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¿Cómo se puede hacer esto? Pues bien, Internet permite la articulación de los proyectos alternativos locales mediante protestas globales, que acaba...

¿Cómo se puede hacer esto? Pues bien, Internet permite la articulación de los proyectos alternativos locales mediante protestas globales, que acaban aterrizando en algún lugar, por ejemplo, en Seattle, Washington, Praga, etc., pero que se constituyen, se organizan y se desarrollan a partir de la conexión Internet, es decir, conexión global, de movimientos locales y de vivencias locales. Internet es la conexión global?local, que es la nueva forma de control y de movilización social en nuestra sociedad. El fenómeno, como sabemos, no ha hecho más que expandirse y multiplicarse en los últimos años. Nadie discute a estas alturas la importancia de las redes sociales en los movimientos que ocuparon la plaza del Sol en Madrid, el Zócalo de México DF o la plaza Tahrir en El Cairo. Las preguntas que debemos responder son otras: ¿Cuál es el aporte efectivo de las redes a estos movimientos sociales? ¿Cómo evitar que estos movimientos entren en estado de hibernación después de las grandes explosiones de participación ciudadana? ¿Cómo mantenerlos vivos en el tiempo? Quizá ha llegado la hora de pasar del ciberactivismo utópico al ciberactivismo científico. Tal como demuestran Regina Alves da Silva y Lorena Tarcia en su capítulo «Youtube y la espectacular ascensión del infoentretenimento en la política», a veces las redes pueden también funcionar como espacios donde el debate público se repliega para dejar lugar a la diseminación anónima de contenidos nocivos. Según las autoras, el mismo medio que favorece la intervención descentralizada de los ciudadanos en el debate público (por ejemplo aumentando la visibilidad de candidatos menos conocidos y con menores recursos para realizar campañas tradicionales) también tenderá «a diluir los mecanismos de responsabilización política» por la circulación de rumores y campañas difamatorias. El tema del anonimato también emerge en el capítulo escrito por Núria Simelio y Catalina Gayà («El caso de los medios, la reconfiguración del sentido de media y audiencia»), dedicado al análisis de los comentarios de los lectores de los diarios en línea. Las redes, como vemos, pueden alimentar la participación y la transformación de los sistemas de representación y, al mismo tiempo, contribuir a la difusión de expresiones racistas o difamatorias amparadas en el anonimato de un comentarista. Otro ámbito donde la investigación no descansa es aquel que se ubica en el cruce entre juventud y redes sociales. Según una investigación citada en el segundo capítulo de este volumen («Jóvenes e Internet: protagonismo y dudas», de Carme Ferré Pavia y Ana Bernal Triviño) los jóvenes identifican a la vieja y querida televisión con los siguientes conceptos: Televisión: espectáculo, entretenimiento, poca credibilidad, vulgar, pasivo, atractivo, compañía, hipnotizadora, imagen, color, sonido. Las redes son asociadas por los mismos jóvenes a los siguientes conceptos: Internet: inmediatez, cómodo, moderno, diseño, interactividad, claro, textos concisos, futuro, nuevo medio, universal, sin límites. De frente a estas percepciones tan opuestas no debería sorprendernos que las nuevas generaciones pasen más horas frente a las pantallas interactivas que consumiendo lo que les ofrecen los sistemas audiovisuales de broadcasting. Esta centralidad de las redes digitales en los nativos digitales –otro concepto que suele levantar grandes polémicas− obliga a replantearse muchos postulados sobre las formas de encarar la producción en el nuevo ecosistema de medios. No nos olvidemos: en pocos años todas las audiencias estarán formadas por nativos digitales. Los capítulos de Joana Ziller y Carolina Braga («La participación ciudadana en los medios») y de Simelio y Gayà («El caso de los medios, la reconfiguración del sentido de media y audiencia») nos brindan algunas claves para comprender las relaciones que se establecen entre las nuevas audiencias y los medios digitales interactivos. La gestión de la información de los usuarios constituye quizá el aspecto menos conocido y más controvertido y peligroso de las redes sociales. Si las redes saben todo de nosotros, es lícito preguntarse dónde va a parar esa información. En su capítulo «Aspectos legales de las redes sociales: protección de datos y uso consciente de la tecnología», Elisabeth Roura y Carme Ferré nos introducen en el oscuro mundo de los datos personales, las políticas de privacidad y las condiciones de uso de la información de millones de ciudadanos. Según las autoras, el primer problema para la regulación de la información personal en Internet y en las redes sociales en particular es que el mercado online está absolutamente globalizado... No hay ningún órgano legislativo a nivel supranacional capaz de garantizar los derechos de todos los usuarios según la variedad de legislaciones nacionales ni tampoco con capacidad para tomar decisiones jurídicas respecto a las empresas a escala global. Roura y Ferré Pavia también nos recuerdan (nunca viene de más) que «la seguridad en las redes sociales depende de la conciencia de los usuarios sobre su propia privacidad e intimidad». Para ir terminando. Desde hace 10.000 años, la complejidad de las redes sociales creadas por el Homo Sapiens no cesa de incrementarse. La emergencia de los primeros núcleos urbanos, la aparición del Estado y la consolidación de las redes digitales son sólo fases de un mismo proceso evolutivo. La llegada de Internet y la difusión de las interfaces gráficas hace solo 10.000 días no hicieron otra cosa que llevar esa evolución a una etapa superior marcada por nuevas formas de comunicación ubicua y permanente. La aceleración de este proceso en los últimos años ha dejado detrás de sí una estela de utopías, miedos e interrogantes. Hay un antes y después de Facebook para las ciencias sociales. Este libro enfrenta esos fantasmas y propone algunas respuestas. Me gusta.

Esta pregunta también está en el material:

El_uso_de_las_redes_sociales_ciudadania
150 pag.

Cidadania Politica Universidad Antonio NariñoUniversidad Antonio Nariño

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