En los años cuarenta, Valparaíso era esa ‘anomalía de América’, como decía Sarmiento, ‘una ciudad sin plan y sin forma…era la Europa acabada de desembarcar y botada en desorden a la playa…una belleza y una monstruosidad; la puerta de Chile y el gran emporio de su comercio’” (Garreaud, 1984: 163). Más que el principal puerto de Chile constituyó el ‘Emporio del Pacífico’, centro del movimiento de depósito y transito inter-regional y ultramarino. III.3 Concepción: Aventuras y desventuras de la modernización del Sur Frente al despegue exponencial de Valparaíso y los procesos de modernización en el Norte Chico, al alero del desarrollo de la minería, el caso de Concepción no puede ser más diferente. Históricamente azotado por los avatares de la Conquista y la inestabilidad crónica de la Guerra de Arauco, ahora, las luchas de la independencia determinaron, en buena medida, la incorporación tardía de Concepción al proceso de expansión económica registrado durante la primera mitad del siglo XIX: “Desde 1810 hasta 1835 la vida de la provincia fue profundamente afectada por la guerra de independencia y por un terremoto ocurrido este último año, que causaron la destrucción de la infraestructura urbana y la dispersión de la población” (Cerda, 1986: 110). Ello, junto al bandolerismo produjo una desarticulación de la estructura económica basada en la tierra. Una de las vías de esta desarticulación fue el abandono de propiedades agrarias de realistas y el secuestro de ellas por parte del Fisco (recuérdese que en esta zona, la causa del Rey generó mayor adhesión que la causa independentista) (Mazzei, 1994: 24).