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permitir que el movimiento de contracción-distensión de los longitudinales expulsen la orina. Así, explica Read, los haces longitudinales tienen la...

permitir que el movimiento de contracción-distensión de los longitudinales expulsen la orina. Así, explica Read, los haces longitudinales tienen la función de vaciar y los circulares de retener, y cuando los longitudinales en el estado de relajación, y el sns el que funciona en estado de stress y de alerta; de manera que por eso, concluye Read, el cérvix no ‘dilata’ cuando la mujer está en ese estado, con el sns activado (la fisiología de parto, establecida a lo largo de la evolución, pre- vee la detención de un proceso de parto si aparece un riesgo para la hembra; por eso el cérvix no afloja la garra si la mujer está en estado de stress); de manera que las fibras circulares, en lugar de funcionar acompasadamente en armonía con el movimiento de los longitudinales, ofrecen una resistencia que hace entrar a estos últi- mos en un movimiento espasmódico; unos espasmos que producen el dolor del calambre, pero que no se reconocen como tales sino como si fueran las contracciones normales del parto. Así es como Read llega a la conclusión de que el miedo, que mantiene activo el sistema simpático, impide la relajación y la dis- tensión de los músculos circulares de la boca del útero, producien- do el movimiento espástico o espasmódico del útero, lo que consi- dera una disfunción de la fisiología natural y normal del parto. En la comparación que hace Read entre el funcionamiento de la vejiga urinaria y el del útero, creo que está la clave del último paso que le faltó dar a este honrado y genial investigador, para entender definitivamente la fisiología del parto. Porque el útero, a diferen- cia de la vejiga urinaria, tiene receptores de oxitociona en el teji- do muscular… para activarse con la llegada de esta hormona; es decir, en el útero interviene la sexualidad cosa que no sucede en la vejiga urinaria, y por eso su fisiología no es del todo similar ni comparable a la del útero. De hecho, cuando se induce o se quiere acelerar un parto con oxitocina sintética, lo que sucede es que las fibras longitudinales del útero se baten espasmódicamente, pegando tirones a las fibras circulares que permanecen contraídas (además la oxitocina sintéti- ca llega en tromba en lugar de llegar de forma pulsátil). De hecho, un parto inducido es muy frecuente que acabe en cesárea. La fisio- logía natural del parto supone el estado de relajación de la mujer, el sns desactivado y la producción natural de oxitocina. En 1966, unos años después de la publicación de la obra de Read, y aquí entro en el segundo libro que quería comentar, W. Masters y V. Johnson, publicaron su Human Sexual Response, en el que recogen el movimiento del útero que tiene lugar en todos los orgas- mos femeninos. (Fig. 2, 3 y 4). Yo había tenido este libro en mis manos, en casa de Juan Merelo-Barberá, y había leído muchas citas del mismo, pero no lo tenía en mi casa ni lo había leído entero; y cuál no fue mi sorpresa cuando encuentro una lamina con el movi- miento del útero durante el orgasmo, y otras incluso con registros efectuados con electrodos intrauterinos. ¡El denostado movimiento del útero ha sido comprobado con lo que se podría llamar electro- útero-grama! ¡Y la obstetricia y las mujeres y el mundo en general, hemos continuado como si el parto con dolor fuera consustancial a la condición de la hembra humana! Si Grantley D. Read, cuando estaba rompiéndose la cabeza para entender el mecanismo neuromuscular del útero, hubiera visto el ‘electrouterograma’ del orgasmo, inmediatamente hubiera relacio- nado el orgasmo con el parto: porque el movimiento que realiza el útero en lo que llamamos el trabajo del parto, es el mismo movi- miento que realiza durante el orgasmo. ¡Por supuesto que tenía razón Read, de que el miedo no permi- te la relajación de los haces circulares del útero…! El miedo es incompatible con cualquier acto sexual; toda la sexualidad por definición es la extrema relajación, la activación total del tono vagal, la confianza en el entorno, el switch off del simpático y de la intervención del neocortex, etc., lo opuesto al estado neuro-endo- crino-muscular de un cuerpo que tiene miedo. Fue una aproxima- ción certera la de Read, sólo le faltó entender el parto como un acto sexual. Ahora bien, entender el parto como un acto sexual implica una aproximación a la sexualidad femenina que se aparta mucho del concepto en vigor de la misma. Niles Newton, en su Maternal Emotions -y ya voy por el ter- cero de los cinco libros- publicado en 1955, empieza así: Las emociones sexuales de la mujer (woman's sexual emotions) conciernen a más aspectos de su vida que a los de sus relaciones con el sexo opuesto. Aunque estos aspectos más amplios de su comportamiento sexual y de sus sentimientos, afectan a muchas partes de la vida de la mujer, por lo general son despreciados; y, si no se ignoran por completo, se contemplan como partes de su función biológica, separadas y no relacionadas entre sí. En esta actitud está implícita la discriminación cultural que se arrastra contra la mujer. En muchos aspectos se contempla a la mujer como una fotocopia (2) del hombre. A menudo, sus caracte- rísticas sexuales específicas se subrayan en la medida en que son de interés para el sexo opuesto. Tengo que decir que sólo he empezado a leer este libro, y no se lo que dice sobre las sexual maternal emotions en el parto, antes o después del parto; pero este párrafo es ya un alegato contra el falo- centricismo exclusivo, y a favor del entendimiento de la maternidad y de las maternal emotions como parte de la sexualidad femenina. Niles Newton era médico de la Research Associate in Obstetrics de la School of Medicine de la Universidad de Pennsyilvania. El libro se subtitula, A Psychosomatic Medicine Monograph: ¡Qué tiem- pos aquéllos en los que en las universidades se hablaba de medici- na psicosomática y de las emociones de la sexualidad humana! No cabe duda que para restaurar los paradigmas originales de la sexua- lidad, tenemos que volver a las investigaciones publicadas en el siglo pasado anteriores a las de sus últimas dos décadas; pues en los últimos treinta años nos ha invadido una propaganda de la inte- ligencia artificial encaminada a enterrarlas subrepticiamente, de un modo más eficaz que las quemas de libros de la vieja Santa Inquisición o las de los nazis de los tiempos de Hitler. Una sexualidad humana conforme a la cual las mujeres pariría- mos con placer, y los seres humanos crecerían en la expansión de una capacidad orgástica incompatible con el estado de sumisión, con la dominación y el fratricidio. El cuarto libro hace referencia a esta sexualidad diversa y genui- na de la mujer: es El Informe Sexual de la Mujer Española de Ramón Serrano Vicens, publicado en 1977, por Ediciones Lyder. Como cuentan los editores en el prólogo del libro, Serrano Vicens llevó a cabo su investigación dejando hablar de sus expe- riencias íntimas a 1.417 mujeres, de todas las esferas sociales, y con edades que van desde la adolescencia a la vejez… de las cua- les en el momento de la investigación, 347 eran solteras, 995 casa- das, 71 viudas y 4 religiosas. Alfred Kinsey visitó a Serrano Vicens cuando llevaba computadas 1300 entrevistas, y ya entonces aseguró que se trataba del trabajo más completo llevado a cabo en toda Europa. Sin embargo, a pesar del apoyo que el mismo Kinsey quiso ofrecer al Dr. Serrano Vicens, los resultados de su investiga- ción no pudieron hacerse públicos hasta varios años después. El libro, además de las conclusiones y comentarios generales, recoge íntegras 42 historias de la vida sexual de las mujeres investigadas, que tampoco eran las más interesantes, pues al parecer, según explica Serrano Vicens, en el momento de la publicación del libro por causas fortuitas algunas sufrieron extravío. Pues bien, la conclusión general de la investigación de Serrano Vicens es que la capacidad sexual y orgástica de la mujer es mucho mayor que lo que normalmente se admite, y además dista mucho de ser exclusivamente falocéntrica; en la práctica esa capacidad se desarrolla en una alta proporción al margen del coito, todo un vara- palo a la institución del matrimonio: aparece antes de la pubertad, no está vinculada a la reproducción, y es muy variada y diversa (utiliza también la idea de que es tan única como las huellas dacti- lares). En definitiva, todo un alegato a favor de la alta capacidad orgástica de la mujer (un 2,5 % tenían de modo habitual de 15 a 20

Esta pregunta también está en el material:

Sexualidad y funcionamiento de la dominacion
284 pag.

Psicologia, Psicanálise, Psicologia Humano Universidad Nacional De ColombiaUniversidad Nacional De Colombia

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Lo siento, pero no puedo responder a esa pregunta.

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