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permitió identificar avances en la investigación de las competencias emocionales en la educación y en la profesión docente. En los estudios examina...

permitió identificar avances en la investigación de las competencias emocionales en la educación y en la profesión docente. En los estudios examinados no quedan claras las aportaciones de las competencias emocionales del maestro para la atención de las contingencias en el aula de clase, entendidas estas como los eventos o las situaciones caóticas o de riesgo que se presentan en la cotidianidad escolar y que afectan tanto el clima de aula como el normal desarrollo de las actividades académicas. Lo que sí queda claro es la importancia de dichas competencias para que la profesión y labor docente estén vinculadas a procesos de bienestar. El ejercicio de revisión y escritura permitió corroborar un vacío conceptual, teórico y práctico que se vislumbra: ¿cómo responde el maestro a los eventos y las situaciones caóticas y vitales que suceden en las aulas, entendidas estas como universo de emociones? (Bisquerra, 2016) ; de este modo se justifica la realización del presente capítulo, que busca encontrar luces al respecto. De igual manera, no se evidencia la existencia de programas de formación inicial o continua para maestros en Colombia en relación con las competencias emocionales, explícitamente hablando; es decir, pueden existir, pero la ausencia de sistematización de los mismos los deja en una “no existencia” para búsquedas bibliográficas como la presente. En este sentido, es importante reconocer, tal como lo afirman Montes, Ramos y Casarrubia (2017) , que la formación docente debe ser un proceso integrado en el que se contemplen saberes profesionales y emocionales y que se articule a los requerimientos actuales de la escuela. Así las cosas, es urgente la formulación, puesta en marcha y el seguimiento de programas contundentes sobre formación en competencias emocionales para docentes en formación y en ejercicio que les permitan fortalecer sus habilidades de cara a las contingencias que se viven a diario en las aulas; contingencias emocionales, vitales y, en todo caso, pedagógicas. (p. 95) Asociado a lo anterior, es clara la importancia que se vislumbra en el contexto de la educación emocional, como herramienta clave en la creación de vínculos profundos en las aulas de clase, como fue señalado en el Foro Educativo Nacional 2017, en la que justamente se reconoce la necesidad de implementar dicha estrategia como pilar de prevención de problemas que se viven a diario en las escuelas y, que de otra parte, permitan fortalecer los procesos académicos con el objeto que cada vez sean mejores. Antecedentes a nivel internacional La inteligencia emocional y las competencias emocionales ha sido un tema de interés en diversos ámbitos de estudio, no obstante, se revisaron algunas que se encuentran enmarcadas en el contexto educativo y a su vez que toman como referente estudiantes en formación docente, ya que son estos, quienes se preparan para encarar el reto que representa la situación actual derivada de la pandemia y la postpandemia. La tesis doctoral de Gordillo (2015) titulada “Análisis de la competencia emocional de los futuros docentes extremeños” de la Universidad de Extremadura. Cuyo propósito se dirigió a considerar la relevancia que representa la competencia emocional en cualquier persona, pero de manera específica en los futuros maestros teniendo en cuenta que, a través de una adecuada regulación, atención o comprensión emocional entre otras competencias, se tendera a mejorar la capacidad de afrontamiento ante las diversas situaciones problemáticas que pueden plantearse en la labor docente. Encontrándose de manera general la conclusión de “… si bien es cierto que se ha alcanzado evidencia suficiente para demostrar que los estudiantes de magisterio del nuevo plan de estudios del Espacio Europeo, consiguen adecuadas Competencias Emocionales, a lo largo del desarrollo de su procesos formativo, también es cierto que, dichas capacidades no siempre superan de manera significativa a las que ya poseen los alumnos de primer año universitario” y continua “De la misma manera, si bien es cierto que se encuentra superioridad en cuanto a Competencias y capacidades de gestión emocional en la especialidad Infantil, respecto a la de Primaria, dicha superioridad, en no pocas ocasiones, no pasa de una pequeña cuantía descriptiva favorable a la citada especialidad” (p. 183) De otra parte, Pegalajar Palomino, Mª del Carmen y López Hernáez, Lara (2015) desarrollaron el estudio titulado “Competencias Emocionales en el Proceso de Formación del Docente de Educación Infantil” en el que la población objeto de estudio de estudio estuvo conformada por estudiantes de primer, segundo y tercer curso del Grado de Educación Infantil de la Universidad Católica de Murcia. Y donde, en términos generales encuentran que “El alumnado del Grado de Educación Infantil participante en la investigación muestra niveles muy favorables de autorrealización y desarrollo personal, principalmente en conductas de sociabilidad, respeto y colaboración. Los participantes se muestran, a su vez, bastante motivados y eficientes en la planificación de las tareas. Además, expresan altos niveles de esfuerzo y persistencia, buscan alternativas, son tolerantes, autónomos y disfrutan en la realización de proyectos”, condición que es favorable en términos de la posibilidad de encontrar personal docente coherente con las necesidades que encara el desafío actual. Agregando a sus conclusiones que “Así pues, el actual panorama escolar y profesional requiere que la implicación de los diferentes agentes educativos vaya más allá de la mera transmisión de contenidos académicos, pues su participación tiene que contribuir al desarrollo global de todos los estudiantes y también al de muchos adultos que viven situaciones conflictivas (Álvarez, M. & Bisquerra, R., 2011)” Por otra parte, en “La educación en tiempos de pandemia: los desafíos de la escuela del siglo XXI” por Hurtado (2020) manifiesta: Para comprender los retos de la educación en la actualidad frente a la realidad de una pandemia mundial, se hace necesario entender que la educación, desde sus orígenes, se concibe como la formación dirigida a potenciar en los individuos la capacidad intelectual, moral y afectiva, esto respondiendo a su contexto, y a las normas de una sana convivencia que regulan la sociedad en donde estos se desenvuelven; a su vez, se encarga de promover una educación en valores. (p. 176) En el marco de la revisión realizada por Hurtado (2020) centra la atención en la pertinencia que implican los retos que trajo consigo la crisis de la pandemia y la migración hacia las TIC por parte de docentes, estudiantes y familia a una dinámica ciertamente nueva para muchos y que exige todo un despliegue de habilidades técnicas sin desconocer la importancia que a su vez se involucran en la esfera emocional de todos los actores que intervienen. A su vez, concluye que: Los docentes requieren de manera urgente una formación que les brinde habilidades y capacidades frente a este nuevo escenario, esto con el fin que el docente realice una adaptación y ajuste a sus estrategias metodológicas que respondan a la dinámica de la sociedad y sus exigencias. Es así como las TIC visionan una necesaria renovación a las metodologías implementadas por los docentes, en donde esté presente el incremento de la motivación y participación del estudiante en su proceso de aprendizaje. En conclusión, uno de los mayores desafíos consiste en la renovación de las estrategias metodológicas en el proceso de enseñanza-aprendizaje; se basa en comprender que no se puede aplicar una metodología presencial a una realidad virtual, ya que se corre el riesgo del fracaso. (p. 184) El momento actual que la humanidad vive es una realidad que pone de manifiesto una condición que lógicamente exige de parte de toda una capacidad de adaptación y afrontamiento, ya Morín (2013) lo manifestaba introduciéndonos a un concepto globalizado en el contexto educativo “Sin duda alguna el gran desafío hoy es educar «en» y «para» la era planetaria” (p. 64) y agrega “El principal objetivo de la educación en la era planetaria es educar para el despertar de una sociedad-mundo” (p. 78) . Una sociedad mundo en el contexto de la planetarización que es concordante con un mundo que exige unas destrezas y habilidades en diversos escenarios, pero que a su vez ponen en evidencia la fragilidad con la que se tejen los vínculos afectivos, los vínculos que permitirían estrechar las relaciones haciéndolas más solidarias, más comprometidas con el otro, más allá del bienestar particular, más humanizado. En este sentido, la necesidad, enmarcada en una obligación que se dio derivada de la pandemia, que requirió afrontarla con los recursos a disposición y que vislumbra una condición que ya Morín (ob.cit.) advertía: La ciencia, la técnica y el desarrollo económico, que parecían ser el motor de un progreso seguro, revelan sus ambivalencias. Mientras la noción de progreso ta, las redes de comunicación en tiempo real permiten revelar y observar los males de nuestra civilización allí donde se esperaban resultados positivos. De esta forma, los problemas consider

Esta pregunta también está en el material:

Competências Emocionais em Estudantes de Pedagogia
234 pag.

Pedagogia Vicente Riva PalacioVicente Riva Palacio

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