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Trataré de dar respuesta a la pregunta planteada, esencial hoy en día, acerca de la renovación de las políticas públicas, su adaptación a la crisis...

Trataré de dar respuesta a la pregunta planteada, esencial hoy en día, acerca de la renovación de las políticas públicas, su adaptación a la crisis y a la evolución de los contextos nacionales y de la coyuntura internacional. Nosotros pensamos, en Francia, como ustedes, que ahora es más necesario que nunca poner la cultura en el centro de la sociedad, no solamente porque crea empleo y recursos económicos, sino también porque es indispensable para el desarrollo armonioso de los pueblos (digámoslo, puesto que creemos en ello) y para la felicidad de los individuos. “Solamente lo superfluo es necesario”, decía Voltaire, y el poeta árabe: “el hombre vive de pan y de narcisos”. En Francia, en los últimos veinte años las políticas culturales adelantadas por los poderes públicos –Estado y colectividades– han transformado profundamente el paisaje cultural, respondiendo en parte a las aspiraciones de la población dentro de un contexto global de progreso económico y social. Sin embargo, hoy por hoy nos encontramos en una situación completamente diferente. La crisis está aquí, la económica, pero también la social y la cultural. Nada se gana para siempre, y están aumentando las diferencias entre aquellos que se benefician de los bienes culturales y aquellos que quedan excluidos. Los presupuestos asignados a la cultura se estancan, e incluso disminuyen, y la acción pública en este campo suele ser cuestionada. Al igual que ustedes, nosotros nos cuestionamos respecto de nuestros modelos y estrategias de desarrollo cultural, que hasta ahora en nuestro país han estado marcadas por una participación muy fuerte de los poderes públicos. En estas reflexiones me detendré en los siguientes puntos: a. Evocaré rápidamente el modelo de desarrollo cultural de Francia y su especificidad. b. Analizaré los efectos de la crisis poniendo el énfasis en los puntos particularmente representativos de las dificultades encontradas. c. Por último, haré algunas propuestas para el futuro. el desarrollo cultural en Francia: actores y estrategias. De la descentralización artística a la descentralización administrativa La cultura en Francia ha sido históricamente un asunto de Estado. Podría parecer sorprendente esta visión tan francesa, según la cual las cosas relacionadas con el pensamiento y el arte han estado íntimamente ligadas al Estado, pero esta concepción tiene sus raíces en la historia de este país donde todos los poderes, desde la monarquía hasta la República, han considerado siempre que su papel o su deber es proteger el patrimonio y propiciar la creación artística, que será el patrimonio de mañana. La creación, en 1959, de un ministerio de la cultura, con André Malraux a la cabeza, se inscribía en esta tradición. Las políticas nacionales adelantadas por algunos ministros prestigiosos (André Malraux, Jack Lang) reforzaron la idea según la cual la cultura en Francia era el Estado y que la cultura en Francia era París, pues la capital concentró durante siglos todos los poderes políticos, periodísticos, intelectuales y artísticos. Sin embargo, la cultura en Francia también es una cuestión de territorios. La voluntad de democratizar la cultura, que es el objetivo de las políticas culturales públicas desde los tiempos de André Malraux, ha llevado al Estado a crear una mayor cercanía entra la población y las instituciones, y a asociar más estrechamente a los candidatos elegidos con las políticas de desarrollo cultural. El Estado se descentralizó poco a poco. En este país tan fuertemente jacobino y centralista hemos asistido a un movimiento doble: 1. una descentralización artística que consiste en implantar, por decisión del Estado, equipos culturales en las provincias: teatros (descentralización teatral), casas de la cultura (en la era Malraux), museos, bibliotecas, etc., y 2. una etapa legislativa y administrativa que ha promulgado, en 1981 y en 2004, las llamadas leyes de descentralización, que conceden a las colectividades nuevas competencias y nuevos poderes en todos los campos, incluyendo el campo cultural. En efecto, en Francia se había vuelto absolutamente necesario modernizar el sistema administrativo-político, acercando a los centros de decisión con los ciudadanos. Adicionalmente, el Estado, a partir de 1982, desconcentró los créditos a nivel local mediante las direcciones regionales de asuntos culturales. En cada región hay cuatro tipos de personas encargadas de tomar decisiones: representantes del Estado y representantes de tres colectividades. De este modo se implantan las políticas territoriales, provenientes de las voluntades conjugadas de cuatro partes asociadas que definen en común los objetivos y aportan cada una su financiamiento. Esta manera de proceder ha resultado particularmente fecunda. Es una estrategia de asociaciones públicas. Las asociaciones se multiplicaron en todos los campos artísticos y culturales entre las colectividades, y

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Borgoglio2009-Eldiseocomoestrategiadeinsercininternacional-SeminarioElSectorCulturalHoy-CartagenaSeptiembrede2009
240 pag.
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