¿Para qué evaluamos? Esta es una de las primeras cuestiones que emerge en el planteamiento de los procesos evaluativos dentro del contexto educativ...

¿Para qué evaluamos? Esta es una de las primeras cuestiones que emerge en el planteamiento de los procesos evaluativos dentro del contexto educativo. La finalidad con la que llevamos a cabo la evaluación se convierte en el eje sobre el que posteriormente girarán el resto de las decisiones y acciones que llevemos a cabo dentro del proceso evaluativo. La principal finalidad que se le ha atribuido de forma tradicional a la evaluación es la de comprobar el desempeño del alumnado al final de un proceso buscando certificar o acreditar este a través de una calificación (Abdullah-Alotaibi, 2019; Canales, 2007). Esta es la denominada evaluación sumativa. Esta concepción sobre la finalidad de la evaluación sigue aún vigente en nuestros días, siendo muchos los contextos educativos donde la evaluación únicamente se desarrolla para otorgar una nota al alumnado (Herrero-González, Manrique-Arribas & López-Pastor, 2021; Prieto, 2015). Sin embargo, a comienzos del siglo XX aparecieron nuevas corrientes educativas que trajeron una nueva visión sobre los procesos educativos en general, y los evaluativos en particular (Chan, et al. 2011). Así, emergen propuestas alternativas de evaluación, con una finalidad formativa, que buscan proporcionar feedback con objeto de ajustar el proceso de enseñanza y aprendizaje y conseguir una mejora en el desempeño de los estudiantes (Andrade et al., 2019; Dunn & Mulvenon, 2009).