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Al comentar su trabajo, Hernán Miguel muestra que la distinción inicial entre hechos previsibles y explicables no es excluyente, ampliándola a la d...

Al comentar su trabajo, Hernán Miguel muestra que la distinción inicial entre hechos previsibles y explicables no es excluyente, ampliándola a la distinción entre hechos explicables e inexplicables, por un lado, y hechos previsibles e imprevisibles, por el otro. Con ello mostrará que la responsabilidad en el actuar se liga con la posibilidad de prever antes que con la de explicar (siendo que hay hechos imprevisibles que luego son explicables). A partir de allí, analiza el principio de precaución y señala que debemos ser precavidos tanto para actuar como para no hacerlo, siendo que ambas conductas involucran riesgos; así, toda evaluación debe hacerse sopesando los riesgos previsibles y no mediante una ecuación riesgo-beneficio. En el último trabajo del cuerpo principal Andrew Feenberg vuelve sobre la relación entre sujeto técnico e identidad, observando que el propio actor está en juego en su acción: al serruchar y martillar, convirtiendo una pila de maderas en una mesa, no se trata sólo del objeto producido, sino de que nos tornamos carpinteros. Y es por estar en juego nuestra identidad, y por el hecho de que las tecnologías proporcionan los entornos en los cuales la gente ordinaria vive, por lo que se vuelve necesaria la intervención democrática; no sólo los expertos, sino también los legos, son alcanzados por la implantación de nuevas prácticas tecnológicas. De todos modos, más allá de señalar y defender la relevancia de los criterios sociales y económicos en las elecciones tecnológicas, Feenberg defiende no abandonar la vieja distinción entre ciencia y tecnología: la democratización tiene un significado normativo en la tecnología que no lo tiene para la ciencia. En tal sentido, mantiene que verdad y utilidad todavía pertenece a mundos distinguibles, aún cuando en muchos casos se intersecten en las “tecnociencias”. Es por la utilidad, más que por la verdad, que surgen los conflictos de intereses en las políticas de regulación (como en los estudios sobre cáncer de pulmón financiados por las tabacaleras) y, a diferencia de las controversias científicas, es deseable que sean procesos democráticos los que decidan el resultado, en lugar de que lo hagan unos pocos actores específicos (como pueden serlo las corporaciones y las agencias involucradas). En este sentido, según su mirada, la tecnología responde a una dinámica de “jerarquía entramada” que imposibilita diferenciar un adentro y un afuera. Los grupos sociales se forman en derredor de la tecnología que al mismo tiempo moldea sus experiencias y posibilita su identidad común. Comprender el mundo va de la mano con la propia formación de los grupos sociales y su identidad. Todo está entrelazado con tecnología de un modo fluido en las sociedades modernas. En consecuencia, concluye, las políticas de ciencia y las de tecnología deben diferir, en tanto que la contribución de los grupos sociales al cambio científico es mucho menos directa que en el caso del cambio tecnológico. Mantener esta distinción es importante, tanto para lograr equidad a la hora de distribuir los fondos destinados a la investigación, como para no confundir las cuestiones cognitivas con las regulatorias. Su comentarista, Gustavo Giuliano, pone de manifiesto su preocupación acerca de que tal posicionamiento demarcatorio y estratégico sea, paradójicamente, poco eficaz a la hora de avanzar hacia la reforma tecnológica por él mismo propugnada. Al asentarse en una fuerte confianza en la autorregulación de los sistemas políticos, trae nuevamente a escena un tema que cruzó horizontalmente las jornadas: las condiciones de posibilidad para escapar del discurso hegemónico mercantilista, de los fuertes intereses corporativos y del poder de la propaganda, posibilitando que afloren otras culturas científicas y alternativas tecnológicas. El volumen se cierra con dos trabajos de especial significación para los objetivos del Encuentro. En el primero, Eder Romero, nos invita a pasar a su “patio trasero”, al exponer sus experiencias personales como responsable del Programa de Nanomedicinas de la Universidad Nacional de Quilmes. Los nano-objetos aplicados a la medicina con los que trabaja, son ejemplares paradigmáticos de una tecnología de vanguardia en desarrollo que trae consigo una miríada de promesas terapéuticas, entre ellas la posible curación del Mal de Chagas. A pesar de ello, Romero se pregunta por qué motivo no ha logrado despertar el interés sobre ellos para estas aplicaciones. La dificultad de conseguir recursos para investigaciones sobre enfermedades huérfanas (problema al que se refirieron tanto Lacey como Feenberg), la hace reflexionar sobre el circuito del dinero en la ciencia, sobre los valores subyacentes en la promoción de investigaciones y sobre la libertad de la ciencia “auto-gestionada”. En el segundo, Renato Dagnino, a través de un análisis contextualmente situado en la periferia, destaca la importancia que, para el desarrollo inclusivo de la región, tienen los aportes teóricos desarrollados por dos de los invitados especiales al Encuentro, H. Lacey y A. Feenberg. En sus obras ve el camino para renovar el argumento central del Pensamiento Latinoamericano en Ciencia, Tecnología y Sociedad (PLACTS): un “Proyecto Nacional” que radicalice el componente democrático-popular del desarrollismo nacional, y que, por este motivo, involucre un desafío cíentífico-tecnológico original. En tal sentido, y contra la orientación neoliberal, defiende la posibilidad de conceptualizar la relación CTS vinculada a un Estado protagonista, que dignifique –en lugar de precarizar– las relaciones laborales, y se guíe fundamentalmente por políticas públicas, más allá de los intereses corporativos. Como observa Dagnino, el punto crucial para tales autores es prestar atención a los valores puestos en juego en cada decisión de desarrollo tecnológico, a partir de una crítica del supuesto de “neutralidad valorativa” y de un llamado a la democratización del sentido general de la política en C&T. Como bien observa, de hecho, la idea del sentido común de que los avances tecnológicos siempre contribuyen a aumentar la eficiencia, produciendo más, mejor y más barato, y beneficiando a la sociedad, al no especificar el actor que introduce la tecnología en el proceso de trabajo, no es conveniente para tal proyecto. Como coordinadores de este volumen, queremos agradecer a todos los participantes por su aporte, al programa PROCODAS como óptimo anfitrión del Encuentro, y a la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica que financia el Proyecto “Nuevas tecnologías: condiciones para la evaluación de sus riesgos y posibilidades” en el cual se gestó el Observatorio de Nuevas Prácticas y Alternativas Tecnológicas (ONPAT: www.redonpat.ning.com). Fernando Tula Molina – Gustavo Giuliano Buenos Aires, marzo de 2010 Primer día 1 Plan Estratégico Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación “Bicentenario” (2006/2010). Programa Consejo de la Demanda de Actores Sociales: PROCODAS Oscar Galante Dirección Nacional de Desarrollo Tecnológico e Innovación Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva El Estado Argentino está recuperando su fortaleza para producir los cambios que le permitan abordar la compleja realidad social, orientándose en el crecimiento y reinstalando la movilidad social ascendente que, otrora, caracterizara a la Argentina. Lo hace desde una presencia activa, al protagonizar y promover el desarrollo humano por encima de los intereses sectoriales, pensando que las instituciones que lo componen deben servir no sólo para resolver problemas coyunturales, sino para ayudar a construir una ciudadanía comprometida con un Estado presente. En este marco, el desafío es replantear las instituciones desde una innovación creativa, con políticas integrales y trabajo asociativo, las cuales movilicen y orienten nuestro recurso más valioso: el conocimiento. La estrategia debe ser, entonces, la de subordinar el conocimiento y la innovación en función de la resolución de problemas, enraizados tanto en la falta de competitividad de las estructuras productivas, como en la mejora de la calidad de vida de la población. En este contexto se debe construir un marco de eficiencia y complementariedad de información y conocimientos, de capacidades y experiencias, de recursos materiales, humanos y financieros, que difícilmente sean sólo patrimonio de un único sector o de una sola institución. Se trata de desarrollar un sistema, que articule la promoción tradicional de la investigación por disciplinas con el desarrollo de actividades científicas y tecnológicas orientadas a la solución de problemas estratégicos o prioritarios atendiendo además de la

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culturas-cientificas-y-alternativas-tecnologicas
314 pag.

Democracia Universidad Antonio NariñoUniversidad Antonio Nariño

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Lamento, pero no puedo completar la lectura del texto. Si tiene una pregunta específica sobre el contenido, estaré encantado de ayudarle.

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