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Figura 5.27.- Ejemplos de ríos con aguas contaminadas, procedentes de núcleos urbanos. Las propias estaciones de depuración de aguas residuales son...

Figura 5.27.- Ejemplos de ríos con aguas contaminadas, procedentes de núcleos urbanos. Las propias estaciones de depuración de aguas residuales son una fuente puntual de aporte de nutrientes a los cauces naturales, especialmente de fósforo procedente de los detergentes, mientras que las plantas de tratamiento de aguas (potabilizadoras) suponen también con mucha frecuencia un grave problema de contaminación por alúmina. 5.4. OTRAS PRESIONES E IMPACTOS EN LOS RÍOS Los efectos comentados de desequilibrio geomorfológico de los cauces fluviales o eutrofización y contaminación de las aguas proceden en ocasiones de presiones distintas a las de la agricultura o urbanización, aunque en la mayoría de los casos corresponden a impactos que de alguna manera están relacionados con esta última. Es el caso de las extracciones de áridos, necesarias para la edificación, que suponen un impacto directo sobre la morfología de los cauces y la composición granulométrica del substrato ripario, teniendo en ocasiones una repercusión muy significativa a escala de segmento o tramo fluvial (ver figura 5.28). Las extracciones de áridos son muy frecuentes en los sectores fluviales próximos a los núcleos urbanos, y constituyeron un impacto notable hace algunas décadas cuando se realizaban dentro del propio cauce y dejaban grandes espacios excavados que con rapidez se llenaban de agua formando profundas lagunas. En la actualidad la mayoría de las graveras se sitúan fuera de los cauces, pero al afectar a extensiones de terreno relativamente grandes situadas en sus proximidades, siguen teniendo un efecto muy negativo en los flujos de aguas superficiales y subsuperficiales, al desviar dichos flujos y crear zonas de aguas retenidas donde puede se favorece su calentamiento, evaporación, concentración de sales y eutrofización. De forma similar a los dragados, las extracciones de áridos producen durante su realización un aumento de los sólidos en suspensión de los caudales circulantes, provocando aguas abajo daños en los microhábitats por aterramiento, así como efectos por abrasión mecánica en la propia fauna acuática, y cuando tienen lugar dentro del cauce producen los mismos efectos de desestabilización geomorfológica que los primeros. Otro efecto importante de las graveras de los ríos se produce en la topografía de las riberas y llanuras de inundación, así como en la calidad del substrato para la regeneración natural de la vegetación riparia. En la mayoría de los casos las fracciones granulométricas no deseadas por su mayor tamaño se depositan cerca del cauce, formando motas o cordones de gravas que disminuyen la conectividad lateral del cauce; o se distribuyen por la ribera constituyendo un substrato inerte en el que es muy difícil que germinen las semillas y se desarrolle la vegetación, por no tener capacidad de retención de humedad al faltar los elementos finos, y quedar por ello expuesto a una gran fluctuación térmica. En muchos casos los espacios donde se han extraído las gravas y arenas se han transformado en lagunas asociadas al cauce principal, en ocasiones restauradas como ecosistemas lacustres para uso recreativo, de pesca, etc. (ej. lagunas de Arganda), representando una transformación ya permanente del ecosistema lótico primitivo y un refugio y foco de emisión de especies invasoras exóticas. Otro tipo de actuaciones frecuentes que alteran la morfología de los cauces es el trazado de vías de infraestructura (carreteras, autopistas, tren de alta velocidad, etc.), especialmente en las zonas montañosas donde los valles pueden ser más estrechos y el espacio ocupado por el río tiene que ser compartido con dichas infraestructuras. Los impactos causados en este caso se refieren a dragados y canalizaciones de los ríos en ciertos tramos, que suponen la reducción de su anchura y el confinamiento de su llanura de inundación, a veces por las dos márgenes del cauce (ej. tramo bajo del río Llobregat, en cuyo valle se sitúan dos autopistas y la vía del tren de alta velocidad). Los efectos de tales dragados y canalizaciones se manifiestan aguas abajo con descalces de pilares de puentes y desconexión de la red fluvial de afluentes. (ver figura 5.29). Por último, también merece ser destacado el impacto que representa en los ríos la producción hidroeléctrica, para la cual se altera de una manera drástica el régimen natural de los caudales. El aprovechamiento hidroeléctrico de los ríos es relativamente antiguo en España, y en la década de los 50 se construyeron con esta finalidad numerosas presas y azudes en los ríos de montaña, especialmente en la región de Pirineos. Posteriormente, la construcción de minicentrales se ha extendido a numerosas cabeceras de ríos de todo el país y constituye un tipo de impacto grave, ya que tiene lugar en tramos que hasta la fecha se han mantenido en mejor estado de conservación. El funcionamiento de las centrales hidroeléctricas atendiendo picos de demanda de energía genera unos caudales circulantes que son máximos durante los días de trabajo, de lunes a viernes, y mínimos durante los festivos y fines de semana, como se refleja en la figura 5.30. Este aprovechamiento hidroeléctrico de los ríos supone unas fluctuaciones de los caudales muy grandes en magnitud y muy rápidas en el tiempo, capaces de arrastrar a los organismos acuáticos y remover los hábitats del lecho durante las aguas altas, y de interrumpir la corriente o dejar en seco ciertos espacios utilizados como frezaderos o refugios durante las aguas bajas (figura 5.31). La consecuencia más directa de tales fluctuaciones del régimen hidrológico es el empobrecimiento de las comunidades biológicas, con una disminución muy notable del número de especies y de individuos que habitan los tramos afectados, aunque la calidad de las aguas sea óptima o las condiciones geomorfológicas del tramo fluvial o el estado de las riberas respondan aparentemente a unas condiciones casi naturales, o poco alteradas por intervenciones humanas. Considerar que la hidro-electricidad es una energía “limpia” implica desconocer estos efectos ambientales muy perjudiciales para la integridad de los ecosistemas fluviales; en este caso se trata de una energía que no contamina desde el punto de vista físico-químico, pero que representa un fuerte impacto en los ríos desde el punto de vista biológico y ecológico.

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