Puesto que estamos hablando de espacios de sociabilidad, bueno será interrogarnos acerca de en qué manera el territorio interno de la taberna se co...
Puesto que estamos hablando de espacios de sociabilidad, bueno será interrogarnos acerca de en qué manera el territorio interno de la taberna se configuraba para favorecer activamente sus funciones relaciónales o, inversamente, en qué medida la codificación de ese espacio se adaptaba o reconocía la socialización habitualmente ejercida en su interior. En uno u otro caso, para contestar a este interrogante, es preciso partir de un reconocimiento previo del hecho de que ese espacio está organizado internamente hasta responder a una codificación semiótica, a un lenguaje que es preciso descifrar y que es expresión, al tiempo que factor multiplicador, de una funcionalidad precisa. No es fácil llegar, de cualquier modo, a un estándar en cuanto a la configuración de la taberna aunque, por el momento, y a falta de fuentes de mayor calidad, podamos valernos de algunos testimonios literarios o pictóricos que puedan ayudar a reconstruir su espacio interno. En cuanto a la literatura, desde luego, y al margen de otros testimonios de menor valía documental, probablemente una de las descripciones más logradas de la taberna se encuentre en las acotaciones escénicas puestas a la mítica pieza de teatro de Dicenta Juan José (1895); sin duda una de las obras más representadas en los teatrillos populares de las Casas del Pueblo y los Ateneos asturianos y a la que, por tanto, hay que reconocerle un aceptable grado de sintonía con las clases populares y sus necesidades cotidianas. La descripción relativamente precisa merece citarse en totalidad:
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