El don que se da en la relación responde a un triple carácter Acabamos de acercarnos a la relación desde una perspectiva más descriptiva cuando la ...

El don que se da en la relación responde a un triple carácter Acabamos de acercarnos a la relación desde una perspectiva más descriptiva cuando la analizamos desde la lógica del don. Sin embargo, la dinámica de don puede matizarse un poco más a partir de la experiencia que se produce al interior de las relaciones. En otros textos hemos analizado desde una óptica más microscópica el contenido de las relaciones en la intervención social. A partir de otros trabajos etnográficos concluimos que la relación educativa y su potencial formativo responde a un triple carácter formativo de encuentro, alianza y emancipación, que nos ayuda a pensar la pedagogía de un modo mas amplio: como una forma de entrar en relación, construir un espacio común e impulsar a la emancipación en el seno de una comunidad. Una pedagogía sensible a la relación desde la lógica del don cuida el trato acogedor, con mujeres recién llegadas al proyecto y con aquellas que llevan más tiempo en la institución; orienta las relaciones al compromiso, incluso en encuentros puntuales y breves; y se dispone al reconocimiento desde los primeros contactos con las mujeres. El potencial formativo de las relaciones se inicia con un carácter pedagógico que hemos denominado, entrar en relación. Una disposición al encuentro con la mujer y su realidad, que se da en un clima de acogida y se concreta en una invitación a realizar un proceso educativo. Entrar en relación supone invitar a las mujeres a realizar una experiencia educativa y, a la vez, experimentar un primer nivel de reconocimiento en las relaciones. La cercanía resulta insuficiente para alcanzar el potencial formativo de la relación. La pedagogía requiere un segundo carácter relacional, construir un espacio común. Una alianza con la mujer en un clima de comprensión y exigencia, que se orienta a la autonomía. Lejos del conformismo y la neutralidad, construir un espacio común requiere de las educadoras tacto pedagógico y exigencia, y demanda a las mujeres una actitud de confianza y participación. Entrar en relación y comprometerse con la persona, no sería formativo si no estuviera acompañado de un tercer carácter de las relaciones, impulsar a la emancipación. Un dinamismo de reconocimiento que busca una mayor autorrealización e integración de las mujeres. Reconocer logros, impulsar capacidades y favorecer procesos de toma de conciencia que conduzcan a una mayor realización personal.