Las discordancias de un pasaje pueden no serlo en otro: el personaje va poniendo orden o desorden entre su palabra exterior y su pensamiento, o van...
Las discordancias de un pasaje pueden no serlo en otro: el personaje va poniendo orden o desorden entre su palabra exterior y su pensamiento, o van aproximándose o alejándose de los otros personajes a medida que su interés manifiesto o latente lo aconseja. El espectador oye las palabras de cada interlocutor y las sitúa para interpretarlas en relación con la prehistoria, con la capacidad de diálogo y sus modalidades (poder, querer, saber hablar, de los personajes), con las formas de lenguaje interior o exterior, y con todas las circunstancias de la situación escénica (cara a cara, apartes, zonas de acecho, etc.). El espectador no tiene la lista de las dramatis personae y la explicación que generalmente acompaña sobre las relaciones entre ellos y sus condiciones de edad, profesión, función, etc., pues todo esto pertenece al lenguaje de las acotaciones que no pasa verbalmente al escenario y se dirige al lector, pero en cambio, sí tiene a los personajes encarnados en unos actores que se mueven, que están vestidos y caracterizados y que se le van haciendo ante los ojos y los oídos mediante los signos no verbales y el diálogo realizado en escena. En resumen, podemos esquematizar los caracteres del diálogo dramático en los siguientes puntos: 1. La presencia de dos o más interlocutores, en presente, cara a cara. 2. La estrecha vinculación entre la palabra y la acción.
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