el Cántico, para señalar una disposición en el camino místico: la búsqueda empieza cuando el alma, la Esposa, advierte su soledad, que antes no adv...
el Cántico, para señalar una disposición en el camino místico: la búsqueda empieza cuando el alma, la Esposa, advierte su soledad, que antes no advertía. En contraste con la acción que recae en el Amado, en segunda persona textual, la palabra pertenece invariablemente a la Esposa, sin que cambien en toda la canción su referencia, con lo que se hace imposible el diálogo. La Esposa dice, el Amado hace: la Esposa ocupa la primera persona en este Cántico espiritual que seguirá el camino hasta el encuentro, y el Esposo será el objeto de la búsqueda, directa o indirectamente, a través de la Naturaleza. La segunda estrofa traerá el cambio de alocutario, por lo que la referencia de la segunda persona serán ahora los pastores, mientras mantiene al locutor de la primera estrofa, la Esposa. En el esquema locucional: Yo = Esposa / Tú = pastores, es decir, en el nivel común de criaturas, se da un equilibrio de las formas verbales de primera persona (quiero, adolezco, peno, muero) y de segunda (fuerdes, vierdes), que no había en la primera estrofa, en la que la Esposa se dirige al Amado. La tercera canción introduce una alteración del esquema locucional: desaparece el alocutario del texto, y en consecuencia los verbos se manifiestan en primera persona, como corresponden al locutor y su actividad lingüística y de acción: iré, cogeré, temeré, pasaré. Y llegamos a la cuarta-quinta estrofas, que constituyen, según las lecturas más generalizadas y aceptadas, un diálogo perfecto sobre el esquema pregunta-respuesta. Desde las primeras ediciones aparece la acotación «Pregunta a las criaturas / Respuesta de las criaturas» encabezando la cuarta y quinta liras, respectivamente: Pregunta a las criaturas: ¡O bosques y espesuras plantados por la mano del Amado! ¡O prado de verduras de flores esmaltado! dezid si por vosotros ha pasado. Respuesta de las criaturas: Mil gracias derramando pasó por estos sotos con presura y, yéndolos mirando, con sola su figura vestidos los dexó de hermosura. La estrofa cuarta es una apelación a las criaturas y una subsiguiente pregunta directa, que constituye la primera parte del esquema, cuya segunda parte sería lógicamente la estrofa quinta, con la respuesta. Los manuscritos del Cántico (Jaén, Sanlúcar) no incluyen las acotaciones; D. Ynduráin, en el prólogo que encabeza la edición de las Poesías de San Juan en la Editorial Cátedra, cuyo texto sigue el manuscrito de Sanlúcar, cree que las acotaciones proceden de una lectura ideologizada del poema que implica una interpretación condicionada por el marco de unas ideas religiosas sobre la creación. La estrofa quinta podría ser dicha por la Esposa, sin necesidad de atribuírsela a las criaturas. Esta propuesta no es rechazada por el texto, y efectivamente el locutor de la estrofa quinta podría seguir siendo la Esposa, que haría una reflexión sobre su propia y directa pregunta a las criaturas, a quienes se dirige mediante la segunda persona en la estrofa cuarta, según puede comprobarse. Resulta un tanto insólito el que la estrofa quinta, si la leemos atribuyéndosela a la Esposa, no interpreta así, y aunque él dice en la dedicatoria de los poemas que su lectura es una entre otras posibles, el hecho es que va por ese camino. Además, la lectura de las canciones, sin relacionarlas con ideologías o interpretaciones previas, nos pone ante una pregunta formulada sobre un verbo en imperativo, un verbo de lengua que pide una información: dezid si ha pasado, es decir, un «imperativo epistémico» (Hintikka, 1976), que crea unas expectativas sobre el esquema (respuesta) y sobre la información (¿pasó?), y ocurre que la canción quinta ofrece tal información y puede ser interpretada en la lógica discursiva como una respuesta:.;ha pasado? / Pasó; dezid si ha pasado / (decimos que) pasó. Por tanto no es necesario acudir a ideologías para explicar el esquema de las dos canciones como pregunta-respuesta, es el texto el que permite, sugiere, propone tal lectura. Insisto, sin embargo, en que la otra lectura que atribuye a una reflexión de la Esposa la quinta lira, es también posible, pero advertimos que si la lectura con las acotaciones responde a una ideologización previa, la lectura que rechaza esas acotaciones responde a la misma ideología, que está en el texto, porque ¿quién es ése cuya belleza se proyecta en el mundo? Lo que nos resulta importante en este momento es que si seguimos la lectura del Cántico que se deriva de la presencia de las acotaciones, nos encontramos con verdadero diálogo, cuyas formas lo- cutivas serían: sujeto emisor de la cuarta estrofa, la Esposa; alocu- tario, las criaturas; en la quinta estrofa se cambiarían los turnos de modo que el locutor serían las criaturas y el alocutario la Esposa, no textualizada, pero sí implícita en el esquema dialogal. El Cántico sigue con exclamaciones, preguntas retóricas, cambios de alocutario: el Esposo, la vida, la cristalina fuente; hasta la estrofa número trece en que el locutor es el Amado y el alocutario la paloma, la Esposa, pero sin que haya en ningún caso diálogo, EL DIÁLOGO. — 21 322 El diálogo a pesar de que se identifican elementos de coherencia entre las últimas palabra de la Esposa: Apártalos, Amado, que voy de vuelo. Vuélvete, paloma voy-vuelve // vuelo-paloma, y las del Amado que irrumpen directamente en el texto por primera vez. A partir del Epitalamio hay cambios de locutor Esposa / Amado, pero no hay diálogo, sino turnos de emisión en procesos expresivos que se suceden. Lo mismo ocurre en la Llama de amor viva, donde permanece a lo largo de todo el poema el mismo locutor, el Alma, bajo formas gramaticales diversas: mi (alma), mi (seno), me (enamoras); y el alocutario, el Amado, que aparece bajo formas morfológicas, como adjetivos posesivos o como «llama de amor viva»: hyeres, eres, acava, rompe, as trocado, recuerdas, moras, tu (aspirar), enamoras. La situación es paralela en la Noche oscura, en cuyas estrofas aparece el Amado y la Amada mediante desinencias verbales, pronombres y adjetivos con género preciso: salí (yo), notada, disfrazada, me (veya), me (esperava), yo savia, mi (pecho), yo le regalaba, yo esparcía, mi (cuello), mis (sentidos), quedéme, olvidéme, recliné, dexéme, mi (cuidado). El Amado empieza a aparecer indirectamente en la estrofa cuarta: quien yo bien me savia, y directamente en la quinta en forma reiterada: amado con amada/, amada en el amado transformada-, y en tercera persona en la estrofa sexta: para él solo, quedó, sus (cavellos), el amado. En resumen, los poemas sanjuanistas ofrecen un dinamismo generalizado en el tratamiento de las formas locucionales que van desde el uso de un lenguaje directo con cambios de alocutario y ocasionalmente diálogo en el Cántico espiritual. Y podemos afirmar que si los esquemas métricos son causa de dinamismo, también pueden serlo los esquemas y los cambios locucionales a lo largo de las estrofas en los tres poemas sanjuanistas. EL DIÁLOGO EN LA POESÍA LÍRICA ACTUAL La incorporación del diálogo al discurso de la novela a partir del realismo, con el fin de utilizarlo como signo o formante literario, es una aventura que se asienta poco a poco hasta hoy descubriendo posibilidades imprevistas al principio; igualmente el diálogo directo del texto dramático va adquiriendo sentidos nuevos en el uso que hacen en sus obras autores como Chéjov, Ibsen, el teatro del absurdo, etc., y que hemos verificado en el análisis textual de Yerma, de García Lorca. Frente a esto, en la lírica topamos una situación completamente diferente; a pesar de la renovación métrica, temática e ideológica, las fórmulas locucionales del discurso poético se mantienen ig
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