En este sentido, un primer aspecto que hay que considerar refiriéndonos a la recuperación del buen estado ecológico de los ríos es la mejora del co...

En este sentido, un primer aspecto que hay que considerar refiriéndonos a la recuperación del buen estado ecológico de los ríos es la mejora del comportamiento hidrológico de su cuenca vertiente. En la Tabla 4.1 se recogen algunos aspectos que pueden ser indicativos del estado de la cuenca vertiente y repercuten directamente en el estado de los ríos y sus riberas, a través de la regulación natural de las escorrentías y el balance de sedimentos. En dicha Tabla se menciona una serie de características que aluden a lo que podríamos considerar “buen funcionamiento hidrológico” o más próximo al natural de la cuenca. La disminución de las presiones que están generando dichos síntomas y efectos debe ser un objetivo que considerar en el inicio de la restauración de los ríos. La mejora del funcionamiento hidrológico de las laderas y su respuesta en los cauces a través de la mejora de la cubierta vegetal, la recuperación de las zonas preferentes de infiltración y recarga de acuíferos, el control de los procesos de erosión antrópica y pérdidas de suelo o la restitución de las zonas húmedas deben formar parte de las estrategias de restauración ecológica a escala de cuenca vertiente. Ello conlleva enmarcar la restauración de los ríos en las políticas de ordenación del territorio, en las cuales se debe tener en cuenta el funcionamiento hidrológico y ecológico del paisaje, y los flujos de agua, sedimentos y organismos que se generan entre los distintos usos del suelo y los corredores fluviales, que pueden ser muy distintos según la ubicación espacial relativa de unos con otros. Para analizar las condiciones de “buen estado ecológico” de los sistemas fluviales y poder caracterizar los atributos de su funcionamiento en condiciones naturales resulta conveniente considerar sus tres dimensiones espaciales, representadas en la figura 4.4.