Partiendo de la visión de Husserl, la experiencia subjetiva es vital en el desarrollo del conocimiento, asociado a esa conciencia subjetiva que es condición única de cada persona, de otra parte, los fenómenos y el estudio de estos desde la perspectiva de los sujetos, tomando como referente el propio marco tal y como es visto por el ellos y, a su vez como a partir de esta aprehensión de la experiencia se deriva la interpretación del mundo social en el que fundamentan la interacción cotidiana. De este modo, las experiencias que cada informante ofrece enriquecen la comprensión del fenómeno mismo, comprendiendo las dimensiones inherentes a las emociones humanas y, la subjetividad que se ofrece para dar mayor profundidad al abordaje del fenómeno asociado a la transformación que se está dando en el mundo emocional de cada persona, en particular cuando se aborda la transformación que se está dando en el ámbito de la educación y el ritmo con que los cambios recientes se han incorporado de manera, en cierto sentido, intempestiva y apresurada, exigiendo para quienes se están formando como educadores una dimensión ética y de responsabilidad social como constructores de una nueva sociedad, donde el aspecto emocional debe ir de la mano con la transformación tecnológica sin precedentes que se dio en este periodo de tiempo, ya Morín (2011) lo advertía