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tomar conciencia de que constituyó un elemento fundamental para la motivación de la conducta humana. El término “valor” se propagó rápidamente entr...

tomar conciencia de que constituyó un elemento fundamental para la motivación de la conducta humana. El término “valor” se propagó rápidamente entre los diversos ámbitos de la vida personal y social, y se incorporó a otras ciencias como la sociología, la psicología o la antropología. Es precisamente la enorme difusión que alcanzó el concepto de “valor” y la gran cantidad de enfoques y actividad psicológica del individuo (el valor como fenómeno psicológico). Cuando desde la axiología se vio la dificultad de llegar a integrar las posiciones contrapuestas (tesis subjetivistas frente a las objetivistas) sobre la naturaleza del valor, se dio un giro a los planteamientos y se centraron los esfuerzos en el problema metodológico de cómo estudiar los valores. Es decir, se pasó del tema de la naturaleza del valor al de la captación del mismo (Garzón, 2012), y desde esta captación, a su justificación ética y a su apropiado tratamiento pedagógico (Cortina, Escámez y Pérez-Delgado, 1999). En el desarrollo de este trabajo se analizan las aportaciones más significativas que nos ayuden a realizar una conceptualización actual del valor y a comprender nuevamente sus implicaciones educativas. 1. EL SUBJETIVISMO AXIOLÓGICO Las teorías subjetivistas, unidas casi siempre al positivismo y al psicologicismo, entienden que los valores existen en tanto que son captados por un sujeto, el cual los crea con su agrado, deseo, necesidad o interés. Existe una identificación entre valor y valoración. El valor depende de y se fundamenta en el sujeto que valora. Partiendo de esta formulación básica, existen diferentes enfoques o tendencias dentro del subjetivismo que han ofrecido numerosas elaboraciones, con distinciones sutiles, como ocurre con el empirismo lógico y el emotivismo. Lo que ha diferenciado unas teorías de otras es, simplemente, el tipo de actividad psicológica que se ha argumentado para explicar la naturaleza del valor. El supuesto central de estas teorías es el mismo: el valor es una realidad psicológica, una vivencia (Garcés, 1988). 1.1. La escuela subjetivista de Viena: psicologicismo y relativismo axiológico Aunque el origen del subjetivismo lo podemos encontrar en Lotze en su obra Mikrokosmos, publicada en 1886, donde realizaba la clásica afirmación de “los valores no son, sino que valen”, y podemos seguirlo a través del perspectivismo axiológico enunciado por Nietzsche, al entender los valores como algo histórico, dinámico y, por lo tanto, de vigencia temporal, los primeros planteamientos propiamente subjetivistas debemos buscarlos en la obra de Meinong Investigaciones psicológico-éticas para una teoría del valor, publicada en 1894 (Valverde, 1988). Alexius Meinong (1853-1921), dio la primera gran respuesta subjetivista al problema de la naturaleza del valor. Era discípulo de Brentano, el cual puso las bases de la axiología con sus investigaciones sobre la intencionalidad de la conciencia. Meinong buscó en el dominio de la psicología la clave al problema de los valores, y creía que éstos debían arraigar en la vida emotiva. Enunció la tesis de que una cosa tiene valor cuando nos agrada y en la medida que nos agrada. Este planteamiento ha perdurado hasta nuestros días, aunque él mismo lo abandonó al evolucionar poco a poco hacia la posición contraria. La tesis de Meinong es rebatida por Chistian Ehrenfels (1850-1932), discípulo suyo, lo cual dio lugar a la polémica más famosa y ejemplar en la historia de la axiología, caracterizada por un espíritu crítico y amistoso al mismo tiempo. Ehrenfels advirtió que la tesis de Meinong tenía un gran defecto. Si una cosa es valiosa cuando es capaz de producir en nosotros un sentimiento de agrado, serán valiosas solamente las cosas existentes. Pero realmente, valoramos también las cosas que no existen: como puede ser la justicia perfecta o el bien moral jamás realizado. Por ello, cree Ehrenfels que el fundamento de los valores hay que buscarlo en el deseo. Son valiosas las cosas que apetecemos o deseamos, y porque las deseamos o apetecemos. La controversia fue muy amplia e intensa y se concluyó con un punto de acercamiento mutuo, coincidiendo ambos autores en que se valora también lo que no existe, aunque continuaron afirmándose en sus respectivas tesis iniciales sobre el fundamento del valor: el agrado para Meinong y el deseo para Ehrenfels (Garzón y Garcés, 1989). La “conversión” que realizó Meinong al objetivismo al final de su trayectoria, unido a que en el primer cuarto del s. XX la fenomenología había refutado tanto el psicologismo como el empirismo, hizo pensar que por fin la axiología había iniciado un camino sólido y correcto, al eliminar las falsas interpretaciones que tomaban como punto referencial al sujeto. 1.2. La axiología subjetivista anglosajona: R.B. Perry Sin embargo, en EEUU y Gran Bretaña, en esa época se produce una reacción frente al idealismo de raíz germánica, y se recupera la tradición empírica. Y desde el momento en que se lleva el problema de los valores al terreno de la experiencia, estamos entrando en el camino que conduce al subjetivismo. En este contexto Ralph Barton Perry (1876-1957) elabora la primera y más destacada doctrina subjetivista en el campo de la axiología norteamericana contemporánea. En su obra General Theory of Value (1926) Perry deja de lado las teorías objetivistas y busca el origen y el fundamento del valor en el sujeto que valora. Afirma que un objeto adquiere valor cuando se le presta interés, de cualquier clase que sea éste. De esta forma, el concepto de interés adquiere singular importancia en axiología. Hay que tener en cuenta que el concepto de interés tiene que ver con toda la vida afectivo-motora y no debe restringirse a su significado común de curiosidad. En muchas circunstancias puede sustituirse por “deseo” “voluntad” “propósito”. Es un concepto que expresa una actitud compleja de todo ser vivo de estar a favor o en contra de ciertas cosas. La relación entre interés y valor la lleva a cabo Perry descubriendo tres posibilidades lógicas. La primera considera que el valor fue anterior al interés, posibilidad que rechaza puesto que implica reconocer el lado objetivo de los valores. La segunda posibilidad, que es la adecuada para Perry, supone que es el interés lo que otorga valor al objeto. La tercera alternativa, también rechazada, es que el objeto valioso depende del interés, pero que se trata de una clase de interés específico, con unas cualidades concretas. Concretando, su tesis se puede resumir en que todo interés otorga valor a cualquier objeto, sin necesidad de matizaciones. Por consiguiente, los esfuerzos se han de centrar en el estudio del interés, ya que esto es lo que confiere valor a un objeto. En lo que respecta a la jerarquización de los valores, Perry admite la existencia de lo mejor y lo peor, sin introducir ningún otro elemento para explicar la jerarquía. Establece una jerarquización de tipo cuantitativo basada en tres criterios: la intensidad, la preferencia y la amplitud. Si bien estos tres criterios son independientes entre sí, se entrelazan a fin de establecer una jerarquización social objetiva, aunque el punto de partida sea subjetivo. 1.3. El empirismo lógico y las nuevas formas del subjetivismo Finalmente, otra tendencia a considerar dentro del subjetivismo, es el empirismo lógico. Sus antecedentes hay que buscarlos en la obra de Wittgenstein, aunque el núcleo central lo constituyó en el primer cuarto del s. XX el Círculo de Viena, con la figura de Rudolf Carnap. Carnap (1935) mantenía la idea de que el análisis de los valores se debe realizar a partir del significado, es decir, de la semántica. Así, el problema axiológico se redujo al examen del significado de términos como “bueno”, “bello”, “justo” y similares. Postula que los juicios de valor son formas lingüísticas disfrazadas de normas o imperativos. Las diferencias entre los primeros y los segundos no son de contenido, sino formales, de expresión. Tanto unos como otros no afirman ni niegan nada, sino que expresan un deseo. En consecuencia, no se puede estudiar su verdad o falsedad. El filósofo inglés Alfred J. Ayer (1935) sostuvo una teoría emotiva cercana al empirismo lógico, la cual constituyó un puente entre éste y el subjetivismo. Entendía que existe una diferencia entre expresar y afirmar. Quien enuncia un juicio de valor está expresando –no afirmando– un determinado sentimiento. Y la expresión de un sentimiento no es ni verdadera ni falsa, como tampoco lo es una carcajada o un grito de terror. Así, por ejemplo, quien dice, ¡Qué bello es un cuadro

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