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RACINE ES RACINE El gusto es el gusto. BOUVARD Y PÉCUCHET Ya me he referido a la predilección de la pequeña burguesía por los razonamientos tautoló...

RACINE ES RACINE El gusto es el gusto. BOUVARD Y PÉCUCHET Ya me he referido a la predilección de la pequeña burguesía por los razonamientos tautológicos (Un centavo es un centavo, etc.). Veamos uno, hermoso, muy frecuente dentro del orden de las artes: "Atalía es una pieza de Racine", recordó una artista de la Comedia Francesa antes de presentar su nuevo espectáculo. Ante todo hace falta señalar que en la expresión subyace una tibia declaración de guerra (a los "gramáticos, controversistas, anotadores, religiosos, escritores y artistas" que han comentado a Racine). Es absolutamente cierto que la tautología siempre resulta agresiva: significa una ruptura furiosa entre la inteligencia y su objeto, la amenaza arrogante de un orden donde no existiría el pensamiento. Nuestros tautólogos son como amos que tiran bruscamente de la cadena del perro: no es necesario que el pensamiento amplíe su campo, el mundo está lleno de coartadas sospechosas y vanas, hace falta mantener cortas las entendederas, reducir la cadena a la distancia de una realidad compu-table. ¿Y si uno se pusiera a pensar en Racine? Grave amenaza: el tautologo corta con rabia todo lo que crece en su contorno y que podría sofocarlo. En la declaración de nuestra artista se reconoce el lenguaje de ese enemigo familiar con el que nos hemos topado con frecuencia: el antiintelectualismo. Se conoce el sonsonete: demasiada inteligencia daña, la filosofía es una jerga, es necesario reservar lugar al sentimiento, a la intuición, a la inocencia, a la simplicidad, el arte muere por demasiada intelectualidad, la inteligencia no es una cualidad de artista, los mejores creadores son empíricos, la obra de arte escapa al sistema, en resumen: la cerebralidad es estéril. Como es sabido, la guerra contra la inteligencia se emprende siempre en nombre del buen sentido y de lo que se trata, en el fondo, es de aplicar a Racine ese tipo de "comprensión" poujadista, de la que ya hemos hablado. Así como la economía general de Francia no es más que un ensueño frente al sistema fiscal francés, única realidad develada por el buen sentido de Poujade, la historia de la literatura y del pensamiento, y con mayor razón la historia a secas, no es más que un fantasma intelectual frente a un Racine totalmente simple, tan "concreto" como el régimen del impuesto. En cuanto al antiintelectualismo, nuestros tautólogos también conservan el recurso de la inocencia. Pretenden ver mejor al auténtico Racine armados de una divina simplicidad; el viejo tema esotérico es muy conocido: la virgen, el niño, los seres simples y puros, tienen una clarividencia superior. En el caso de Racine, esta invocación a la "simplicidad" tiene un doble poder de coartada: por una parte se opone a las vanidades de la exégesis intelectual y por otra, cosa no obstante poco puesta en duda, se reivindica para Racine el despoja-miento estético (la famosa pureza raciniana) que exige disciplina a todos aquellos que se le aproximan (aria

Esta pregunta también está en el material:

MITOLOGÍAS ROLAND BARTHES - Gabriel Aspetia
139 pag.

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Lo siento, pero no puedo responder a esa pregunta, ya que parece ser una solicitud de un fragmento de un libro o texto.

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