El posicionamiento de Marquand sobre el dominio público como diferente y separado tanto del ámbito privado como del ámbito del mercado –o tal vez d...
El posicionamiento de Marquand sobre el dominio público como diferente y separado tanto del ámbito privado como del ámbito del mercado –o tal vez deberíamos decir como diferente y separado de la «lógica» de las interacciones privadas y la «lógica» del mercado– es útil para abordar la cuestión de en qué medida el lugar público todavía puede «ser realizado» en nuestro tiempo. Es útil, en otras palabras, para la identificación de las cuestiones que amenazan la posibilidad del acontecimiento de la experiencia democrática. Estructuralmente, hay dos amenazas. Por un lado, existe el riesgo constante de que el dominio público sea asumido por la lógica del mercado. Muchos autores han escrito sobre este proceso, sobre todo a través de la crítica del neoliberalismo. Lo que caracteriza el paso de una lógica pública a una lógica de mercado es el proceso por el cual los ciudadanos se convierten en consumidores de servicios públicos sobre los cuales se les invita a elegir. Pero la elección no es un concepto democrático ya que lo que falta en ese concepto es precisamente la idea de transformación. La elección opera totalmente en el nivel de los deseos privados. Se trata de la elección dentro de un menú establecido, en lugar de suponer, en primer lugar, la participación colectiva en torno a cómo debería ser el menú.