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hay negativo e igualmente hay ausencia de reforzamiento (extinción); los tres tipos de reforzamiento ayudan a moldear la conducta meta. Skinner pun...

hay negativo e igualmente hay ausencia de reforzamiento (extinción); los tres tipos de reforzamiento ayudan a moldear la conducta meta. Skinner puntualiza que tratándose de conducta operante no sólo debe considerarse que está controlada por el reforzamiento que se le aplica, sino que además tiene efecto sobre el ambiente: “…El término “operante” establece una distinción entre los reflejos y las respuestas que operan directamente sobre el ambiente…”. Que una conducta opere sobre el medio implica que hay de hecho una acción que se ejecuta, que modifica al medio en algún sentido, por ejemplo: escribir, tender la mano para saludar a otra persona o manejar un vehículo. Se había mencionado con anterioridad el concepto skinneriano de condicionamiento operante; consiste en que la respuesta emitida por el organismo es aquello que se correlaciona con la entrega del reforzador, así, “en el condicionamiento operante, el reforzamiento no puede producirse a no ser que aparezca la respuesta condicionada, el reforzamiento es contingente a la respuesta”. En síntesis, para Skinner la conducta está necesariamente ligada a sus contingencias de reforzamiento, es decir, que una operante se manifieste dependerá de cuánto y cómo ha sido reforzada en el pasado, cada vez que se ha exhibido e implica necesariamente un acto físico observable y por ende, cuantificable. La conducta encubierta (no observable) no será motivo de análisis en esta colaboración, dado el tema que nos ocupa. Las contingencias de reforzamiento resultan sumamente útiles para moldear la conducta final que se espera observar en el organismo. Las contingencias o programas de reforzamiento existentes en el análisis conductual aplicado son básicamente de dos clases: de razón y de intervalo. En los programas de razón fija, el organismo recibe el reforzador inmediatamente después de haber emitido una cantidad determinada de respuestas consideradas correctas; una vez que la tasa de presentación de la conducta se encuentra en el nivel adecuado, se aplica un programa de razón variable con la finalidad de mantener la frecuencia de presentación de la conducta en un nivel conveniente para el programa de aprendizaje del organismo. En el programa de razón variable, el organismo recibe el reforzador “en función de la respuesta promedio o media” con la que manifiesta la conducta meta, así, el organismo se mantiene expectante sobre el momento en que será reforzado y exhibe la conducta con frecuencia. El reforzamiento se hace en un número próximo superior o inferior a la media de la conducta, cuidando que sea cambiante en cada ocasión. Los programas de reforzamiento de intervalo fijo y de intervalo variable obedecen los mismos principios enunciados en el párrafo anterior, sólo que en lugar de reforzar al organismo en función de un número de respuestas, se le refuerza en función de un lapso de tiempo, en el que la conducta se ha exhibido o se ha inhibido. Por ejemplo, a un niño que constantemente se levanta de su banca se le reforzará por permanecer sentado por cierto periodo inicialmente, y luego de forma variable por un periodo cercano a su media de permanencia en la banca. Cuando se utilizan programas de reforzamiento nunca debe perderse de vista que si bien se inicia con una entrega muy frecuente del reforzador –en ocasiones, en cada ocurrencia de la conducta–, debe cambiarse tan pronto como sea posible a un programa de reforzamiento variable, con la finalidad de que las conductas en proceso de aprendizaje terminen por integrarse al repertorio conductual del individuo lo más rápidamente posible y se manifiesten de forma natural y espontánea en el futuro, sin necesidad del empleo de un reforzador propiamente dicho, sino como una conducta auto-motivada. En nuestro modelo de atención a personas con TEA, se emplea el análisis conductual aplicado justamente buscando dicho fin. DE SKINNER A LOVAAS Ivar Loovas fue un reconocido catedrático e investigador de origen noruego que pasó casi medio siglo dedicado a diseñar y divulgar métodos de intervención para personas con TEA. Su trabajo con esta población comenzó en la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) a principios de la década de los sesenta. Lovaas aportó numerosas contribuciones originales a la terapéutica de los niños con TEA, por ejemplo, cambiar el enfoque de una atención institucionalizada a una atención en ambientes naturales, como el propio hogar del niño, reclutar a estudiantes próximos a graduarse como terapeutas y realizar evaluaciones empíricas del tratamiento, con miras a modificar la intervención sistemáticamente. Pero tal vez uno de sus mayores logros fue aglutinar una serie de prácticas y conocimientos ya existentes en el campo del análisis conductual aplicado y, estructurar con ellos, un método de atención terapéutica funcional para personas con TEA. Entre estos conocimientos previos retomados por Lovaas podemos mencionar la filosofía y conceptos skinnerianos, el entrenamiento por ensayos discretos (discretrial training) de Todd Risley, la creación de los registros observacionales de conducta–que recibieron influencia de los trabajos de Don Baer y Sid Bijou, entre otros– y los análisis funcionales de la conducta que se apuntalaron en el trabajo previo de Ted Ayllon e Israel Goldiamond. El análisis funcional de la conducta consiste en observar y registrar tanto los hechos previos a la conducta (antecedentes), como las conductas mismas, así como las consecuencias que se generan a partir de aquellas. A través del registro objetivo de antecedentes y consecuencias, es posible establecer las motivaciones (funciones) que mantienen la conducta y modificarlas para lograr la conducta meta deseada; bajo esta óptica, la función de la conducta representa el beneficio que el organismo experimenta con su manifestación. El análisis funcional de la conducta es un concepto basado en el análisis experimental de la conducta de Skinner, ya que durante el curso del experimento “… un ejercicio que se va regulando (circularmente) por sus propios logros o resultados efectivos…”. De tal suerte que el análisis funcional de la conducta tiene un carácter eminentemente dinámico, las contingencias y los programas de reforzamiento se modifican de acuerdo con la conducta manifiesta del organismo, con la finalidad de adecuarla sucesivamente a la conducta meta establecida por el experimentador. Cambiar la función de la conducta (el resultado que obtiene el organismo con ella) siempre dará como resultado una modificación de la conducta manifiesta del organismo. El análisis funcional de la conducta es toral en la implementación de nuestro modelo de atención a personas con TEA, ya que el manejo de la multitud de conductas inadecuadas que acompañan al síndrome, implica necesariamente comprender e implementar esta técnica si se desean lograr resultados consistentes y duraderos, en la modificación de las mismas. Todo profesional que aplica el modelo de Lovaas para la atención de niños pequeños con autismo debe dominar la metodología de ensayos discretos, los sistemas de registro y análisis de las observaciones, el análisis funcional de la conducta y la aplicación de los principios de reforzamiento, si desea ver resultados positivos –si bien quizás no tan espectaculares como los que Lovaas reportó en 1987 en su clásico artículo “Behavioral Treatment and Normal Educational and Intellectual longitudinal y se les reevaluó a los 13 ención con TEACCH (Treatment and Education of Autistic and Communication Related Handicapped Children –Tratamiento y educación de niños con autismo y otras discapacidades de comunicación relacionadas) o con PECS (Picture Exchange Communication System –Sistema de comunicación basado en intercambio de imágenes), con previa explicación de cómo operan. MODELO DE ATENCIÓN BASADO EN EL MÉTODO LOVAAS Actualmente se utiliza en nuestra asociación civil una metodología de modificación de conducta basada directamente en el trabajo de Ivar Lovaas, ampliamente descrito en el apartado anterior. Inicialmente se practica una evaluación al paciente que incluye una o más pruebas para la detección de autismo, escala de desarrollo, pruebas de lenguaje y de conocimientos académicos, para saber si en efecto presenta un TEA. Entre los instrumentos que pueden ser aplicados durante la evaluación están: • Perfil de desarrollo (DP-3). Autor: G.D. Alpern • Prueba de lenguaje inicial. Margarita

Esta pregunta también está en el material:

IMPACTO_DE_UNA_INTERVENCION_PEDAGOGICO_M (1)
254 pag.

Pedagogia Vicente Riva PalacioVicente Riva Palacio

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