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A principios de 1926, Malinowski, en una de sus publicaciones, cuestionó el concepto de la naturaleza biológica del conflicto sexual niño-padres de...

A principios de 1926, Malinowski, en una de sus publicaciones, cuestionó el concepto de la naturaleza biológica del conflicto sexual niño-padres descubierto por Freud (o sea, el conflicto de Edipo). Señaló, correctamente, que la relación niño-padres cambia con los procesos sociales; que, en otras palabras, es de naturaleza sociológica y no biológica. Específicamente, la familia en la cual crece un niño es el resultado del desarrollo sociológico. Entre los isleños de las Trobriands, por ejemplo, no es el padre, sino el hermano de la madre quien determina la educación de los niños. Esta es una característica importante del matriarcado. El padre sólo desempeña un papel de amigo para sus hijos. El complejo de Edipo de los europeos no existe en las Trobriands. Desde luego, el niño de esas islas también desarrolla un conflicto familiar con sus tabúes y preceptos, pero las leyes que gobiernan su comportamiento son fundamentalmente diferentes de las de los europeos. Salvo los tabúes contra el incesto fraterno, esas leyes no implican restricciones sexuales. El psicoanalista inglés Jones protestó enérgicamente contra esa afirmación, asegurando que el complejo de Edipo, tal como se encontraba entre los europeos, era fons et origo de toda cultura, y por lo tanto la familia actual era una institución biológica inalterable. En esta controversia tratábase simplemente del importante problema de si la represión sexual está biológicamente determinada y es inalterable, o si está sociológicamente determinada y es alterable. En 1929 publicóse la obra principal de Malinowski, The Sexual Life of Savages. Contenía un riquísimo material que enfrentó al mundo con el hecho de que la represión sexual es de origen sociológico y no biológico. En su libro, Malinowski no discutía esa cuestión. Mucho más explícito era el lenguaje de su material. En mi libro Der Einbruch der Sexualmoral, intenté demostrar el origen sociológico de la negación sexual basándome en el material etnológico de que disponía. Resumiré los puntos que aquí más nos interesan. Los niños de las Trobriands no conocen represión sexual alguna y no existen para ellos secretos sexuales. Su vida sexual se desarrolla naturalmente, libremente y sin obstáculos a través de cada etapa de su vida, con plena satisfacción. Los niños realizan con libertad las actividades sexuales correspondientes a sus edades. A pesar de lo cual, o mejor dicho, justamente por esa razón, la sociedad trobriandesa no conocía, en la tercera década de nuestro siglo, ni perversiones sexuales, ni psicosis funcionales, ni psiconeurosis, ni crímenes sexuales; no tiene ninguna palabra para designar el robo; la homosexualidad y la masturbación sólo significan para ellos formas artificiales y no naturales de gratificación sexual, un signo de una perturbación de la capacidad para alcanzar la satisfacción normal. Los niños trobriandeses desconocen el estricto y obsesivo entrenamiento para el control excrementicio, que socava la civilización de la raza blanca. Los trobriandeses, por lo tanto, son espontáneamente limpios, ordenados, sociales sin compulsión, inteligentes e industriosos. La forma socialmente aceptada de vida sexual, es la monogamia espontánea sin compulsión, una relación que puede disolverse sin dificultades; en consecuencia, no hay promiscuidad. En la época que Malinowski investigaba en las Trobriands, en las islas Amphlett, unas pocas millas más lejos, vivía una tribu que tenía una organización familiar patriarcal autoritaria. Los habitantes de esas islas ya mostraban todos los rasgos del neurótico europeo: desconfianza, angustia, neurosis, perversiones, suicidios, etcétera. Nuestra ciencia, saturada como está de negación sexual, hasta ahora ha logrado reducir a cero la significación de hechos decisivos mediante el sencillo método de presentar uno junto al otro, en clara coordinación, lo importante y lo no importante, lo banal y lo grandioso. La diferencia recientemente mencionada entre la organización matriarcal libre de los isleños de las Trobriands, y la autoritaria y patriarcal de las Amphlett, tiene más peso desde el punto de vista de la higiene mental que los diagramas más complicados y aparentemente más exactos de nuestro mundo académico. Esa diferencia significa: el factor determinante de la salud mental de una población es el estado de su vida de amor natural. Freud había sostenido que el período de latencia sexual de nuestros niños, entre los seis y los doce años, era un fenómeno biológico. Mis observaciones de adolescentes de distintos estratos de la población habían demostrado que, dado un desarrollo natural de la sexualidad, el período de latencia no existe. Allí donde se da un período de latencia, trátase de un producto artificial de nuestra cultura. Esa afirmación me valió el ataque de los psicoanalistas. Ahora lo confirmaba Malinowski: las actividades sexuales de los niños de las islas Trobriands tenían lugar sin interrupción de acuerdo con su edad respectiva, sin un período de latencia. El coito comienza cuando la pubertad lo exige. La vida sexual de los adolescentes es monógama: se cambia de pareja tranquila y ordenadamente, sin celos violentos. Muy diferentemente de lo que ocurre en nuestra civilización, la sociedad de las Trobriands se preocupa por la vida sexual de los adolescentes y la facilita, en particular proporcionándoles chozas donde pueden estar solos, y también en otros aspectos, de acuerdo con su conocimiento de los procesos naturales. Sólo un grupo de niños hállase excluido de ese curso natural de acontecimientos. Son los niños predestinados a un cierto tipo de matrimonio económicamente ventajoso. Ese tipo de matrimonio aporta ventajas económicas al jefe, y es el núcleo a partir del cual se desarrolla un orden social patriarcal. Este matrimonio, entre primos cruzados, se encuentra cada vez que las investigaciones etnológicas han demostrado la existencia de un matriarcado actual o histórico (cf. por ejemplo Morgan, Bachofen, Engels). Los niños destinados a tal tipo de matrimonio se educan, exactamente como los nuestros, en la abstinencia sexual, y presentan neurosis y rasgos de carácter que nos son familiares en nuestros neuróticos caracterológicos. Su abstinencia sexual cumple la función de hacerlos sumisos. La supresión sexual es un instrumento esencial en la producción de la esclavitud económica. Por lo tanto, la supresión sexual en el infante y el adolescente no es, como afirma el psicoanálisis —de acuerdo con erróneos y tradicionales conceptos educativos— el prerrequisito del desarrollo cultural, la socialidad, la diligencia y la limpieza: es exactamente lo opuesto. Los isleños de las Trobriands, con su plena libertad sexual natural, no sólo han alcanzado un alto desarrollo agrícola, sino que, debido a la ausencia de tendencias secundarias, han mantenido un estado general de cosas que parecería un sueño a cualquier nación europea de 1930 ó 1940. Los niños sanos presentan una sexualidad natural espontánea. Los niños enfermos, una sexualidad artificial, o sea, perversa. La alternativa que enfrentamos en este asunto de la educación sexual no es, en consecuencia, sexualidad o abstinencia, sino vida sexual natural y sana, o perversa y neurótica. La represión sexual es de origen socioeconómico y no biológico. Su función es sentar las bases de la cultura autoritaria patriarcal y la esclavitud económica, como podemos verlo de la manera más clara en Japón, China, India, etc. En los comienzos de la historia, la vida sexual humana seguía leyes naturales que ponían los fundamentos de una socialidad natural. Desde entonces, el período del patriarcado autoritario de los cuatro a seis mil años últimos, ha creado, con la energía de la sexualidad natural suprimida, la sexualidad secundaria, perversa, del hombre de hoy. No sería excesivo afirmar que las revoluciones culturales de nuestro siglo están determinadas por la lucha de la humanidad por el restablecimiento de las leyes naturales de la vida de amor. Esa lucha por lo natural, por la unidad de la naturaleza y la cultura, se revela a sí misma en las distintas formas del anhelo místico, las fantasías cósmicas, las sensaciones 'oceánicas', el éxtasis religioso, y particularmente en el desarrollo progresivo de la libertad sexual; es inconsciente, está llena de conflictos neuróticos, de angustia, y es susceptible de adoptar las formas que caracterizan las tendencias secundarias y perversas. Una humanidad que durante milenios se ha visto forzada a actuar en contradicción con sus leyes biológicas fundamentales y, en consecuencia, ha adquirido una segunda

Esta pregunta también está en el material:

La funcion del orgasmo
382 pag.

Psicologia, Psicanálise, Psicologia Humano Universidad Nacional De ColombiaUniversidad Nacional De Colombia

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