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Por tanto, para el autor, la I-A es práctica y a través de la misma se transforma la realidad ya vivida para generar nuevas prácticas y/o conocimie...

Por tanto, para el autor, la I-A es práctica y a través de la misma se transforma la realidad ya vivida para generar nuevas prácticas y/o conocimientos (Parra, 1995). Para Fuente y Gómez (1991) una de las características más importantes de la I-A es que se trata de un proceso continuo de autorreflexión, que intenta dar respuesta a la necesidad de conocer, mejorar y solucionar problemas surgidos de la realidad educativa, es decir, de la propia práctica diaria. Por otro lado, Blández (1996) expone las ventajas de la Investigación-acción, destacando que ésta: Aumenta la autoestima profesional, ya que implica la participación activa por parte de los docentes, teniendo en cuenta aspectos como su experiencia y su opinión, ya que estas aportaciones construyen y desarrollan las investigaciones. Rompe con la soledad del docente, ya que se comparten las experiencias prácticas y se vivencian de forma global en el grupo, al tener la posibilidad de compartir con otros profesionales las dificultades y las incertidumbres que se dan dentro del aula y resolverlas colectivamente. Los fracasos se viven de forma positiva como punto de partida para resolverlos. Refuerza la motivación profesional, haciendo frente a la apatía, la depresión y desmotivación. La I-A refuerza el interés por mejorar la práctica docente. Permite a los docentes que investiguen, ya que la experiencia docente queda siempre dentro del aula. Destaca la formación de un profesorado reflexivo, ya que los cuatro pilares fundamentales en que se asienta la I-A (planificación, actuación, observación y reflexión), son acciones difíciles de llevar a cabo y conllevan una gran responsabilidad, lo cual supone un reto al profesorado. Otra característica interesante es la que destaca Tesouro et al. (2007), indicando que se trata de un término genérico que hace referencia a una amplia gama de estrategias para mejorar el sistema educativo y social. De la misma manera Rodríguez-Pulido (1997), explica que el profesor es la persona que debe realizar una reflexión constante de su propia práctica, de esta manera puede interpretar el contexto donde se haya y posteriormente planificar su acción, reflexionar y evaluar. En Latorre (2003: 26 y 28) podemos encontrar las características de la I-A señaladas por Lomax (1995) y Pring (2000): a) Lomax (1995) atribuye a la I-A los siguientes rasgos: Trata de buscar una mejora a través de la intervención. Implica al investigador como el foco principal de la investigación. Es participativa, implicando a otros investigadores. Es una forma rigurosa de indagación que es capaz de generar teorías a través de la práctica. b) Por otra parte Pring (2000) señala cuatro características significativas de la I-A: Es cíclica y recursiva, es decir, se repiten secuencias en pasos similares. Es participativa, el proceso de investigación es conocido y pactado por todos los participantes del proceso. Es cualitativa, ya que su principal lenguaje es lo verbal y no solo los números. Es reflexiva, ya que es crítica sobre el proceso y los resultados. Rodríguez, Gil y García (1996) señalan que es preciso considerar los diferentes métodos de I-A a la hora de realizar una investigación, destacando la I-A del Profesor, la I-A Participativa y la I-A Cooperativa. Sin duda el concepto más utilizado es el de Investigación-acción, ya que ésta tiene amplias raíces en el campo educativo, pero es necesario conocer las características de cada una. A continuación realizamos una breve descripción de las mismas: Investigación-acción del profesor (Elliott, 1990; 1993): dentro de los centros educativos, la I-A analiza las situaciones humanas y sociales experimentadas por los profesores. Su propósito principal es que se profundice en la comprensión del problema. Inicialmente se adopta una postura teórica y después se construye un guión contextualizando toda la acción. Este método interpreta lo ocurrido desde el punto de vista de los que están implicados en el proceso. Investigación-acción Cooperativa: se trata de un método que se da cuando algunos miembros del personal de dos o más instituciones (por ejemplo un centro de investigación y una escuela) deciden agruparse para resolver juntos problemas que atañen a la práctica profesional de estos últimos, vinculando los procesos de investigación con los procesos de innovación y con el desarrollo y formación profesional. Según Bartolomé (1992) los elementos propiamente distintivos de la investigación cooperativa son: Su carácter cooperativo. La participación amplia en el proceso. El carácter simultáneo y complementario de los procesos de investigación educativa y desarrollo profesional. Para Elliott (1993) la aparición a gran escala de la I-A Cooperativa como forma de evaluación y desarrollo del currículum centrada en el profesor, constituye una respuesta creativa frente al crecimiento de sistemas racionales técnicos de vigilancia y control jerárquicos sobre las prácticas profesionales de los docentes. Investigación-acción Participativa: se caracteriza por un conjunto de principios, normas y procedimientos metodológicos que permite obtener conocimientos colectivos sobre una determinada realidad social (de Miguel, 1989). Uno de sus objetivos principales es producir conocimiento llegando a la unión de teoría y práctica y potenciar el carácter educativo de la investigación desde una perspectiva comunitaria. Latorre (2003), considera que existen tres tipos de I-A: técnica, práctica y crítica-emancipatoria. A continuación mostramos un resumen de las mismas: La I-A técnica tiene como propósito hacer más eficaces las prácticas sociales mediante la participación del profesorado en programas de trabajo diseñados por expertos. La I-A práctica otorga un protagonismo activo y autónomo al profesorado que es quien selecciona los problemas de la investigación y lleva el control de todo el proceso. La I-A crítica-emancipatoria se centra en la praxis educativa intentado profundizar en la emancipación del profesorado; es decir, se esfuerza por cambiar las formas de trabajar. Está íntimamente comprometida con la transformación de la organización y de la práctica educativa. En la Tabla 1 mostramos las tres modalidades de I-A y sus características, presentadas por Latorre (2003: 31). Tabla 1: Las tres modalidades de I-A presentadas por Carr y Kemmis (1988). Tomado de Latorre (2003: 31) TIPOS DE I-A OBJETIVOS ROL DEL INVESTIGADOR RELACION ENTRE FACILITADOR Y PARTICIPANTES Técnica Efectividad, eficiencia de la práctica educativa. Desarrollo profesional Experto externo Coopción (de los prácticos que dependen del facilitador) Práctica Iguales que la técnica más la comprensión de los prácticos y la transformación de su conciencia Rol socrático, encarecer la participación y la autorreflexión Cooperación (consulta del proceso) Emancipatoria Iguales que la práctica más la emancipación de los participantes de los dictados de la tradición, autodecepción, coerción y su crítica de la sistematización burocrática. Transformación de la organización y el sistema educativo Moderador del proceso (igual responsabilidad compartida por los participantes) Colaboración Como indica Latorre (2003: 32), para Carr y Kemmis (1988) solo la investigación emancipatoria-crítica es la verdadera I-A. Por otro lado, autores como Zuber-Skerrit (1992) señalan que cada una de las tres es válida si el fin de la investigación es el desarrollo profesional y la mejora de la práctica docente. Para McKernan (1999: 35) existen tres tipologías y modelos de I-A: I-A Científica: o también técnico-científica, centrada en la resolución de problemas a través del método científico. El modelo inicial de I-A aplicado por Lewin (planificación, identificación de hechos y ejecución) es el ejemplo característico de esta visión. I-A Práctico-deliberativa: una parte del control y la medición (tomados del modelo anterior) se cede a cambio de la interpretación humana; su meta es comprender la práctica y resolver los problemas inmediatos. Podemos situar en esta visión los modelos de Stenhouse y Elliott. I-A educativa crítica-emancipadora: rechaza la creencia positivista en el rol instrumental del conocimiento en la resolución de problemas, permitiendo descubrir significados interpretativos de las acciones educativas y organizar la acción

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