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ente desde el docente, donde debe dejar de lado aspectos de corte emocional que generan dificultades al momento de interrelacionarse con sus educan...

ente desde el docente, donde debe dejar de lado aspectos de corte emocional que generan dificultades al momento de interrelacionarse con sus educandos, abriendo una brecha que en algunos sentidos va en contravía con la satisfacción que podría generar de por si la enseñanza integral, sin descuidar los valores que son necesarios en una educación emocional completa. La búsqueda de ese equilibrio conlleva practica por parte del docente. A la luz de las reflexiones anteriores, las competencias intrapersonales que son requeridas en el ámbito docente, son evidentes para un perfil que requiere constante trabajo para ser perfectibles, los informantes claves son conscientes de ello y pueden evidenciar estas competencias desarrolladas en menor o mayor medida en cada uno de ellos, sin embargo, es necesario continuar por una vía que asegure una perspectiva técnica que permita desarrollarlas con un nivel de suficiencia tal, que se evite en muchos sentidos la apuesta intuitiva y vaga que pueden sobrevenir en ausencia del conocimiento que implica el discernimiento de esta dimensión interna. Competencias emocionales interpersonales La interacción con otras personas supone un intercambio de experiencias, algunas positivas, otra quizás no tanto, pero, a fin de cuentas, que permiten un crecimiento en las áreas humanas que hacen ser mejor persona a partir de la capacidad de conducir la vida emocional. Producto de esta interacción, que se dirige al exterior de la persona se da una serie de elementos que sin lugar a dudas requieren de habilidades sociales y conductas prosociales, que lógicamente tienen un punto de partida del desarrollo intrapersonal. Regulación emocional en el docente Esta competencia, está asociada hacia la capacidad de poder expresar emociones a la vez que se es consciente del efecto que puede tener en quienes son objeto de la interacción. Según lo ha definido Bisquerra (2008) consiste en “la capacidad de expresar las emociones de forma apropiada e implica la habilidad para comprender que el estado emocional interno no necesita corresponder con la expresión externa» (p. 148) . Dada la naturaleza de las interacciones propias del docente, que no solo involucran a sus estudiantes, sino también a los padres de familia, y otros agentes educativos propios de la institución como pares o autoridades académicas, esta competencia constituye un pilar del autocontrol que favorezca la solución de posibles conflictos que surgen de las interacciones entre los diversos actores, desde la discordia propia de la interacción de niños por causa de un juguete, a situaciones complejas que implican otras formas de violencia que cada vez son más frecuentes en los escenarios estudiantiles, como el matoneo escolar el acoso en redes sociales, sumando a la problemática que puede devenir de los padres de familia que pueden estar en desacuerdo con formas de desempeño de su hijo en el ámbito de la evaluación. Figura 31 Regulación emocional Autorregulación emocional La autorregulación es entendida, parafraseando a Chica & Sánchez, (2023) como la disposición de gestionar tanto la intensidad como la duración de los estados emocionales que sobrevienen de una experiencia concreta. En el ámbito educativo, es inherente que surjan diversos estados emocionales producto de las interacciones en los diversos escenarios, algunas de estas, pueden incluso desbordar la capacidad de autocontrol, si, esta expuestos a las consideraciones de estrés con las que debe lidiar en su ejercicio cotidiano y que percibe como amenazantes. Durante las practicas que experimentaron los estudiantes de licenciatura, fue puesta a prueba esta dimensión de competencia emocional, dado que debían, en un contexto real responder por las obligaciones que suponía el aspecto académico de su propio desarrollo en el semestre, como a su vez, generar la práctica docente con grupos a través de un modelo distinto que implicaba el uso de las TIC, y que en muchos casos no estaban familiarizados con las mismas. Figura 32 Autorregulación emocional El rol del docente implica ser un líder en cuanto a las respuestas que ofrece y la gestión de sus propias emociones, para que sus estudiantes modelen y articulen esta autorregulación al punto que con la práctica se convierta en una competencia cada vez más coherente con su ejercicio docente, donde resulta útil además de la reflexión propia frente a las reacciones y las manera en que se afronta determinado suceso, el análisis que pueda realizarse con un grupo de pares, que permita una retroalimentación efectiva de las experiencias vividas por cada uno que permiten un desempeño a manera de ciclo que continuamente está en proceso de mejora y por consiguiente perfectible. En este orden de ideas, también resulta indispensable que bajo ciertas circunstancias se pueda inhibir determinadas conductas emocionales que sean reflejo de tensión y que afectan la dinámica de las interacciones que se ofrecen de manera positiva en un aula de clase. Ya lo mencionaba una de las informantes clave, en la que aseguraba la afectación que tuvo en el marco de atención a un padre de familia, en la que su afectación emocional derivada de este intercambio, que le genero reacción de llanto en presencia de los niños, lo que provoco en estos preguntas acerca de la emoción presente en el momento y para lo que tuvo que aprender a inhibir y a la vez distanciarse emocionalmente hasta lograr un nivel de estabilidad que le permitiese una interacción más abierta con sus educandos. En este sentido, es claro que deben existir condiciones que favorezcan la competencia de evitar los bloqueos emocionales que pueden sobrevenir ante una situación cuya fuente genera malestar, para lo cual debe estar capacitado para evitar actitudes incorrectas. De otra parte, así como el mundo emocional está presente en el aula, no es menos cierto que no se limita a este exclusivamente, puesto que, como es normal en cualquier trabajador, la dimensión de su vida personal trasciende y es llevada consigo al ámbito laboral. En este sentido, se recuerda la experiencia durante la cuarentena que obligo a establecer el aula escolar y el aspecto laboral contiguo al hogar, donde la frontera trabajo, estudio y hogar se diluía o invisibilizaba, la doble presencia y el funcionamiento propio de cada núcleo familiar. Para lo cual resulta útil poder verbalizar los diferentes contenidos emocionales que promuevan la cercanía y confianza ante situaciones que van a requerir algún tipo de apoyo emocional que favorece el modelamiento emocional. Monitoreo y regulación de emociones ajenas Es comprensible que dentro de las funciones que el docente desarrolla durante su actividad laboral se encuentre a una forma de cercanía con sus estudiantes y a su vez, que pueda estar disponible emocionalmente para formar un vínculo positivo y seguro. Sobre esta base segura, el docente puede familiarizarse con las particularidades de cada estudiante que compone su grupo y, anticiparse, a partir de la lectura de los estados emocionales que florecen en un momento dado y que dan lugar a situaciones con carga negativa que consecuentemente llegan a generar un conflicto, para resolverlos correctamente. Asimismo, esta cercanía emocional que logra establecer con su clase, permite integrarse a las dinámicas propias de su grupo, y ello le permite estar más atento a las necesidades que se manifiestan al interior de este. Figura 33 Monitoreo y regulación de emociones ajenas. Esta condición de cercanía, de igual forma, dota al docente para identificar emociones que se asocian a condiciones más complejas que lleguen a afectar a los estudiantes de forma individual para una educación integral, sin embargo, en el contexto de pandemia fue evidente que esta cercanía e interacción directa entre los actores educativos, se vio mediada por el uso de la tecnología a través de la educación remota, en la que la lectura de los estados emocionales se hizo más difícil, lo cual se traduce en una imposibilidad de atender afectaciones emocionales que pueden estar presentes en un estudiante, condición dejada de presente por los informantes clave durante las entrevistas. En efecto, si bien la virtualidad permitió superar la barrera impuesta por el aislamiento, esta se centró en aspectos de orden temático y cognitivo respecto a lo que el estudiante debía aprender, pero, la posibilidad genuina de acercarse e interactuar tan necesaria, en especial en los niños de corta edad, se vio limitada, lo cual afecta el vínculo de apego seguro que ofrece el docente en un contexto tradicional, lo cual a su vez impide que el docente pueda atender justamente esas necesidades emocionales, o le hace aún más complejo ese monitoreo y regulación de los estados afectivos que manifiestan los estudiantes no solo a través del discurso, sino de lenguajes no verbales. La relación con el uso de la tecnología da lugar a una nueva competencia emocional que debe asociarse a la tecnoemoción, que podría ser la base de comprensión de las emociones a través del texto escrito. Competencia social En el ámbito escolar es normal que surjan conflictos que conllevan manifestaciones emocionales tendientes a mostrarse incorrectas en el marco de la estabilidad que debe primar en las personas y en el aula. De allí, tan importante es que el docente pueda materializar una forma de guía que permita a los estudiantes y grupos regular estas expresiones emocionales a la vez

Esta pregunta también está en el material:

Competências Emocionais em Estudantes de Pedagogia
234 pag.

Pedagogia Vicente Riva PalacioVicente Riva Palacio

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