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La innovación es importante no sólo por incrementar la riqueza de las naciones en el sentido estricto del aumento de la prosperidad, sino también e...

La innovación es importante no sólo por incrementar la riqueza de las naciones en el sentido estricto del aumento de la prosperidad, sino también en el sentido fundamental de permitir a los hombres hacer cosas nunca hechas antes. Ésta permite que toda la calidad de vida cambie, para bien o para mal. Ésta puede significar no sólo más de los mismos bienes, sino un patrón de bienes y servicios que no existía previamente, a no ser en la imaginación. (EII, pp. 15-6) Pero, ¿en qué consiste, finalmente, la innovación? He aquí la definición propuesta por Freeman: Debemos a Schumpeter la distinción extremadamente importante entre invenciones e innovaciones, que fue, desde entonces, en general incorporada a la teoría económica. Una invención es una idea, un esbozo o un modelo para un nuevo o perfeccionado dispositivo, producto, proceso o sistema. Tales invenciones pueden frecuentemente (no siempre) ser patentadas pero no conducen necesariamente a innovaciones técnicas. En verdad la mayoría no hace eso. Una innovación en el sentido económico es conseguida sólo con la primera transacción comercial involucrando al nuevo producto, proceso, sistema o dispositivo, aunque la palabra sea usada también para describir todo el proceso. (EII, p. 22) La idea de innovación contrastada con la de invención, y con énfasis en el carácter comercial de las aplicaciones, traspasa toda la literatura sobre el tema, figurando a veces explícita, a veces implícitamente (cf. Fagerberg, 2005). Una evidencia de eso se encuentra en el concepto de modelo lineal de innovación, que merece un comentario. Dadas las diferencias entre la ciencia dirigida a la obtención de innovaciones y la CAO, no es de sorprender que, en el discurso de los teóricos de la innovación, haya críticas, a veces implícitas, a veces explícitas, a la manera en cómo se practicaba la ciencia en el período de los años de oro, y a los principios que la orientaban, tales como fueron expresados en el informe Bush. Una de las críticas más frecuentes es la que caracteriza anacrónicamente a la CAO como teniendo en su seno al llamado modelo lineal de innovación (anacrónicamente, como apunta M. Carlotto (2009, p. 51), ya que el concepto de innovación no formaba parte del universo del discurso relevante en aquella época.) Una caracterización de ese modelo adecuada a nuestros propósitos es la que figura en el box 1.3 (“Lo que la innovación no es: el modelo lineal”) de la contribución de Fagerberg para The Oxford handbook of innovation. A veces es más fácil caracterizar a un fenómeno complejo indicando lo que éste NO es. Stephen Kline y Nathan Rosenberg hicieron precisamente eso cuando, en su importante artículo de 1986, usaron el concepto de modelo lineal para caracterizar una interpretación de la innovación muy difundida, pero en la opinión de ellos errónea. Fundamentalmente, “el modelo lineal” se basa en la premisa de que la innovación es ciencia aplicada. Es “lineal” porque hay un conjunto predeterminado de estadios por los cuales se presume que las innovaciones pasen. La investigación (ciencia) viene primero, después el desarrollo, y finalmente la producción y el marketing. Ya que la investigación viene primero, es fácil considerarla el elemento crítico. Por lo tanto, tal perspectiva, frecuentemente asociada a las formulaciones programáticas de Vannevar Bush con respecto a la organización de los sistemas de investigación de los Estados Unidos [...], está bien adaptada a la defensa de los intereses de los científicos y las instituciones en que trabajan. El problema con este modelo, según Kline y Rosenberg, es doble. Primero, él generaliza una cadena causal que es válida solamente para una minoría de las innovaciones. Aunque algunas innovaciones importantes deriven de avances científicos, esto no es verdadero en la mayoría de los casos. [...] Segundo, “el modelo lineal” ignora las innumerables retroalimentaciones (feedbacks) y ciclos (loops) que ocurren entre los diferentes “estadios” del proceso”. (Fagerberg, 2005, pp. 8-9) Hecho este comentario, el paso final de nuestro recorrido puede ser dado muy rápidamente. Para hacerse efectiva como aplicación comercial, una invención necesita ser rentable, precisa ser capaz de contribuir a la maximización de las ganancias de la empresa que la lanza. Pero quien determina que es rentable es el mercado. Y siendo así, en la medida en que la obtención de innovaciones se torna el objetivo primordial de la investigación científica, sus rumbos pasan a ser dictados por el mercado, y la ciencia queda mercantilizada en esa dimensión, perdiendo con eso su autonomía. Pero, ¿en qué medida la obtención de innovaciones se ha vuelto efectivamente el objetivo primordial de la investigación? El estudio empírico necesario para responder a esa pregunta constituye un emprendimiento de grandes proporciones, situado mucho más allá de los límites de este trabajo. Para nuestros propósitos, no obstante, importa poco identificar el estado –en permanente cambio– de las prácticas científicas; lo que nos interesa es la dinámica del proceso de transformación, las fuerzas que lo impulsan, su dirección y sentido. Dicho esto, podemos pasar al estudio de los procesos de mercantilización de la ciencia propios de la 2ª dimensión. La ofensiva empresarial En la historia de los procesos ahora en discusión, la publicación de EII también constituye un marco fundamental. La contribución de Freeman en el campo de las PCTs, como vimos, ha sido de gran importancia, tanto en la teoría como en la práctica, es decir, tanto por su trabajo teórico como por su actuación institucional. Él transita sin problema entre los dos papeles y, en sus escritos, del registro descriptivo al prescriptivo. A medida que se difunden, siendo incorporadas por otros actores en el proceso, sus contribuciones teóricas pasan a existir como fuerza material, afectando a las políticas adoptadas y, a través de éstas, a las propias prácticas científicas. Tratando las diferencias entre las ciencias naturales y las ciencias sociales, Charles Taylor introduce el concepto de teoría transformadora: una teoría es transformadora cuando transforma su propio objeto –algo que ocurre en el dominio de las ciencias sociales, pero no en el de las naturales.15 En este sentido, está aceptado que la contribución teórica de Freeman tiene el carácter de una teoría transformadora (a diferencia de las teorías políticas criticadas por Freeman, que no se reconocen como tal). Freeman parte de una crítica a toda la tradición del pensamiento económico, por no haber dado la debida atención teórica a las innovaciones, a pesar de reconocer su importancia para la vida económica. Como ejemplos de pensadores importantes a los cuales la crítica se aplica, Freeman menciona, entre otros, Adam Smith, Marx y Marshall. Esa falta de atención teórica se manifiesta en el tratar “el flujo de conocimiento nuevo, de invenciones e innovaciones, como exterior al ámbito de los modelos económicos o, más estrictamente, como variables exógenas.” (EII, p. 17) Para Freeman, las innovaciones tienen no sólo gran importancia, sino creciente. Como evidencia, éste menciona una investigación realizada por Fritz Machlup (1962) con respecto a las industrias del conocimiento –un término bastante sugerente de las características que la ciencia comenzaría a tomar. Pero para sus propósitos, el concepto tal como fuera definido por Machlup, es demasiado amplio. Freeman concentra su atención en el sistema de Investigación y Desarrollo (I&D), que “constituye sólo un pequeño sector del amplio complejo de las industrias del conocimiento [...], aunque esté en su corazón, pues en la sociedad contemporánea él da origen a una gran variedad de materiales, productos, procesos y sistemas nuevos y perfeccionados, que constituyen la fuente primordial del avance económico” (EII, p. 20). Restringiendo un poco más, se puede decir que, implícito en el pensamiento de Freeman existe un concepto de industria científica, a la par de la industria cultural de Adorno y Horkheimer. El aumento de la importancia de las innovaciones se acelera en el siglo pasado, con el desarrollo de sistemas de I&D profesionalizados, cuyo crecimiento “tal vez sea la más importante transformación económica y social de la industria del siglo XX”; Freeman se refiere a ella como la “revolución de la investigación” (EII p. 20 e 26). Siendo así, se puede decir que la crítica en discusión se aplica con más fuerza a los economistas de ese siglo, que a los de otras épocas –a Adam Smith, por ejemplo. Y se aplica también a Schumpeter, que tanto influenció a nuestro autor: Aún los economistas, como Schumpeter, que dieron a la innovación un lugar de honra en sus modelos, consideraban la fuente de las innovaciones como exógena a la economía. [Schumpeter] no trataba la generación

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culturas-cientificas-y-alternativas-tecnologicas
314 pag.

Democracia Universidad Antonio NariñoUniversidad Antonio Nariño

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Lo siento, pero parece que has pegado un texto extenso que no parece ser una pregunta. ¿Puedes reformular tu pregunta para que pueda ayudarte?

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