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La aparición de diversos trabajos sobre la aplicación de esta metodología en la investigación de las arquitecturas históricas ha recalcado su inter...

La aparición de diversos trabajos sobre la aplicación de esta metodología en la investigación de las arquitecturas históricas ha recalcado su interés para la obtención de aquella información que, sobre las características y vicisitudes por las que ha atravesado un edificio, permita proceder a una intervención restauradora coherente y bien argumentada. El método Para la descripción de la secuencia estratigráfica de un yacimiento se emplea la denominada Matriz Harris, de la que se obtiene un diagrama que define el orden de deposición de los estratos, las unidades de estratificación arqueológica y sus tres tipos de relaciones (Harris, 1991: 58-60): a) Unidades sin conexión estratigráfica directa, b) unidades superpuestas y c) unidades interrelacionadas como partes separadas de un todo (depósito o elemento interfacial). El objetivo final del trabajo no es otro que el de situar las unidades de estratificación, los estratos y los elementos en su orden secuencial relativo. La aplicación del “método Harris” para la lectura de paramentos, y el análisis estratigráfico o arqueológico de construcciones históricas (Caballero Zoreda, 1995: 38), parte de la consideración del edificio como una prolongación del subsuelo. El método constituye un instrumento eficaz para decodificar una parte del inmenso registro formado por las construcciones históricas y su aplicación habrá de realizarse forzosamente en diferentes escalas o grados de registro, grados que abarquen desde la información general a los datos particulares. Brogiolo propone cinco niveles partiendo del Complejo Arquitectónico, enumerándolos, por este orden: 1. Cuerpos de fábrica, 2. Alzados generales, 3. Alzados en detalle, 4. Unidades Funcionales o Ambientes y 5. Unidades Estratigráficas Murarias (Parenti 1995: 19-29). R. Parenti realiza una propuesta más elemental, organizada en tres niveles, que incluye en primer lugar la determinación del contorno de las grandes masas de obra, los entramados constructivos y los diferentes materiales, desde una base planimétrica; un segundo nivel que desciende a los cambios de cota del suelo y los contornos de las Unidades Estratigráficas Murarias (U.E.M.), que quedan descritas e individualizadas según los tipos de aparejos, materiales empleados, dimensiones de huecos o variaciones formales y elementos ornamentales, para lo que emplea una base fotográfica. Por último se abordará el Registro Analítico de las U.E.M. atendiendo a los componentes constructivos singulares, los acabados, los tipos de aglomerantes, las juntas, etc. Se recomienda en este nivel el empleo de dibujos a escala de una parte de la fábrica que recoja las técnicas constructivas, tomando como base una porción de 100 x 150 cm. (Parenti, 1995: 19-29). Parenti recalca la posibilidad de plantear intervenciones tanto a escala urbana —el centro histórico, por ejemplo— como individualizada —un edificio—, usándose para ello sistemas de representación distintos: planimétricos o de alzados, respectivamente. Pueden asimismo diferenciarse edificios aislados y grupos homogéneos. La puesta en práctica operativa del sistema, que tendrá por finalidad definir los contornos del contexto homogéneo en toda su magnitud (historia social, técnicas constructivas, fuentes escritas, variables arquitectónicas…) comprende dos fases bien diferenciadas: la de Registro y la de Interpretación. La fase de Registro comprende la elaboración de fichas mediante las que se describen unidades estratigráficas individualizadas en las que observamos determinadas actuaciones constructivas homogéneas y sus relaciones temporales con otras unidades. Además de recogerse las características generales de una determinada unidad (tipo de aparejo, material empleado, etc.) deben reseñarse posibles elementos excepcionales (marcas de cantería, motivos ornamentales, etc.). Conviene distinguir entre actuaciones constructivas positivas (perímetros de ampliaciones, elementos de refuerzo o apeo, etc.) y actuaciones constructivas negativas (superficies residuales consecuencia de extracciones o derrumbes, evolución de daños, patología, etc). La fase de Interpretación se fundamenta en la posibilidad de reconstruir episodios temporales del edificio, lo que puede denominarse la microhistoria del complejo edificado. Se procederá a la caracterización de las técnicas constructivas, a la identificación de un modelo constructivo de referencia en determinada época histórica (una especie de fósil-guía de la construcción) y a la determinación de las distintas fases del desarrollo constructivo de un centro histórico cuando trabajamos en ese nivel. Estas caracterizaciones permiten el conocimiento detallado de las tradiciones constructivas temporales o espaciales (materiales, aparejos, acabados…), la configuración de atlas de zonas constructivamente homogéneas y los progresos y cambios de las tradiciones constructivas de una zona determinada (sustitución o empleo de sistemas constructivos en madera, piedra, ladrillo, etc.). Parenti hace hincapié en los resultados que pueden conseguirse con la aplicación de los datos obtenidos para la interpretación de las fases de desarrollo y la formación del tejido edificado de un centro histórico, es decir: la comprensión del crecimiento y las transformaciones históricas del medio urbano a través de la historia de sus componentes materiales: los edificios, las fábricas y los depósitos horizontales. Existen incluso trabajos de marcado carácter técnico en los que se ha estudiado el comportamiento estructural de las fábricas antiguas (Giuffré, 1991). EL CASTILLO DE CAÑADA DEL HOYO (CUENCA), UN EJEMPLO DE APLICACIÓN DEL MÉTODO EN EL PATRIMONIO HISTÓRICO EDIFICADO Además de aquellas labores de excavación arqueológica que podríamos considerar convencionales, en el castillo de Cañada del Hoyo (Cuenca) se están llevando a término distintos trabajos de estudio de paramentos. De éstos sólo se han concluido parcialmente los de estudio de la Torre del Homenaje, el elemento más importante del conjunto desde el punto de vista militar y uno de los más ricos en información de carácter histórico-constructivo. Todos los trabajos están siendo dirigidos por Fernando Vela Cossío, con la colaboración de los arqueólogos José Enrique Benito López, Esther Villafruela Arranz, Chantal Esquivias Argelaguet, Enrique Daza Pardo y Elena Vega Rivas (campañas 2002 y 2004). Ya en el informe arqueológico correspondiente a las excavaciones arqueológicas del año 2002 (Vela Cossío / Benito López, 2002) se llevó a cabo un primer estudio de paramentos del castillo que fue recogido en el propio Plan Director de Restauración (Maldonado Ramos et al., 2003) y se recomendó la realización de este trabajo de análisis de la construcción histórica para determinar, en la medida de lo posible, las distintas unidades que la caracterizan y la secuencia que puede establecerse a partir del conocimiento de las mismas. Se trata de una fortaleza de planta aproximadamente triangular, situada sobre un cerro que domina la localidad de Cañada del Hoyo, que se desarrolla de Sur a Norte a lo largo de un cerro rocoso que se estrecha progresivamente en dirección norte-sur, de manera que el vértice meridional del conjunto muestra el punto más escarpado, sobre el que se levanta la torre-atalaya. De un recorrido somero del conjunto se puede extraer una primera impresión en la que distinguimos los siguientes elementos representativos, enumerados de mayor a menor importancia en función de su tamaño y estado de conservación: torre del homenaje, situada en el extremo septentrional, torre-atalaya, situada en el extremo meridional del castillo, recinto murado, que une ambas torres por los lados oriental y occidental del conjunto, puerta principal de acceso, situada en el lado occidental, y portillo, situado en el lado septentrional. El castillo de Cañada del Hoyo contaba con casi todas las características invariantes propias de los castillos medievales (Jiménez Esteban, 1995: 12-15; Villena, 1998: 59-64): había sido construido sobre un cerro —probablemente, como marca también la evolución típica, a partir de una torre defensiva—, había sido edificado sobre la roca madre, su fábrica era de sillarejo revestido de dos líneas paralelas de sillares, poseía una torre-vigía y sobre todo una torre del homenaje que, además, podía ser segregada del recinto a través de un mecanismo de aislamiento preventivo, las dependencias interiores de la torre seguían la disposición habitual que culminaba en una sala de armas, poseía una línea de matacanes y probablemente cadalso —su misión sería, en este caso, proteger desde la altura los accesos a la torre del homenaje—, estaba dotado

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Restauración de Patrimônio Arquitetônico
133 pag.

Restauração Universidad LibreUniversidad Libre

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