1. BASES FILOSÓFICAS SOBRE LA MOTIVACIÓN PARA LA ACCIÓN MORAL Entendemos que, una vez realizado el diagnóstico del alumnado respecto al aprendizaje...

1. BASES FILOSÓFICAS SOBRE LA MOTIVACIÓN PARA LA ACCIÓN MORAL Entendemos que, una vez realizado el diagnóstico del alumnado respecto al aprendizaje de asignaturas de carácter humanista, se debe proponer una acción educativa que resulte atractiva y cumpla con lo que se espera de una verdadera educación moral. No entendemos la educación moral como inculcar normas y principios. Tampoco entendemos por educación moral la habitual repetición de eslóganes que en sociedad, genera un círculo de “buenos ciudadanos”. Si la educación puede entenderse perfectamente como un “ayudar a crecer” (Orón, 2018) entonces no se trata meramente de instruir o de transmitir unos conocimientos, no se trata sólo fomentar o adiestrar ciertos tipos de conductas, sino de alumbrar en el educando el camino de la salida de sí hacia lo que constituye su desarrollo personal. Si esto es así, entonces la educación moral debería tomar en cuenta muy seriamente el estudio de la motivación del acto moral. Hay numerosas aportaciones de la filosofía y de la psicología que abogan por la inclusión de las emociones en el campo educativo. La crítica de Murdoch –ávida lectora de Simone Weil– a la moral de normas públicas y la racionalidad tuvo su efecto mariposa, aunque no fue la única, hasta la ética de las virtudes contemporánea. En varios filósofos influyentes se percibe la estela de la recuperación de la psicología y los afectos para hablar de “moral”. Bernard Williams (1973) comentaba que “…La relevante unidad en el comportamiento de un hombre, el patrón por el que sus actos y sus juicios encajan, debe ser entendido en términos de una estructura emocional subyacente” (p. 222). Las emociones son clave en el proceso de adquisición de la moral, así como de su precedente, la percepción y su –posible –consecuente, la acción. La moral no se puede medir sólo por la acción externa y las conductas. Antes hay que llegar al núcleo, es decir, ¿se percibe la realidad moral? ¿Nos damos cuenta de a quiénes tenemos delante? Si nos posicionamos desde el futuro campo de trabajo que se les abre a nuestros alumnos del ámbito sanitario, podríamos traer a colación la queja de Stocker cuando dice que muchos pacientes “quieren que sus cirujanos les vean como personas, no como ‘sitios de operación’ (Stocker, 2003, p. 181). Frente a esta situación, creemos que las emociones morales facilitan el cambio de percepción ante realidades morales lejanas: “una explicación desde la ética de las virtudes sobre la vida moral y la educación toma como moralmente significante el desarrollo del afecto o la emoción en aspectos que tienen serias implicaciones para la educación moral” (Carr, 2005, p. 140). La educación moral es, por tanto, una tarea compleja porque se trata de ayudar al educando a abrir los ojos ante el otro: “Ordinariamente (…) ver a alguien sufriendo ya implica sentimientos de humanidad hacia la víctima. ‘Sufrimiento’ no es una atribución evaluativa y emocionalmente neutra hacia alguien. (Blum, 2011, p. 186). Nussbaum insiste en que no es una tarea mecánica, sino que “ver un alma en ese cuerpo es un logro que encuentra apoyo en las artes y la poesía, en tanto que éstas nos instan a preguntarnos por el mundo interior de esa forma que vemos y, al mismo tiempo, por nuestra propia persona y nuestro interior” (Nussbaum, 2010, p. 139). La autora apela a las artes y la literatura como un camino de apertura a la motivación moral y a la apreciación de los bienes o capacidades que desarrollan al ser humano a través de la empatía que genera la lectura. El acercamiento de los alumnos a este camino resulta enormemente valioso y ya se puede encontrar una profunda investigación filosófica al respecto. Nosotras abordamos el tema de la motivación para la acción moral desde el acercamiento de alumnos a personas en situaciones vulnerables. Este acercamiento ejerce un impacto emocional tal que desencadena la empatía y la compasión, componentes fundamentales para una motivación moral sana.