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arán, ejercen su productividad de modo diferente de los actanciales, ya que éstos pueden entenderse fundamentalmente como vinculados al ámbito de la historia; lo que no significa que defendamos la idea de que los códigos literarios operan de modo independiente e incomunicable: tal como la distinción historia/discurso no pretende ser dicotómica, sino relacional, también el hecho de afirmar que el código actancial se vincula al dominio de la historia presupone forzosamente una necesaria manifestación del mismo al nivel discursivo y, por tanto, una relación con los códigos técnico-narrativos que se instituyen a este nivel. Esto quiere decir que el análisis semiótico, considerando la explicación de los códigos técnico-narrativos, se ejercerá sobre el discurso que, de acuerdo con la concepción ya referida de Todorov 82, resulta de la elaboración de un narrador. Pero, además de la atención al discurso, el análisis semiótico de la narrativa debe tener en cuenta un factor sólo presupuesto por el análisis estructural: la narración, esto es, el acto o instancia de enunciación del discurso y las condiciones de existencia del sujeto emisor (el narrador) que se responsabiliza de él. Sólo así se ajusta escrupulosamente el análisis semiótico a las consecuencias metodológicas deducidas de la vigencia de uno de los factores implicados en la noción de código: el factor comunicación, que, sobre todo, a la luz de las enseñanzas de Jakobson y también de las posiciones asumidas por Umberto Eco, no se compadece con la ocultación del sujeto-emisor, primer responsable de la institución del proceso comunicativo. Todo lo dicho puede verse muy esquematizado, pero también muy claro, en el esquema que va en página siguiente. No se piense, entre tanto, que el análisis semiótico del discurso narrativo (como, al fin, el de cualquier mensaje literario) debe orientarse sólo en el sentido de describir el funcionamiento comunicativo de ese discurso; en efecto, además de que even- 2 Cf. supra, pág. 236. de de modo sistemático 84 G. Genette, Figures ¡II, París, Seuil, 1972, págs. 77 y sigs. y 145 y sigs. Algunos de los aspectos mencionados ya fueron abordados aquí a la luz de perspectivas metodológicas específicas. Así, la duración del discurso tiene que ver con la relación narración/descripción (cf. supra, págs. 241 y sigs.), en cuanto la frecuencia narrativa se relaciona con la estilística del verbo (cf. supra, págs. 169 y sigs.). 314 Fundamentos del análisis literario sobre dos cuestiones extremamente importantes en términos de análisis: en el modo de manifestación (significante) de los signos referidos y en sus virtualidades combinatorias (sintaxis), ya por lo que respecta a los diversos signos de un mismo repertorio, ya en cuanto a su eventual articulación con otros códigos técnico- literarios o paraliterarios. De ahí que sea útil reflexionar sobre uno de los tres ámbitos citados y sobre la problemática de su dinamización operatoria. Así, si el análisis semiótico quisiera ejercerse sobre el orden de fabulación de los sucesos diegéticos al nivel del discurso, deberá operar con vistas a la descripción e interpretación de dos signos temporales fundamentales: la analepsis, esto es, «toute évocation aprés coup d'un événement antérieur au point de l'his- toire oú l'on se trouve», y la prolepsis, o sea, «toute manoeuvre narrative consistant á raconter ou évoquer d'avance un événe- ment ultérieur» 85. Lo que importa aquí aclarar de modo especial es que la institución de la analepsis o de la prolepsis en el seno del discurso narrativo y su consecuente detección implican cierta expresión discursiva que les es propia, de acuerdo, además, con las propiedades manifestativas que caracterizan el signo; y no es difícil reconocer que esa manifestación se hace sobre todo a costa de dos elementos significantes: una fórmula expresiva de referencia temporal y/o un corte nítido en el tiempo primero que el discurso respeta. Es lo que sucede, por ejemplo, en este pasaje de O Malhadinhas, de Aquilino Ribeiro: Todo se sabe en este mundo, y yo supe por ella lo que no me gustaba, pero bien precisaba no ignorarlo. Supe que Brígida, aquella tarde en que la amenacé, corrió a hablar todo en el regazo de Claudina Bisagra 86. Como se ve, es a costa de una expresión de incidencia tem- poral («aquella tarde...») cómo se aprehende la vigencia de la analepsis, expresión que alerta al destinatario para la activación de un signo temporal destinado a recuperar un hecho pasado, estableciéndose en el discurso un orden de evocación que no G. Genette, Figures III, ed. cit., pág. 82. A. Ribeiro, O Malhadinhas, Lisboa, Bertrand, 1974, pág. 49. Análisis textual: semiótico 315 corresponde al de la historia. Menos visible textualmente, el otro recurso significante (el corte en el tiempo primero) no deja, por eso, de asumir forma perceptible, si se tiene en cuenta que su manifestación se relaciona con situaciones típicas en la economía de la narrativa: caracterización de personajes (antecedentes fami- liares, educación, etc.), narración de hechos que explican el presente de la historia, inserción de intrigas secundarias, alusión a eventos históricos que preceden a la diégesis, etc. Ahora bien, lo que interesa al análisis no es sólo detectar y describir signos temporales como los que hemos citado; le inte- resa sobre todo encarar, por ejemplo, la recuperación del pasado consumada por la analepsis como formulación técnico-narrativa susceptible de establecer una relación con cierto significado al servicio del cual se encuentra. De este modo, el análisis semió- tico comprobará que una novela como la naturalista coloca esa evocación del pasado al servicio de una valorización de determi- nadas facetas educacionales, temperamentales o ambientales que caracterizan la vida del personaje 87; en otros casos, la represen- tación de fragmentos de la historia ya consumidos por el tiempo puede pretender significar contraste con el presente, como su- cede en ciertas novelas neorrealistas: es el caso de Casa na duna, de Carlos de Oliveira, en la que la problemática socioeco- nómica enfocada en la novela tiene mucho que ver con todo un proceso de decadencia vivido por una familia de la burguesía rural de la Gándara, decadencia fijada en virtud del recurso a la analepsis 88. Además de lo que hemos afirmado, el análisis semiótico orientado al estudio del código temporal deberá aún relacionar los signos descritos y su vigencia con otros códigos ligados a ellos por estrechas relaciones de dependencia: es el caso del código representativo (del que depende, como veremos, la insti- tución de ciertos puntos de vista) en cuanto a la novela natura- 87 Véase a este propósito (y entre otros muchos ejemplos que podríamos evocar) lo que sucede en el capítulo II de Térése Raquin, de Zola, y en los capítulos III y V de O Crime do Padre Amaro, de Ega de Queirós. 88 Más detenidamente hemos tratado este asunto en O tempo em dois roman- ces de Carlos de Oliveira, sep. de Biblos, LI, Coimbra, 1975. lista; es el caso también de la novela neorrealista que hemos citado, en la que la utilización del código temporal se comprende mejor si evocamos el código ideológico que se proyecta en él de modo intenso. 3.1.3.2. Código representativo Otro código integrado en el ámbito de los técnico-narrativos es aquel al que (incluso reconociendo cierta ambigüedad en la expresión empleada) llamamos representativo, ya que es su vi- gencia la que determina la adopción de una modalidad específica de representación narrativa, esto es, el privilegio de cierta pers- pectiva a partir de la cual se cuenta la historia. Esta es, además, una cuestión que sufrió un incremento notable en el contexto de la evolución de la ficción posnaturalista, resultando de ahí, como se comprende, todo un conjunto de tomas de posición teóricas (que no compete dilucidar aquí), asumidas a veces de forma polémica por autores como Henry James, Percy Lubbock, Norman Friedman, Jean-Paul Sartre, Franz Stanzel, Jean Pouil- lon y otros. Esencialmente lo que nos interesa esclarecer aquí es que, como enseña Genette, la problemática del código representativo no debe ser confundida (aunque deba ser relacionada, como veremos) con la del código de la narración; lo que significa que importa distinguir, por un lado, la perspectiva narrativa adoptada, y, por otro lado, la entidad que se encarga de procesar la narra- ción. En este sentido, al código representativo le cabe especial- mente activar tres signos fundamentales

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REIS_Carlos_1985_FUNDAMENTOS_Y_TECNICAS
216 pag.

Literário Fundacion Escuela Tecnologica De Neiva - Jesus Oviedo Perez -FetFundacion Escuela Tecnologica De Neiva - Jesus Oviedo Perez -Fet

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