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pensar el estado actual de la Educación Física y los cuestionables argumentos que a cada instante se exponen, pretendidamente inspirados ea ideales...

pensar el estado actual de la Educación Física y los cuestionables argumentos que a cada instante se exponen, pretendidamente inspirados ea ideales helénicos. Nuestra intención requiere un nuevo retorno a Grecia y, desechando toda ligereza “turística”, compenetramos del fervor del peregrino para quien un solo lugar es motivo de reiteradas visitas, hasta lograr la penetración de la verdad. Este lugar, como ya lo hemos advertido, se halla en la obra de Platón, y más precisamente en su dialéctica referida a la Música y la Gimnástica. La impor­tancia que para nosotros asume este punto del diálogo se pone de manifiesto por sí sola al establecer, dentro del Programa, su estudio más profundo en los cursos de Lectura y Comentario de Textos. Por lo tanto, cabe desarrollar aquí, no la amplitud y la erudición temática, sino los puntos y detalles más esclare­cedores que sirvan directamente a los fines específicos de este Profesorado Su­perior de Educación Física. A tal propósito, se elabora el presente esquema: 1? La ubicación temporal del asunto a tratar ofrece la límpida sencillez de eliminar, en principio, toda dialéctica acerca del problema del cuerpo y del alma, como elementos contrapuestos, lo que más tarde habría de determinar el dualismo. Esta referencia deberá profundizarse en el curso correspondiente, te­niendo en cuenta que ha sido extraída de un ensayo del profesor Richard Lewis Netdeship, “La educación del hombre según Platón”, en cuyo estudio preliminar el profesor José O. Espasandín resalta lo siguiente: “.. .la medicina trataba de devolver la salud al cuerpo, y, más que al cuerpo, al ser humano total, dado que la diferencia y menos el antagonismo entre cuerpo y alma no existía aún para los griegos de comienzos del siglo TV (a. J. C.).” (Página 21 de la obra citada. Editorial Atlántida, Buenos Aíres.) 2? El asunto de nuestro particular interés (Música y Gimnástica) ha sido muchas veces tergiversado arguyendo que tal régimen educativo sólo estaba especificado para los Guardianes, tomando apoyo, en este caso, en la rígida y castrense educación espartana. En realidad, Platón sólo toma de esta última la forma exterior, pero guarda lo substancial e íntimo de la vida ateniense para profundizar su ideal. La educación ateniense tradicional, compuesta por “gim­nástica”, “letras” y “música”, es por él reducida a los dos componentes extremos fundiendo las letras en la música. Por otra parte, este régimen es considerado elemental y preparatorio para dichos Guardianes (y corresponde también al ciudadano griego medio), pues no debe olvidarse que de la clase de los Guar­dianes habrán de salir los Gobernantes, en los que una formación filosófica superior era indispensable. Resulta, por lo tanto, una falacia pretender decir que la Gimnástica y la Música eran elementos exclusivamente formadores de los Guardianes (o soldados) y no el elemento tradicional de la educación ateniense media. 3° Ha de tenerse presente que, aunque la Música y la Gimnástica son ana­lizadas separadamente por Platón en el diálogo que sostiene Sócrates con Glau­cón (410 c. d.), ambas son sólo elementos para la “formación” del alma. A este respecto es interesante la clara interpretación dada por Nettleship, recurriendo a la palabra “entrenamiento” para significar el equívoco de la música para la mente y la gimnástica para el cuerpo. Si así fuera, ya estaríamos en presencia de un dualismo prematuro. Indudablemente, es ésta una inspirada innovación de Pla­tón, puesto que el asombro de Glaucón es bastante significativo y su conven­cimiento, elocuente. Pues cuando éste pregunta a Sócrates cuál habrá de ser entonces el objeto de la Música y la Gimnástica —puesto que no es la de atender al alma y al cuerpo respectivamente—, el filósofo responde “que tanto una como otra han sido establecidas con miras principalmente al cuidado del alma”. A esto sigue una penetrante observación psicológica: en opoyo de sus convicciones pregunta a su interlocutor si ha notado cómo tienen su carácter los que dedican su vida a la Gimnástica, excluyendo la Música; y cómo lo tienen los que hacen exactamente lo contrario. La respuesta no se hace esperar: “ferocidad y dureza en un caso; blandura y dulzura en el otro”. (410 d. e.). Pero hay aquí algo muy significativo para nosotros, desde el punto de vista del estudio de los tempera­mentos y el carácter: Platón emplea en el diálogo las frases “fogosidad innata” y “privado de fogosidad” como facultades temperamentales básicas, para que tanto la Música como la Gimnástica recurran a ellas con el objeto de formar el carácter como cualidad que debe ser adquirida. Éste es un principio racionali­zador y distribuidor de los agentes educativos, Música y Gimnástica, y se ad­vierte ya una prudencia pedagógica que antepone la armonía y el equilibrio, a la hipertrofia y el especialismo. Dicho en nuestro lenguaje contemporáneo: se antepone el equilibrio educacional al “entrenamiento” y a la “especialización atlético-deportiva”. Coloca frente a frente al educador y al entrenador. El uno poniendo más donde falta y rebajando donde sobra. El otro exaltando cada vez más lo sobre-saliente, y, por lo tanto, fugándose de la Educación. 49 La psicología se hace más evidente en su aspecto fenomenològico o captativo con la descripción de la “expresividad” en cada caso. Quien haya abusado de la Gimnástica “no recurrirá jamás al lenguaje para persuadir, sino que intentará, como las alimañas, conseguirlo todo por la fuerza y la brutalidad” 411 e). Nuevamente llamaremos la atención de que aquí tal vez se dé un caso típico temperamental: el de una “fogosidad innata”. El educador recurrirá a la Música para restablecer el equilibrio; el entrenador haría todo lo contrario. Innato sería también, en el otro caso, ese temperamento que Platón define como “alma originaria y naturalmente privada de fogosidad” (411c). La expresión y la palabra sufrirían ese amaheramientc que, en algún caso, Platón ha* de cali­ficar, teniendo en cuenta la carencia de fogosidad total, de “feble guerrero”. Para nosotros, extraer consecuencias significaría, en estos casos, que la Música y la Gimnástica no son ingredientes que se adjudican o administran teórica o arbitrariamente, como podría suponerse en un análisis superficial o pasajero. Hay una tendencia en cada individuo que ¡o impulsa a obrar de cierta manera, y ésta sería su temperamento. Pero hay también una influencia, que proviene de afuera, y esto es la educación. Del juego entablado entre tendencia e influencia-habrá de surgir (o no) el “hombre formado”, que es algo más que el simple hombre educado para la Música o para la Gimnástica (que es error de con­cepto); pues en todo caso sería por la Música y la Gimnástica. Es por ello que nosotros anteponemos el significado de “formación” al de “educación” en el proceso del hombre vi.viente; y si bien concebimos al Educador como la más alta expresión humana del forjador de hombres (puesto que Profesor es el que da las profesiones), no concebimos al educando sino como un proceso del ser que tiende, en primera instancia, a adquirir su “formación”. Y ya hemos esta­blecido, desde el principio de estas clases, que la imagen del hombre, tal como debe ser, es dada a nuestro espíritu por la prístina frase del ideal helénico: “constituido convenientemente y sin falta, en manos, pies y espíritu”. 5° Una interpretación de los ideales platónicos que requiere ahora un en­foque particular de nuestra parte debe necesariamente recaer en su opinión acerca de la Gimnástica. Así hace expresar a Sócrates: “Yo no creo que, por el hecho de estar bien constituido, un cuerpo sea capaz de infundir bondad al alma con sus excelencias, sino al contrario, que es el alma buena la que puede dotar al cuerpo de todas las perfecciones posibles por medio de sus virtudes” (403 d.). Y esta frase que sigue es por de más significativa: “¿no sería mejor que, después de haber dedicado al alma los cuidados necesarios, la dejásemos encargada de precisar los detalles de la educación corporal, limitándonos nos­otros a señalar las líneas generales para no habernos de extender en largos dis­cursos?” (403 e. ). Esto, que nos toca bien de cerca, demuestra cuán distinto resulta el pensamiento de Platón con respecto a la concepción de la Educación Física de los posteriores a él, y principalmente con la imperante en nuestros días. Constituye, por otra parte, una

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Lo siento, pero parece que el texto que proporcionaste es muy extenso y no puedo responder a preguntas que parecen ser de tipo ensayo. ¿Tienes alguna pregunta específica sobre el tema que te gustaría que respondiera?

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